«Comida rápida» es uno de esos sintagmas en los que el sustantivo resulta secundario y el adjetivo cada vez más irrelevante. Lo esencial es la homogeneización de sabores, productos, costumbres, relaciones laborales y paisajes. La homogeneización de nuestro mundo, que iguala las ciudades a través de la implantación de empresas intercambiables entre sí, con pocas excepciones como Chick-fil-A, la cadena especializada en pollo donde prima la tradición sobre la prisa y la fe sobre las hojas de cálculo.
El 23 de mayo de 1946, Samuel Truett Cathy y su hermano Ben inauguraron el Dwarf Grill, un pequeño restaurante abierto las 24 en Hapeville, en el estado de Georgia, que con el tiempo pasaría a llamarse Dwarf House. Los Cathy eligieron la ubicación por encontrarse frente a una planta de ensamblaje de Ford y cerca del aeropuerto de Atlanta, uno de los más concurridos del mundo. Tras la repentina muerte de Ben Cathy y otro hermano en un accidente aéreo en 1949, Truett y su esposa Jeanette continuaron dirigiendo el restaurante y dos años después abrieron una segunda Dwarf House en la ciudad vecina de Forest Park.
La receta perfecta
Al poco tiempo, el sándwich de pollo de Dwarf House ya se vendía más que las hamburguesas y se volvió tan popular que el matrimonio registró la receta para comercializarlo como un producto con licencia a otros restaurantes. Sin embargo, era difícil garantizar el uso de sus mismos estándares. Así, como algo natural, el primer restaurante Chick-fil-A abrió sus puertas el 24 de noviembre de 1967. Menos habitual fue su ubicación: el Greenbriar Mall de Atlanta. Poner un restaurante dentro de un centro comercial era una idea relativamente nueva. Truett Cathy tuvo que convencer a los dueños de las superficies de que tener un restaurante «no produciría humo ni generaría mucha basura».
A medida que la empresa se expandía, Truett Cathy fue ensayando diferentes recetas para un sándwich de pollo. Descubrió que podía cocinar un trozo deshuesado en una fracción del tiempo que le llevaría prepararlo en una sartén o a la parrilla. Tras años de prueba y error con diferentes condimentos y empanados, en 1964 encontró la combinación de más de 20 especias y dio con el sándwich considerado el primero de pechuga de pollo frito. La receta, inalterada, todavía se respeta en todos los Chick-fil-A, y permanece custodiada en una caja fuerte de la sede principal de Atlanta.
Los domingos son sagrados
Además de por su carácter pionero, si por algo es conocida la cadena es porque siempre, cuando y donde nadie lo hace, ha cerrado los domingos. De hecho, ha sido una política desde que Truett Cathy abrió Dwarf Grill en la década de 1940, basada en su fe. «Cerrar el domingo, el Día del Señor, es nuestra forma de honrar a Dios y mostrarle nuestra lealtad», escribió Truett Cathy en su libro Eat Mor Chikin: Inspire More People, en el que continúa: «Mi hermano Ben y yo cerramos nuestro primer restaurante el primer domingo después de abrir en 1946, y mis hijos se han comprometido a cerrar los domingos después de que me haya ido. Creo que Dios honra nuestra decisión y pone ante nosotros oportunidades inesperadas para hacer un trabajo mayor para Él».
Por supuesto, no faltan los consultores que han estimado que la cadena pierde millones de dólares al negarse a abrir los domingos. Pero la estrategia también da otros frutos terrenales, al ser un beneficio para los empleados y persuadir a los clientes para que regresen con más urgencia. «No niegan tener la familia en el centro ni sentirse impulsados por una misión», según Adam Chandler, autor de Drive-Thru Dreams: A Journey Through the Heart of America’s Fast-Food Kingdom. «Si hay algo que todo el mundo sabe sobre Chick-fil-A es que cierra los domingos».
Blanco de la cancelación
La fe de Truett Cathy y su familia acabó siendo perseguida por quienes consideran que se puede hacer casi cualquier cosa en público salvo creer en Dios. En concreto, los agentes de la cancelación se agarraron al «historial de derechos de los homosexuales de la compañía». En 2012, el entonces director ejecutivo, Dan Cathy, hijo de Truett (fallecido en 2014), fue tratado con violencia por tener la osadía de afirmar en múltiples entrevistas que la familia es «la definición bíblica de la unidad familiar».
Poco tardaron los verificadores en asegurar que Chick-fil-A había donado millones a grupos contrarios al pensamiento único LGTB y, de manera fulminante, los aeropuertos de Buffalo, Nueva York y San Antonio bloquearon la apertura restaurantes en sus terminales, algunos campus universitarios prohibieron la cadena y uno ubicado en el Reino Unido acabó cerrando a causa de las protestas.
Pese a las pérdidas causadas por la cancelación, Chick-fil-A dona cada día los excedentes de alimentos a comedores sociales, refugios y diversas organizaciones en todos los Estados Unidos, a través de su programa Shared Table. También ofrece a sus empleados becas universitarias y otorga ayudas a ONG. ¡Sin abrir los domingos!