A la derecha española sus rivales políticos le reprochan no ser homologable con la derecha europea. Pues bien, habrá quien vea parecidos y diferencias razonables entre el PP y Vox y las fuerzas conservadoras de Alemania que analiza en esta entrevista con Revista Centinela el historiador alemán Andreas Rödder (Wissen, 1967).
Este miembro de la Unión Demócrata Cristiana (CDU), profesor de la Universidad de Maguncia que también ha dado clases en la prestigiosa Universidad John Hopkins de Estados Unidos, fundaba hace apenas tres años una organización dedicada a dotar de armas argumentales al mundo conservador. Denkfabrik R21 se llama su iniciativa.
A través de ella Rödder y compañía invitan, sobre todo a los democristianos alemanes, a entrar de lleno en «la batalla cultural» y, por una vez, a abandonar el cierto pasotismo y la holgazanería intelectual propia de muchos democristianos en puestos de responsabilidad.
Esas son flaquezas que lamenta Rödder en los cristianodemócratas alemanes, a los que, a su entender, sentó muy mal ideológicamente la ‘era Merkel’. En los dieciséis años en los que Angela Merkel ocupó la Cancillería Federal, los democristianos teutones se dejaron conquistar sin oposición por lo que Rödder llama Zeitgeist «verde» en esta entrevista. De ahí que, con Merkel, la CDU decidiera abandonar la energía nuclear, abrir las puertas a 1,5 millones de refugiados entre 2015 y 2016 y no luchar por el modelo tradicional de familia.
Tanto es así que hoy día hay secciones nacionales de la CDU que dicen ser queer, como si aceptaran los principios de una radicalmente izquierdista teoría queer. «Decir que ‘La CDU es queer’ , en realidad, significa establecer eso como norma. Así, la CDU se separa de sus votantes tradicionales» , señala Rödder quien, pese a todo, no pierde la esperanza en que su partido tenga remedio.
Usted es el fundador del ‘think tank‘ Denkfabrik R21. ¿Por qué era necesaria una iniciativa así?
Porque tenemos una falta de fundamento y de sustancia intelectual para hacer políticas liberal-conservadoras en Alemania. Tenemos un vacío porque Angela Merkel abrió lo que llamamos brecha de representación, lo que permitió fortalecer a Alternativa para Alemania (AfD). Al mismo tiempo, Angela Merkel abrió un vacío intelectual que impidió que se pudieran hacer políticas liberal-conservadoras, lo que llamamos en Alemania desarrollar «políticas cívicas» e influenciar en el debate público.
Esos son precisamente nuestros objetivos. La expresión «políticas cívicas» o el concepto de «liberal-conservador» se puede prestar a equívocos en función del país en el que se usen, pero me refiero a posiciones «liberales clásicas» o, también, posiciones de «centro-derecha». En definitiva, hablamos de posiciones políticas orientadas en las ideas de Edmund Burke. O sea, un conservadurismo reformista.
Antes de Denkfabrik R21, ¿No había otras instituciones que debían ocuparse de mantener la integridad intelectual conservadora? ¿Qué ha pasado, por ejemplo, con la Fundación Konrad Adenauer de la CDU?
Lo que ha pasado es que, en muchos países, particularmente en Alemania, desde la crisis financiera global de 2008, estamos en un Zeitgeist dominado por Los Verdes. Este Zeitgeist también ha tenido un impacto político, incluso cuando la CDU ha gobernado desde 2005 hasta 2021 con Angela Merkel como canciller. La CDU ha seguido ese Zeitgeist. Y la CDU es, por tanto, un partido que se ha adaptado a esos principios ‘verdes’.
El «vació» del que le hablaba no se ha producido por una cuestión institucional sino por el cambio de los contenidos políticos de la CDU. Concretamente, respecto a la Fundación Konrad Adenauer, piense en que la CDU en el Gobierno, en 2011, aprobó la salida de la energía nuclear, en 2015 llevó una política de inmigración de «fronteras abiertas» y, en suma, desde el poder se siguió ese Zeitgeist verde y de izquierdas. Todo esto tuvo consecuencias, también en la Fundación Konrad Adenauer.
Cuando habla de Zeitgeist «verde» ¿se refiere al consenso woke?
En parte sí, lo woke está ahí, pero también habría que sumar ahí el movimiento del cambio climático, el post-colonialismo.
Sobre la CDU se tiene asumido que, con tantos años de Merkel en el poder en coaliciones con el Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD), la formación democristiana acabó «socialdemocratizándose». ¿Qué piensa usted?
Yo tomo la tesis de la «socialdemocratización» para explicar lo que ha pasado con la CDU como falsa, porque creo que la CDU, sobre todo, se ha hecho «verde».
¿Y cuáles son los grandes principios de esa hegemonía ideológica verde?
Hablamos de determinadas políticas climáticas y energéticas, uno, de inmigración e integración, dos, y de sexualidad, sexo y políticas sociales, tres. Insisto, en lo que toca a la política energética, la CDU llevó a cabo la salida de la energía nuclear. En política de inmigración, en 2015 se adoptó la política de «fronteras abiertas», y a nivel social, la CDU trató de mostrarse moderna. Y claro, las familias tradicionales dejaron entonces de sentirse representadas por el partido.
En su tiempo en el poder con Merkel, a nivel de política social, la CDU se retiró de los debates. El partido dejó de ser capaz de participar en los debates y de argumentar en dichos debates sociales. Esto lo vemos ahora en lo que respecta a la Ley de Autodeterminación sobre identidad sexual. Un partido cristianodemócrata como la CDU tendría que decir que, para menores, la autodeterminación es algo a lo que oponerse. Pero la CDU y su hermana Unión Socialcristiana de Baviera (CSU) no son capaces de intervenir en el debate. De hecho, se han retirado, ampliando más aún el «vacío» del que le hablaba.
Sobre esta cuestión, resulta insólito que la CDU de Berlín, en las últimas elecciones regionales para la ciudad-estado que es la capital de Alemania, presentara este argumento: «la CDU es queer«. Pero ¿no es para la CDU suscribir lo queer integrar una visión izquierdista y radical del mundo?
Sí. Y ese es el problema. El Zeitgeist verde del que le hablo no quiere tolerancia, sino afirmación. Yo entendería de la CDU que dijesen: «somos tolerantes». Pero una cosa es ser tolerante con lo queer y otra cosa es hacer de lo queer la nueva norma social. Decir que «La CDU es queer» en realidad significa establecer eso como norma. Así, la CDU se separa de sus votantes tradicionales. Entre los votantes cristianodemócratas hay mucha gente tolerante, que no tiene problemas con la homosexualidad o con los queers, pero eso no significa estar de acuerdo con que en las guarderías se presente el ser queer como la nueva normalidad. En esto, la CDU no se ha resistido.
¿Cómo ha pasado para explicar esto? ¿Es una cuestión de que la CDU no tiene gente que piense en cómo afrontar ideas como las de la teoría queer que van en contra de lo que debe ser un partido conservador?
Hay tres razones. Hay pereza intelectual, una suerte de holgazanería y desinterés. Porque comprender lo que está detrás del movimiento queer exige conocer autores como Michel Foucault o como Judith Butler. Hay que conocer los debates intelectuales que hay aquí y esto lleva trabajo. Por otro lado, es más cómodo hacer como si no hubiera una batalla cultural.
La batalla cultural también lleva trabajo y la CDU siempre ha estado muy satisfecha y no ha hecho eso cuando ha gobernado. Y luego está los que dicen: ‘venga, la política social no es importante; porque lo importante son los temas de orden financiero y económico’. Yo creo que esta actitud es un atajo que no lleva a ningún lado. La política cultural y social de hoy es la política financiera y económica de mañana. Sin embargo, la CDU siempre se ha caracterizado en algunos temas por esa pereza intelectual y, en estos temas, eso ha llevado a que no sea capaz de defenderse.
¿Y qué piensa de las voces que aún quedan en la CDU que quieren luchar en esa batalla cultural, como Christian Ploß en Hamburgo, que está a la vanguardia de la lucha contra el lenguaje inclusivo?
Sí, voces como esa existen. Pero son una minoría en el partido. El partido, en general, no quiere dar la batalla cultural, en general, y en lo más alto del partido. En la CDU, se busca evitar este tipo de controversias porque, en realidad, esta pereza intelectual es una característica conservadora de los últimos 200 años, y no sólo en Alemania. Los hay que mantienen que sí, que el pensamiento conservador es un auténtico ejercicio, pero es cierto también que la pereza intelectual es algo que siempre han tenido los conservadores.
Del presidente actual de la CDU, Friedrich Merz, se dijo que era un «anti-Merkel», pero en este contexto intelectual que describe, el partido no ha cambiado nada. ¿No es así?
Así es.
Pero si la CDU no da la batalla cultural. Otros lo harán, y lo hacen. En este caso, AfD.
Y ese es el problema. Yo escucho mucho en la CDU y en la dirección que la batalla cultural no trae nada consigo. Pero eso es un error. Porque precisamente AfD está actualmente ganando mucha popularidad con sus posiciones sobre la batalla cultural. Y también porque la CDU sobre estos temas no dice nada.
¿Es la CSU de Baviera otro partido conservador con una actitud distinta?
De la CSU se ha dicho siempre que es más conservadora que la CDU. Pero esto ha cambiado después de que Markus Söder se haya hecho con la dirección de la CSU. Él es un político oportunista, y eso ha llevado a que la CSU haya perdido también la iniciativa conservadora. Esta iniciativa parece estar en el partido Electores Libres de Hubert Aiwagner. Él ha llegado a decir, el pasado mes de junio en un evento público muy seguido, algo como: «la gente quiere poder decir mamá y papá».
O sea, que la gente no quiere el movimiento queer. Y una política cristianodemócrata consistiría en decir que somos tolerantes ante los queers pero que nosotros representamos y apoyamos a la familia tradicional. Pero el problema es que tenemos ese Zeitgeist «verde» en el que, insisto, lo queer es la nueva norma. Eso por un lado. Por otro lado, tenemos el resentimiento de AfD que sólo quiere la familia tradicional.
En este contexto, ha surgido un partido nuevo, la Unión de Valores, que es una escisión de la CDU. Son gente que se ha ido de la CDU porque cree que el partido cristianodemócrata no se podía reformar. ¿Qué piensa usted de esto?
Yo soy miembro de la CDU y aún no he perdido la esperanza en mi partido. Puedo entender el argumento para dejar la CDU. Pero no lo comparto. No he perdido la esperanza en la CDU. A mí me gustaría que la CDU/CSU fueran reformadas en unas CDU/CSU con un perfil liberal conservador. Por otro lado, tengo dudas de que la Unión de Valores que ha fundado Hans-Georg Maaßen pueda tener éxito. Él no es tan carismático como sí lo es Sahra Wagenknecht [política izquierdista anti-woke que ha lanzado un nuevo partido de izquierdas, ndlr.]. Pero aún es pronto, hay que ver si la Unión de Valores se puede establecer en las próximas elecciones regionales del este alemán de septiembre, en Turingia, Sajonia y Brandeburgo.
La Agrupación Nacional de Marine Le Pen ha obligado a Los Republicanos, el partido de centro-derecha, a jugar un papel superficial en la política francesa. En Italia, Giorgia Meloni se ha impuesto en la familia conservadora. ¿Teme usted que AfD pueda superar en un momento dado a la CDU?
En las últimas elecciones generales, la CDU se llevó un 24% de los votos. A AfD, las encuestas le dan ahora un 22%. Puede pasar de todo. Si la CDU no se erige como alternativa de Gobierno, puede pasar de todo. No hay nada garantizado de por vida, ni siquiera para la CDU, que sigue siendo pese a todo el principal partido democristiano de Europa. La CDU no tiene una garantía de éxito. Pero también mucho depende de cómo evolucione AfD. Yo soy de la opinión de que la CDU no debería tener miedo a AfD. Tendría que ocuparse de los temas que llevan a los votantes a votar por AfD y aportar sus propias posiciones y soluciones. Lo que pasa es que la CDU tiene miedo de AfD en muchos temas porque se ha dejado convencer en muchos asuntos por las fuerzas de izquierda.
Entre la CDU y AfD, dicen los cristianodemócratas, hay un cordón sanitario. En otros puntos de Europa, los partidos conservadores han cooperado o cooperan con las formaciones que están más a la derecha. ¿Qué piensa usted de esta particularidad de la CDU?
He leído recientemente el último libro de Maximiliam Krah, el candidato en jefe de AfD para las elecciones europea de junio. Y en ese libro hay una diferenciación entre los alemanes de origen alemán y los ciudadanos alemanes. Es una diferenciación entre alemanes étnicos y alemanes con documentos alemanes. Esta diferenciación es völkisches Denken [pensamiento radical nacionalista, ndlr.]. Gente como Krah o Björn Höcke y otros líderes de AfD son völkisch. En Francia, Le Pen es nacionalista, y no es lo mismo que ser völkisch. Le Pen, sobre la ciudadanía dice, un ciudadano francés es un ciudadano francés, da igual su origen étnico. Pero en AfD existe esa otra idea, que sugiere que el pueblo del país debe ser homogéneo y que los extranjeros no pueden ser ciudadanos. Esto es algo específico de AfD.
Con todo, yo no soy ningún fan de esta idea del cordón sanitario. Porque esa idea lo que hace es apartar a la gente y no les da otra oportunidad. Yo estoy más a favor de que los partidos pongan líneas rojas en según qué temas. Por ejemplo, vuelvo a esa diferenciación entre alemanes étnicos y alemanes con documentos alemanes. Para mí, esa diferenciación es un no-go. Pero un cordón sanitario me parece políticamente excesivamente histérico. La CDU tiene que ser capaz de ganarse a los electores de AfD con posiciones propias. Porque la mayoría de la gente que vota a AfD no son völkisch. Estoy convencido de esto. Son críticos, sobre todo, con la CDU y con el Gobierno alemán de los últimos quince años.
Déjeme apuntar que el adjetivo völkisch es difícil de traducir al español y permítame recordar que la revista Die Zeit, en su momento, aplicó ese adjetivo a Carles Puigdemont, el independentista catalán fugado de la justicia española. Lo llamó völkischer Populist.
Lo que quiero decirle es que en AfD hay esa idea de que un español, un turco o lo que sea, aunque sea ciudadano alemán en los papeles, en realidad, nunca podrá ser alemán. En el etnopluralismo que manejan en la extrema derecha se defiende que, sin raíces alemanas, no se puede ser alemán. Esta es la diferencia entre la posición nacionalista francesa y la posición völkisch, según la cual, o naciste alemán o no lo serás nunca. El pensamiento völkisch es algo específico de AfD. Y le digo algo, si no abandonan ese pensamiento, en la familia de la derecha europea se van a quedar aislados.
Imagen: Guido Werner.