Skip to main content

El movimiento provida de Estados Unidos está a punto de obtener una victoria histórica. Hace unas semanas se filtró el borrador de una sentencia del Tribunal Supremo que podría cambiar radicalmente la regulación del aborto en ese país. En caso de confirmarse el sentido del fallo, la resolución redactada por el juez Alito derogaría la doctrina de Roe vs. Wade (1973).

Este precedente declaró que la Constitución protegía la libertad de la mujer embarazada para elegir abortar sin excesivas restricciones gubernamentales. De esta manera, la accesibilidad al aborto se impuso en todo el país y se privó a los distintos Estados de la posibilidad de impedirlo en sus territorios.

Sin embargo, el presunto proyecto de la Corte Suprema de Estados Unidos afirma ahora lo contrario. «El aborto presenta una profunda cuestión moral. La Constitución no prohíbe a los ciudadanos de cada Estado regular o prohibir el aborto. Roe vs. Wade y Planned Parenthood se arrogaron esa autoridad. Ahora anulamos esas decisiones y devolvemos esa autoridad al pueblo y a sus representantes electos».

¿Qué ha ocurrido? ¿Cómo se ha llegado a esta situación? La mayoría de las noticias no lo explican. Y las que lo hacen se limitan a justificar que la elección de Trump de tres jueces ha escorado hacia el lado conservador la composición actual del tribunal. Algunos tratan de presentar este eventual revuelvo jurisprudencial como un golpe de mano urdido en los despachos de las altas instancias. Sin embargo, esta caricatura no nos permitiría conocer las verdaderas causas de cómo los defensores de la vida han sabido dar la vuelta a un estatus jurídico que el consenso progre presentaba como definitivo e intocable.

El desafío a Roe se inició hace casi cinco décadas. Actualmente estamos asistiendo únicamente al último capítulo. Y si, finalmente, este precedente es derogado, el éxito se deberá no solo al tesón de los provida, sino también al uso de una estrategia que —oh, sorpresa— fue inventada y perfeccionada por los progresistas.

En efecto, el movimiento provida americano (fundamentalmente, religioso y conservador) ha aplicado la misma estrategia de largo plazo que tan buenos resultados ha dado en el pasado a los defensores del matrimonio homosexual y del aborto.

Trabajo desde la base

En los inicios del movimiento provida la mayoría de los grupos eran maximalistas. Aspiraban a modificar la Constitución para reconocer el derecho a la vida de los no nacidos. Esta enmienda permitiría una prohibición total del aborto en todo el país. Con el tiempo, se fueron abriendo paso los impulsores de una estrategia gradualista que replicara los métodos de trabajo de sus adversarios. Dado que la reforma constitucional no parecía un objetivo alcanzable a corto plazo, grupos como Americans United for Life se pusieron a trabajar en el diseño de iniciativas legislativas y casos judiciales que erosionaran desde la base los razonamientos y valores sobre los que descansaba Roe.

La idea era introducir poco a poco pequeñas modificaciones en el ordenamiento jurídico que acabaran por hacer rechinar la fundamentación de Roe. El armazón jurídico sobre el que se edificaba el derecho al aborto no caería de la noche a la mañana mediante una explosión controlada. Acabaría derrumbándose con el tiempo gracias al paciente trabajo de las termitas.

En la década de los ochenta, los activistas provida se centraron en la idea de instaurar el concepto de personalidad fetal en distintas leyes, al margen del contexto del aborto. En esos años se consiguieron avances notables para la protección de los bebés en leyes sobre homicidio, abuso y lesiones personales. La protección de los más vulnerables en estos ámbitos no despertaba el nivel de resistencia y agresividad que el que se producía en el debate sobre el aborto. La mayor parte de los Estados pasaron a considerar a los embriones como personas en casos de homicidio no relacionado con el aborto. Otros tantos pasaron a considerar el consumo de drogas por parte de mujeres embarazadas como maltrato infantil. Todo ello respaldaba los argumentos sobre la dignidad de la vida de los no nacidos. Pero aún nos encontrábamos en la periferia del debate.

El aborto perjudica seriamente la salud

En los noventa, la estrategia legal de los provida subió de nivel. Armados de paciencia, los activistas definieron nuevas vías para demostrar que la base de Roe sobre la salud y la igualdad de las mujeres era equivocada porque el aborto provocaba efectos secundarios y traumas. Al mismo tiempo, se buscaría que las mujeres tuvieran toda la información para poder decidir libremente. Si los laboratorios farmacéuticos estaban obligados a informar de los riesgos que podían producir unas simples pastillas para el dolor de cabeza, no había ninguna razón por la cual no se hiciera lo mismo en procesos médicos mucho más intrusivos.

Así, los grupos como Americans United for Life impulsaron leyes estatales que requerían que las clínicas abortistas informaran a las madres sobre los riesgos que implica un aborto, tales como el estrés postraumático, el arrepentimiento, la infertilidad y el cáncer de mama, entre otros. Un aborto destroza dos vidas. Por eso, muchas madres se replantearon su decisión al descubrir las terribles consecuencias que la industria le ocultaba. Las principales beneficiarias de estas medidas fueron las mujeres de los colectivos con menor nivel cultural y con menos acceso a otras fuentes de información médica.

Además, los laboratorios de ideas provida definieron nuevos paquetes normativos para regular la práctica del aborto con más rigor y mejores estándares de seguridad. Una veintena de Estados introdujeron nuevos requisitos que debían cumplir tanto los médicos como las clínicas abortistas. Seguramente ningún defensor de la vida sueña con estudiar a fondo el funcionamiento de un abortorio ni con localizar las lagunas legales de su normativa técnica. Pero algunos idealistas tuvieron el coraje de hacerlo. Y con mucho éxito. Los costes de las clínicas aumentaron y el número de abortos se redujo. Estas normas específicas resultaron ser muy efectivas y salvaron las vidas de muchos bebés (y de muchas madres). A medida que las clínicas cerraban, muchas poblaciones a lo largo y ancho del país se declararon ciudades refugio. Zonas libres de aborto.

Baby lives matter

El último asalto a Roe fue el cuestionamiento y descrédito progresivo de la noción de viabilidad. En Roe el Tribunal Supremo declaró que una mujer puede abortar hasta el momento en que la vida del feto es viable. En los últimos veinte años, los activistas provida llenaron los juzgados de casos seleccionados que obligaron a los jueces a hacerse preguntas difíciles sobre la protección del derecho a la vida en un entorno científico en permanente evolución. Los avances en el campo de la neonatología han hecho que la base científica sobre la que se apoyó Roe haya envejecido mal y hoy en día parezca una antigualla.

Incluso los profesores de Derecho constitucional más progresistas se han visto obligados a reconocer que la fundamentación de Roe es pobre. Lamentan que ese precedente no se hubiera fundamentado jurídicamente en base a la igualdad de sexos. Esto es la prueba del algodón de que la narrativa jurídica desplegada por el movimiento provida ha sido altamente efectiva.

Para socavar de forma definitiva el criterio de la viabilidad, muchos estados han introducido estándares alternativos. Con este desafío se pretendía mostrar que no existe un consenso social ni científico sobre una cuestión tan relevante como el derecho a la vida. La ley de Mississippi que ahora analiza el Tribunal Supremo protege a los bebés de ocho a nueve semanas antes de la supuesta viabilidad. Georgia reconoce la personalidad fetal a las seis semanas. Alabama ha prohibido los abortos por completo, independientemente del tiempo de gestación. Trece Estados han aprobado la ley del latido, que protege la vida de los no nacidos desde el momento de su primer latido. Además, la ley de Texas de 2021 permite a cualquier ciudadano del Estado demandar por daños a las clínicas abortistas que violen la ley.

Un debate abierto

La decisión del Tribunal Supremo americano no será definitiva hasta que se publique, lo que probablemente sucederá a fines de junio. Si el borrador filtrado a la prensa se mantiene, se prevé que más de una docena de Estados prohíba inmediatamente el aborto en sus territorios. Y si el edificio de Roe no cae este verano, caerá en breve. Sus cimientos están socavados por una labor de termitas que iniciaron unos idealistas hace casi cinco décadas.

Una ola provida imparable recorre el país que sigue siendo la primera potencia cultural. El debate sobre el aborto está absolutamente abierto y la causa provida tiene más convicción y más ilusión que nunca. Sin embargo, en España, cada vez que se trata este tema en un plató de televisión hay alguien que se apresura a declarar que ese debate está superado. Es extraño que en una democracia se pretenda cancelar la reflexión social sobre una cuestión tan importante como el inicio y el valor de la vida humana. En una materia en la que se produce el conflicto entre varios derechos fundamentales el debate nunca estará cerrado del todo.

Los activistas provida estadounidenses nos han dado tres grandes lecciones. La primera: que al adversario hay que respetarlo y aprender de él. La segunda: que en la vida pública los principios no bastan, deben ir acompañados de una buena estrategia y mucha creatividad. Y la tercera: que una guerra cultural solo se termina cuando una de las dos partes se retira. De nosotros depende el futuro.