Arizmendiarrieta es el cura que lideró la creación del mayor grupo cooperativista del mundo. El grupo Mondragón cuenta actualmente con más de 70.000 trabajadores agrupados en 268 empresas y cooperativas. Sin embargo, los españoles sabemos muy poco sobre esta figura tan carismática. En este artículo vamos a intentar hacer algo de justicia al sacerdote empresario.
El sacerdote empresario
José María Arizmendiarrieta (1915-1976) nació en el seno de una familia vasca muy creyente. Desde pequeño supo que quería ser sacerdote. Y hacia ese objetivo encaminó sus pasos. La guerra civil le sorprendió en el seminario de Vitoria. Como muchos de su región, acabó en el lado republicano. No quiso empuñar las armas. Trabajó en el periódico Eguna redactando artículos de contenido social, no políticos ni ideológicos. Al terminar la guerra pudo retomar sus estudios en el seminario.
En la posguerra fue destinado a un Mondragón (Guipúzcoa) empobrecido por la guerra. Además del cuidado espiritual, Arizmendiarrieta inició una labor social para generar trabajo para la gente del lugar. Puso en marcha una pequeña escuela politécnica para enseñar distintos oficios. En 1956 fundó, junto con cinco graduados de su escuela, la primera cooperativa, dedicada a la producción de estufas de parafina.
Durante las siguientes décadas, Arizmendiarrieta trabajó con un grupo de personas de confianza para desarrollar cooperativas en distintos de sectores como la industria (electrodomésticos, aeroespacial, automotriz), la distribución (por ejemplo, supermercados, equipos deportivos), las finanzas (banca, servicios financieros, etc.) o la investigación y la educación (con el desarrollo politécnico en la Universidad de Mondragón).
El sacerdote creó Fagor o Eroski, entre otras muchas empresas y siempre con la idea de poner al hombre en el centro de la lógica empresarial. Quería que las personas fueran responsables de su propio trabajo y propietarias de los medios de producción. Arizmendiarrieta aplicó de forma innovadora la doctrina social católica (tal como se articula en las encíclicas Rerum novarum y Quadragesimo Anno). Tanto su biografía como sus Pensamientos están disponibles gratuitamente en la web de la Asociación Amigos de Arizmendiarrieta ).
Para lograr sus objetivos el sacerdote optó por el modelo cooperativo, pero evolucionándolo para adaptarlo a las circunstancias económicas de cada momento. La prosperidad económica de los años sesenta favoreció la expansión del grupo. La idea fue siempre la misma. Cualquier nueva empresa obedecía primero a la necesidad de proporcionar puestos de trabajo para sus miembros y de contribuir a la riqueza de la región. Una vez asegurado esto, la empresa se podía plantear pasar a competir en otros mercados.
Las empresas estaban organizadas democráticamente y vinculadas entre sí por lazos de solidaridad. Además, utilizaban lo mejor de la tecnología y de la investigación científica. Para ello fue fundamental la creación de la Escuela Politécnica Superior y la Universidad de Mondragón. Cuando el grupo necesitó financiación, Arizmendiarrieta fue visionario y optó por fundar una entidad de crédito propia: la Caja Laboral-Laboral Kutxa. Ningún problema era insalvable para este sacerdote empresario y siempre quiso velar por la autogestión del grupo.
D. José María tenía como lema: «Ser sacerdote, siempre y en todo sacerdote». Eso le llevaba a no meterse en disputas políticas y centrarse en mejorar la vida de sus vecinos. Además, concedía gran importancia a valores como la austeridad, el silencio o la laboriosidad. A pesar de haber creado un «imperio» empresarial, llevó su voto de pobreza hasta sus últimas consecuencias y falleció sin tener ningún tipo de bien a su nombre. Sus pertenencias cabían en una maleta de mano.
El documental El hombre cooperativo (disponible en Amazon Prime) combina el retrato de un hombre de fe con la presentación detallada de los aspectos sociales, económicos y políticos de su obra. En él se recogen una variedad de entrevistas a los discípulos de D. José María, a los actuales responsables de las cooperativas y a las personas que están impulsando su proceso de beatificación. El resultado es una obra artística sobre la fe en acción. «Arrizmendiarrieta era una persona que, aunque pensaba en el paraíso y en el cielo, se preocupaba por el progreso de los ciudadanos», afirma el director, Gaizka Urresti.
La obra de Arrizmendiarrieta es impresionante y ha sido objeto de análisis internacional. Su ejemplo ha servido como fuente de inspiración incluso en los rincones más alejados del planeta.
Un sacerdote inspirándose en otro sacerdote
El primero en poner el grupo Mondragón en la mesa de estudio fue otro cura: el padre Greg MacLeod. Este sacerdote nació en una familia católica de clase trabajadora en Cape Breton (Canadá). Era el tercero de nueve hermanos y muy pronto desarrolló inquietudes intelectuales y sociales. Estudió filosofía y estuvo muy implicado en el activismo social en sus viajes por Europa e Hispanoamérica. De él se ha dicho que «era sacerdote de vocación, filósofo de profesión y empresario por necesidad». Inició el Antigonish Movement en los años treinta como una forma de buscar una tercera vía, alternativa al comunismo y al capitalismo en Nova Scotia.
El Antigonish Movement impulsó multitud de cooperativas (plantas de procesamiento, cooperativas de crédito, supermercados, etc.) que contribuyeron a mejorar la economía local y la calidad de vida de los vecinos. Sin embargo, en los años cuarenta y cincuenta, el dinamismo empresarial del movimiento comenzó a decaer. El sueño cooperativo terminó, porque el movimiento no supo adaptarse a una economía cada vez más compleja.
Tras esta experiencia, en las décadas siguientes MacLeod siguió de cerca el trabajo del padre Arizmendiarrieta, cuyo grupo cooperativo cobraba cada vez más vigor. En From Mondragon to America: Experiments in Community Economic Development (1993) el padre MacLeod analizará el éxito del proyecto vasco para intentar adaptarlo al otro lado del Océano. Las lecciones clave que extrajo de la «experiencia Mondragón» fueron la necesidad de innovar para adaptarse a los cambios en la economía (incluyendo tecnología y acuerdos comerciales) y el papel clave de los socios institucionales, especialmente de las instituciones de educación superior.
Arizmendiarrieta deslumbra a la estrella del rock
Mondragón también captó la atención de los gurús de la economía que buscaban alternativas a un capitalismo cada vez más galopante. Uno de ellos fue E.F. Schumacher, uno de los rock stars de la economía en los años setenta. Schumacher había sido profesor en Columbia y Oxford y en ese momento era el economista jefe de la Britain’s Coal Board en una época en la que la minería seguía siendo la mayor industria del país. Este economista abogaba abiertamente por un modelo económico centrado en las necesidades reales de la gente. Para ello, propugnaba la necesidad de abandonar el gigantismo, volver a la economía local, respetar el medioambiente y desarrollar una tecnología con rostro humano. Schumacher optaba por impulsar empresas que respetaran una proporción humana.
Schumacher venía rebotado del marxismo, pasó por una época de deslumbramiento budista y acabó convirtiéndose al catolicismo. En Small is beautiful Schumacher pone al grupo Mondragón como ejemplo de lo pequeño dentro de lo grande. Schumacher era consciente de que, en algunas actividades, la economía requiere organizaciones grandes para poder prestar correctamente el servicio. Para estas situaciones Schumacher crea la idea de la pequeñez dentro de la grandeza. Él concibe las organizaciones grandes como un conjunto armónico de unidades más pequeñas dotadas de la mayor autonomía posible. Para ello recurre al principio de subsidiariedad que encuentra… en la encíclica papal Quadragesimo Anno, de Pío XI.
Para Schumacher, Mondragón es un ejemplo perfecto. Un gran grupo industrial formado por una constelación de decenas de cooperativas autónomas e independientes, controladas por los propios trabajadores, con capacidad financiera propia y recursos para el auxilio mutuo.
Distributismo del siglo XXI.
Race Mathews va más allá y en su libro Jobs of our own identifica la Corporación Mondragón como el ejemplo perfecto de distributismo evolucionado. Mathews es un economista con más de cincuenta años de experiencia en la política australiana. Y allí ha desempeñado puestos de responsabilidad. Mathews ha consagrado su vida intelectual a la misión de actualizar el pensamiento de Chesterton y Belloc para adaptarlo al siglo XXI. Y ve en la obra de Arrizmendiarrieta la síntesis perfecta de la doctrina social de la Iglesia y de las ideas de los distributistas ingleses. Un ejemplo digno de estudio de cómo se pueden movilizar los recursos locales y regionales al servicio del desarrollo social y regional.
De Mondragón al mundo
El movimiento Mondragón surgió a mediados del siglo pasado y se ha convertido en referente mundial de la economía social. Setenta años después de su puesta en marcha, la Corporación Mondragón constituye el primer grupo empresarial vasco. Se trata de la mayor agrupación de cooperativas del mundo y opera en 150 países. Su filosofía empresarial es estudiada y adoptada a nivel internacional. Aquellos empresarios que quieran aplicar a sus proyectos un ideario católico pueden encontrar en la obra de Arrizmendiarrieta una buena fuente de inspiración. También puede ser muy útil para aquellos desencantados con las empresas apátridas y que consideran que deben apoyarse los proyectos con arraigo en el territorio. Pasen de Steve Jobs y de Elon Musk: estudien a Arrizmendiarrieta.