Amar al pequeño pelotón al que pertenecemos en la sociedad. Disfrutar la vuelta a casa lo que más de los viajes. No esperar a la vejez para darle la razón a nuestros mayores. Juzgar siempre las conductas, nunca a las personas. Ser poco modernos pero muy de nuestro siglo. Asombrarse igual ante un skyline de rascacielos que ante un montón de ruinas o un paisaje. Medirlo todo con la medida de lo posible. Alegrarse de que existan los vínculos y los límites. Buscar el nombre exacto de las cosas. No reír con los bárbaros ni resignarse a que las máquinas sustituyan a los poetas. Conformarse con dejar un mundo mejor que el que encontramos, sin pretender cambiarlo. Mirar al cielo convencidos de que nada de lo que sucede en la tierra es el resultado de un big bang. Celebrar, a cada momento, la gracia inapreciable de la vida.
Centinela
Los centinelas no son restos del pasado, como los castillos o las murallas. Siguen existiendo. Solo que ya no llevan lanza. Quizás un libro bajo el brazo. Un biberón que dar. Una herramienta de trabajo. Un portátil. Un megáfono… Muchos se empeñan en pasar desapercibidos. Pero son fáciles de reconocer: saben mantenerse en pie en mitad de un mundo que, como poco, se tambalea.
Quiénes somos
Centinela está integrado por un equipo de colaboradores con algunos trienios de experiencia a sus espaldas como contadores de historias; todo ello, para explicar el mundo en el que vivimos y para transmitir ideas útiles para superar nuestro día a día. Faltaríamos a la verdad si dijésemos que Centinela no tiene línea editorial. La tiene. Solo que no se encuentra plasmada en ningún documento fundacional. Preferimos que la vayáis descubriendo a través de nuestros artículos, reportajes, etc. y que día a día la vayamos definiendo y moldeando. Eso hicimos en Milenio, medio digital del que Centinela es continuación. ¿Qué no vas a encontrar en Centinela? Palabras más altas que otras, descalificaciones personales, brochazos gordos, mal gusto, medias verdades, mentiras enteras… ¿Y qué sí? Agradables ratos de lectura, el mejor y más saludable de los humores, ganas contagiosas de hacer bien las cosas y el convencimiento de que lo bueno, lo bello y lo verdadero son armas de persuasión masiva.