¿Les gustaría contemplar los frescos y mosaicos de la antigua basílica ortodoxa de Santa Sofía? Pues mucho nos tememos que no va a ser posible.
Tras reconvertirla en mezquita, después de 85 años como museo, el presidente turco Erdogan ha ordenado cubrir dichos mosaicos y frescos. Y es que el Islam prohíbe las imágenes en sus templos. Sirva la noticia como pista de lo que de verdad anima la reivindicación del rezo compartido entre cristianos y musulmanes dentro de la catedral de Córdoba, templo católico desde 1236, y que antes que mezquita, fue basílica.
Lo curioso es que ninguno de los defensores de la titularidad pública de la catedral de Córdoba -es decir, de la expropiación del templo a la Iglesia Católica- ha criticado la decisión del presidente turco. No lo ha hecho la izquierda radical española y, mucho menos, el fundamentalismo islámico. Al final, de lo que se trata es de imponer el rezo musulmán en el templo.Si no, ¿por qué tanta tolerancia con la reconversión de Santa Sofía en mezquita, que Erdogan mismo ha calificado de “hito para el renacimiento islámico hasta Al Ándalus”?
En este estado de euforia expansionista hay que enmarcar las palabras del jeque emiratí Mohamed Al Qasimi, que ha pedido la devolución de la catedral de Córdoba a los musulmanes. ¿Se acuerdan de la Alianza de Civilizaciones, aquel invento de 2005, con la firma y padrinazgo de Zapatero y Erdogan? Pues ha resultado un fiasco, si es que alguna vez fue otra cosa.
¡Y algunos todavía quieren a Turquía en la Unión Europea!