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Alberto Palladino (Roma, 1987) es un historiador que ha hecho historia: historia visual. Como fotógrafo, después de haber cubierto conflictos armados por medio mundo, viajó a la muy segura Alemania para ver cómo otros arriesgaban su integridad en una tradición del mundo germánico: el Mensur.

Del Mensur no se habían hecho fotos profesionales – como las de Palladino – desde hace más de un siglo. Él las ha publicado en un libro que a punto está de salir a la luz en el momento en que atiende a Revista Centinela. Blood line – o «Línea de sangre» –, se titula el volumen.

En el Mensur, dos hombres a un metro de distancia pelean con espadas sin posibilidad de esquivar los golpeos y siendo el desafío aguantar las embestidas del acero que empuña su rival. Palladino ve en esto un ritual que conecta a los alemanes con profundas raíces europeas. Según dice en esta entrevista, el Mensur vincula, al igual que la tauromaquia en España, con «esa parte oscura de la humanidad que está hoy día en contradicción con una sociedad completamente infantilizada».

«Todavía tenemos las imágenes arquetípicas de los héroes. La modernidad, por supuesto, ha tratado de eliminar estas imágenes porque son imágenes violentas y no se puede regir una sociedad sólo con los valores del heroísmo», comenta Palladino. «Pero siguen existiendo en tradiciones como el Mensur. Porque no podemos eliminar esa parte de nosotros, esa parte que nos conecta con las profundidades de ser europeo», añade.

¿Podría explicar brevemente cómo es un combate del Mensur?

Mensur significa «medida». A los duelistas los separa un metro. Cada uno lleva una espada de un metro. Hay un protocolo a seguir muy estricto. Los alemanes son muy rígidos con el orden de las cosas que hacen. El Mensur es una prueba de ello. Hay dos equipos médicos por si hace falta durante el combate asistir a uno de los duelistas. Esos equipos los componen sendos médicos y sanitarios. Cada duelista tiene un par de personas que se ponen, literalmente, entre los duelistas, si ve que su luchador está sangrando mucho y necesita cuidados.

A cada golpe que causaba daños importantes en el rostro del duelista, se le ponían puntos de sutura. Eso se hacía sin anestesia, con un vaso de cerveza a tragar, paciencia y los puntos. En realidad, en el Mensur, el duelista no lucha contra el otro duelista, sino contra sí mismo. El mayor esfuerzo que hacen los participantes en estos combates consiste en no moverse. En el combate hay que ser muy frío, muy alemán, para quedarse siempre quieto. Por eso, el Mensur es, en realidad, una lucha de uno contra sí mismo, contra las partes más débiles de uno mismo. Un 80% del esfuerzo que se hace consiste en mantener esa rectitud en el combate.

¿Por qué esa obsesión con la rectitud?

Los grandes maestros del arte del duelo con espada vienen de España e Italia, y hay algunos de Francia también. En este estilo de duelo, el movimiento era esencial. Porque, claro, si hay un rival que te quiere atacar con una espada, lo mejor es moverse para evitar la estocada. Es nuestra forma de pensar en el mundo mediterráneo. Somos más dinámicos. Pero los alemanes, o al menos lo que yo visité, funcionan de otra manera. Para ellos es más importante respetar las reglas. Las reglas son más importantes que tu cuerpo, tu seguridad, etcétera.

Esa rectitud atiende a una visión de la sociedad que tiene la gente que lo práctica. Una sociedad en la que la gente es de una forma similar, una forma que es la opuesta a la de la sociedad actual, donde la debilidad se ha convertido en un valor. En la sociedad actual, si eres débil, eso está bien. Quienes practican el Mensur piensan lo contrario. Piensan que si eres débil, puedes mejorar o desaparecer de la sociedad.

Usted es fotógrafo e historiador. ¿Cómo definiría lo que hace cuando está detrás de la cámara?

He estado viajado por el mundo todo lo que he podido para hacer reportajes y documentales, sobre todo siguiendo la actividad de guerrillas o, también, experiencias humanas que exceden la normal relación entre la gente, por ejemplo, en situaciones de guerra. He trabajado en Siria, en Ucrania, en Birmania, y también he estado buscando en Europa algo similar y relacionado con la guerrilla o con lo extraño, lo extraordinario, o lo extremo en la sociedad europea.

Por eso tiene cabida el Mensur en su trabajo. ¿Cuándo pensó usted en esta forma de duelo como parte de su trabajo?

Por mis estudios de historiador, sabía que existía esta tradición. Estoy especializado en historia de las religiones y bueno, eso me acerca a algunas tradiciones. El Mensur no es común, pero es aún una tradición viva en un colectivo social muy concreto. Tuve la suerte de que una persona que conocía me introdujo en una de estas hermandades de estudiantes alemanas que lo practican. Y, tras un par de años de negociación, se me permitió participar en una reunión de tres días donde tuvieron lugar tres duelos de Mensur. No fue fácil.

¿Por qué?

Bueno, primero, es que no soy alemán. No tengo raíces alemanas y esto es una de las clave para formar parte de esta reunión. Y luego, no se permite ir con una cámara. El Mensur es algo que está muy cerca de ser una tradición secreta, porque estamos hablando de que es una práctica que está censurada y mal vista en la sociedad actual.

El haber participado en esa reunión y haber asistido y documentado esos duelos hacen que sus imágenes sean algo radicalmente nuevo, pese a que hablamos de una tradición centenaria.

Así es. Por primera vez alguien se coló en una de esas mansiones en las que tienen lugar estos eventos.

Tuve que seguir, no a un grupo que se dedica a hacer guerra de guerrillas como ya había hecho en el pasado, sino a un grupo sociológico compuesto por 99,9% de nativos europeos occidentales. Para mí, eso era nuevo. Yo antes había estado retratando gente en Asia, guerrilleros de Birmania, o en Europa del este, combatientes ucranianos.

¿Qué hacía tan diferente su encuentro con estos alemanes?

Hay mucha diferencia entre los pueblos del mar Mediterráneo y los pueblos nórdicos y del norte de Europa. Nosotros, en el sur, a menudo, somos menos precisos, improvisamos más; ellos son más analíticos, estructurados. Los tres días de encuentro que tuve con la hermandad de estudiantes no tuvieron nada que ver con la libertad con la que trabajé en la jungla, por ejemplo, en Birmania. Aquí estaba encerrado en esa mansión donde tenían lugar los duelos. Para retratar el Mensur pasé por una experiencia inmersiva.

El resultado es que ahora salen a la luz nuevas fotos del Mensur, algo que no había ocurrido en décadas…

Las últimas fotos profesionales del Mensur tienen más o menos cien años. Me refiero a imágenes que datan de antes incluso antes de la Segunda Guerra Mundial. Durante los años en los que los nazis estuvieron en el poder, el Mensur fue prohibido. Ocurrió que las organizaciones que lo practicaban fueron absorbidas por el partido de Adolf Hitler. Ahí hubo una interrupción en la práctica del Mensur.

Luego, con la ocupación militar de los aliados y de los comunistas, el Mensur tampoco se practicó. Hasta que en la parte oeste, en la República Federal de Alemania, el Mensur volvió a emerger a finales de los años 50 y a principios de los 60. Pero entonces se convirtió en algo privado, una práctica que la sociedad rechazada, mal vista socialmente porque se consideraba que no encajaba en la modernidad, como si perteneciera al pasado y a los tradicionalistas.

¿Hasta qué punto se puede establecer una relación entre el Mensur y otras tradiciones, seguramente más exitosas, como es el caso de la tauromaquia en España?

Precisamente yo me encuentro realizando un proyecto que se llama ‘Blood Line’ o «Línea de sangre». El primer capítulo de este proyecto es el Mensur, pero el segundo es el de las corridas de toros. En ese proyecto ‘Blood Line’, estoy buscando tradiciones y prácticas que están marcadas por la sangre. En Italia, tenemos el calcio storico, por ejemplo. El Mensur, la tauromaquia o el calcio storico, son actividades que están al margen de la sociedad de hoy. No tienen que ver con las reglas que valen para el resto de la sociedad. La sociedad tiene otras reglas. Pero a mí me interesa la gente que viola esas reglas de la sociedad. Porque esa violación de las reglas resulta que tiene que ver con las raíces antiguas de nuestra cultura.

Partida de Calcio Storico

La tauromaquia, por ejemplo, nos permite echar la vista atrás hasta la taurocatapsia del mundo griego. Estamos hablando de las raíces profundas de nuestra cultura. Y yo me pregunto: ¿Cómo es que esas raíces siguen ahí hoy día? Creo que es porque siempre hemos hecho actividades en las que se mezcla la sangre, ya sea, por ejemplo, la del toro y la del torero en la plaza de toros. Estamos, por tanto, ante una parte de nuestra humanidad que es oscura. Es una parte oscura, pero que nos pertenece a todos. Y esas actividades que tienen que ver con esa parte oscura de la humanidad están hoy día en contradicción con una sociedad que está completamente infantilizada.

¿A qué se refiere ?

A que cuando tenemos niños pequeños, ponemos gomas protectoras en las esquinas de los muebles. A que tratamos de controlar demasiadas cosas. Y esto es porque la sociedad tiene que proteger demasiado a los niños. Estamos tratando de borrar los peligros, el sufrimiento y la muerte de nuestras sociedades. Y esto pasa con un discurso según el cual esas cosas ya no existen. Pero eso no es cierto. El peligro, el sufrimiento y la muerte siguen existiendo. Como fotógrafo, yo trato de mostrar estas tradiciones que me interesan, tradiciones que están arrinconadas por la sociedad actual.

Como el Mensur, por ejemplo…

Sí. En ese caso, yo seguí una comunidad de 40 personas. Hablamos de 40 personas en una nación como la alemana que es enorme. Pero mientras sigan existiendo esas cuarenta personas, la tradición va a seguir existiendo. Y es importante mostrar que sigue existiendo. El Mensur se ha practicado, aunque haya habido pausas, durante 300 años.

Mencionaba usted que el Mensur forma parte de esas actividades que conectan a los humanos con esa parte oscura. ¿Con qué más conectan los participantes de estos duelos?

Estoy convencido de que participé en un ritual. Hay mucho de actividad religiosa en el Mensur. De algún modo, por el énfasis que ponen en la rectitud física de los participantes en el duelo, hay algo espiritual. Recuerda a la actitud de los indios que andan sobre fuego. Creo que a través del Mensur uno entra en contacto con la dimensión espiritual del pueblo europeo. Porque, antes de ser cristianos, antes de pertenecer al mundo religioso moderno, ya éramos europeos. La dimensión espiritual de los europeos existe incluso antes de las grandes religiones.

El Mensur, la tauromaquia o el calcio storico están vinculados con la idea de heroísmo, en realidad. Me refiero a la idea de los poemas de Homero, al pasado más profundo de nuestra cultura occidental. Yo creo que ese pasado está aún operativo ahí, en nuestro sistema de ideas. Todavía tenemos las imágenes arquetípicas de los héroes, por ejemplo. La modernidad, por supuesto, ha tratado de eliminar estas imágenes porque son imágenes violentas, y no se puede regir una sociedad sólo con los valores del heroísmo. El siglo pasado ya vimos dónde lleva eso. Pero, aún así, siguen existiendo en tradiciones como el Mensur. No podemos eliminar esa parte de nosotros, esa parte que nos conecta con las profundidades de ser europeo.

A menudo se dice, por ejemplo, de la tauromaquia, que va a desaparecer. Incluso hay regiones de España donde se ha prohibido. Dado su interés por este tipo de tradiciones. ¿Cómo ve usted la supervivencia de tradiciones como el Mensur?

Este tipo de tradiciones nunca van a desaparecer. En el caso del Mensur, sólo se puede practicar si formas parte de las hermandades de estudiantes que las practican. Y yo creo que éstas van a seguir existiendo aunque sólo sea por la posibilidad que tienen de provocar a la sociedad actual. Ahora mucha gente quiere ser influencer y cosas así. Pero siempre habrá gente que quiera provocar, siguiendo tradiciones culturales. Además, he visto que el boxeo, las artes marciales mixtas o las artes marciales, en general, tienen ahora una demanda en auge. La gente está buscando lo que no pueden encontrar en la sociedad, en los márgenes de la sociedad o fuera de ella incluso.

Los gimnasios, de hecho, pueden verse como santuarios del heroísmo en una sociedad en la que se prima la debilidad. Así puede entenderse ese auge de las artes marciales mixtas, por ejemplo, en la industria del entretenimiento. La gente está en busca de algo que no encuentran en la mal llamada ‘normalidad’ de la sociedad.