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Pedro Schwartz es catedrático de Economía en la Universidad Complutense de Madrid, la Universidad Autónoma de Madrid y la universidad Camilo José Cela. Es uno de los mayores referentes del liberalismo en nuestro país. Aparte de su impresionante hoja de vida, es un entrañable conversador con el que tuvimos ocasión de reunirnos hace unas semanas, junto a  nuestros compañeros de New Direction. Schwartz nos advirtió de la peligrosa erosión de la Constitución del 78 provocada por quienes buscan concentrar su poder político…

Ha afirmado usted en alguna ocasión que, sobre el motor de la riqueza, deberíamos hablar no tanto de la acumulación del capital como de la actividad de los individuos. ¿Podría explicarnos por qué?

Creo que la expresión «capitalismo» está muy equivocada porque pone el enfoque en la acumulación de capital como explicador del gran enriquecimiento que ha ocurrido en la historia de la humanidad desde 1850. El capital es algo que se acumula, luego que hay nuevas ideas para invertirlas bien. El Imperio Español tenía mucho capital y tenía muchas minas en América. A pesar de eso España no ha sido el centro del gran enriquecimiento. Esto ocurrió primero en Reino Unido, luego en Estados Unidos. Entonces no es la acumulación de capital la que lo explica, sino las nuevas ideas que se pueden crear en un ambiente de libertad y respeto para quienes son emprendedores.

Creo haberle leído en alguna otra ocasión que uno de los problemas de los Estados es que funcionan mal. ¿Cree que es posible que el Estado pueda en algún momento servir al bien común de sus ciudadanos?

Lo primero es decir es que los Estados no aportan al PIB. Consumen el PIB. Naturalmente sí que aportan en asuntos del orden público—no en todos los países se consigue. Los Estados muchas veces son bandidos. Pero sí, el Estado aporta un mínimo que es necesario.

Los Estados tienen una situación mixta, porque en parte consumen y malbaratan. En otra parte protegen a quienes están produciendo la riqueza.

Ha dicho alguna vez que no le importa la desigualdad. Le preocupa la pobreza. ¿Usted cree que este sistema liberal que defiende acabe con la pobreza?

En efecto, es importante hablar de la pobreza y no tanto de la desigualdad. Las cifras dadas por las Naciones Unidas son las siguientes: las personas que vivían con 2.5 dólares al día, en 1970 representaban el 44% de la humanidad (si es que vivían). En la actualidad, esa cifra ha caído al 14%, con un crecimiento muy notable en la población mundial.

Por lo tanto, la primera noción es que, si la pobreza se ha reducido en esa cuantía, ha disminuido la desigualdad. La mayor desigualdad es no comer y morirse, o que mueran los niños por la falta de vacunas. El debate se enfoca en los ricos, pero lo importante es preguntarse ¿por qué hay menos pobres? La pobreza se ha reducido muchísimo y, por lo tanto, ha aumentado la igualdad.

El título de uno de sus libros es Montesquieu en riesgo: los peligros que está afrontando la democracia liberal. ¿Cuál es su tesis y por qué cree que la separación de poderes está en peligro?

Hemos hablado antes de la contribución del Estado al gran enriquecimiento y, ahí el peligro de que el Estado, lejos de contribuir, sea una fuerza negativa. Ese peligro es el que nos acecha desde el punto de vista de una mala interpretación de la democracia. Naturalmente la democracia es igual que la economía en el sentido de que los individuos queremos participar en el cómo se nos gobierna y, sobre todo, evitar que se nos gobierne mal. La democracia es «cómo mandar su casa a un poderoso sin que corra la sangre».

Sin duda para que los poderosos no abusen de su poder hay que poner barreras, lo que llaman los americanos «checks and balances», que son límites y equilibrios. Uno de los principales es la división de poderes y fue Montesquieu el que subrayó esa importancia de la división de poderes

En España ahora, no solo por aumentar el papel del Estado, sino por el deseo de la gente en mantenerse en el poder, se están erosionando las limitaciones que la Constitución pone a la concentración de poder en una mano. Si se concentra en una, ¡peligro! Peligro para la creación de riqueza y para los derechos humanos. Por eso, el que veamos esa deriva anticonstitucional en España es gravemente preocupante.

¿Qué soluciones habría para intentar poner un poco más a salvo a Montesquieu?

Ningún sistema es perfecto y ciertamente el de nuestra Constitución del año 1978 no es ni mucho menos perfecto. Hay toda clase de elementos ahí. Pero, por lo menos conservemos eso…por lo menos. Fue difícil el montarlo después de una larguísima dictadura.

Naturalmente, hay gente que los ricos son muy poderosos y, por lo tanto, antes que limitar el poder de los políticos hay que emplear el poder los políticos para que los ricos sean menos poderosos y así dividir su fortuna.

La competencia es un elemento muy importante para limitar el poder de los ricos—que a lo mejor tienen una cantidad acumulada y luego se la gastan en yates grandísimos. Pero la competencia llega, incluso para estos ricos de Microsoft y de compañías tecnológicas. Cuántas de estas nuevas ideas en el pasado ya no las empleamos siquiera, sino que empleamos otras. Por eso no es tan necesario el controlar el poder de los ricos cuando se cuando hay competencia espontánea, y no tribunales de la competencia, sino las nuevas ideas.

El futuro la libertad está en manos de las nuevas ideas, esas nuevas ideas que aumentan las posibilidades que tenemos.

Se critica al neoliberalismo con una paradoja de que posiblemente tenemos unos regímenes políticos que garantizan más nuestras libertades, pero luego perdemos libertad a la hora de ejercerlas. ¿Usted cree que este es un fallo del liberalismo y, si es así, qué se puede hacer para corregirlo?

Hace dos días he estado viendo en un cine El Cascanueces. Maravilloso. Me gusta mucho la música de Tchaikovski. Tchaikovski era homosexual y los oficiales de su regimiento, cuando sospechaban que había tenido relación con otro hombre le obligaron a suicidarse. Tuvo que tomarse un vaso de agua contaminada que salía del grifo y murió de cólera. Eso ya no ocurre en algunos países. En algunos sí. Indonesia—que es un país democrático—castiga con cárcel todo lo que sea sexo fuera del matrimonio.

Entonces, ¿por qué somos más libres personalmente? Entre otras cosas, porque conocemos lo que hacen otros. Los métodos de comunicación que tenemos ahora nos dicen cómo se puede vivir de otra manera. El sistema nos ha dado un amplio poder de hacer lo que creemos que está bien, o hacer lo que queramos.

En el mundo actual occidental, la libertad de información es grande. No es perfecta. Pero la competencia de la información es esencial para ese avance social que estamos viendo en España.

Por lo tanto, el sistema de libre competencia, de libre economía…el sistema que limita los abusos de los políticos, creo que está fomentando las formas de vida que antes eran imposibles.

Puedes ver la entrevista completa aquí: