Las palabras que llevaron a Giorgia Meloni al Olimpo de la política europea son ahora una marca registrada de la futura Primera Ministra y han traspasado las fronteras nacionales en español gracias a su famoso discurso en Madrid: «Soy mujer, soy madre, soy italiana, soy cristiana». No se trata de un mero eslogan electoral, de un golpe de efecto, sino de la síntesis de un programa político e identitario opuesto a la retórica de una izquierda cada vez más aplastada por la ideología liberal-progresista y globalista, que pretende la destrucción de las identidades nacionales y culturales.
El ascenso de Giorgia Meloni en Italia —en un momento en el que los liderazgos son fluctuantes y efímeros— es fruto de un largo recorrido político, que comenzó en 2013 con el nacimiento de Fratelli d’Italia a partir de la escisión a la derecha del Popolo della Libertà, entonces liderado por Silvio Berlusconi, del que la propia Meloni fue ministra de Juventud entre 2008 y 2011. Desde entonces, Giorgia Meloni ha sido capaz de revitalizar la derecha italiana y liderarla en el último tramo de un camino que comenzó en 1995 con el «punto de inflexión de Fiuggi», y que ha llevado a Fratelli d’Italia al ECR y, por tanto, a la gran familia de los conservadores europeos.
Desde 2013 Fratelli d’Italia se ha colocado en la oposición a cada gobierno de la izquierda y el Movimiento Cinque Stelle. Nunca han cedido a los halagos ni a los ofrecimientos de cargos gubernamentales, lo que ha producido la percepción de Giorgia Meloni como una líder sólida, coherente y poco propensa a los compromisos. Ese «nunca entraremos en el gobierno con la izquierda o las cinco estrellas», reforzado en los años del gobierno Draghi por el «no participaremos en gobiernos fuera del perímetro del centro-derecha» han permitido a Fratelli d’Italia mantener una integridad que ha llevado a los votantes decepcionados por la adhesión de Lega y Forza Italia a los gobiernos de unidad nacional a elegir a Giorgia Meloni como su líder de referencia.
ECR y apoyo a Ucrania
La consolidación de Giorgia Meloni como líder del centro-derecha pasa por dos momentos fundamentales. El primero es de carácter político, pero es simbólicamente importante: la conquista de la Presidencia del Partido de los Conservadores y Reformistas Europeos (ECR) el 29 de septiembre de 2020. El segundo es la elección responsable de apoyar al Gobierno y adoptar una posición claramente atlantista desde el inicio del conflicto ruso-ucraniano. Una elección que indicaba claramente el posicionamiento internacional de la derecha italiana, disipando cualquier intento de la izquierda de instrumentalizar la crisis para golpear al centro-derecha.
El resultado de estas últimas elecciones generales ha sido claro y permitirá encomendar a Giorgia Meloni la tarea de formar Gobierno y dar a Italia el primer gobierno de orientación conservadora de su historia. La victoria de Fratelli d’Italia también produce un cambio histórico entre la derecha popular y la derecha conservadora. La primera, de matriz liberal-católica, ha protagonizado junto a Silvio Berlusconi los últimos treinta años de la historia política italiana. La segunda es, en cambio, conservadora e identitaria. Este relevo simbólico, atravesado por un periodo en el que la Lega de Matteo Salvini obtuvo el histórico resultado del 34 % en las elecciones europeas de 2019, cristaliza la génesis ulterior de la derecha italiana, convertida ahora en la barrera de defensa de los valores y la identidad. Y es aquí cuando ese eslogan reaparece, transformado, readaptado, pero presente en la opinión común no sólo de los italianos sino de todos los europeos: Dios, Patria y Familia.
La transformación político-cultural de Europa
Giorgia Meloni no es sólo una líder italiana, sino una líder europea, que deberá liderar también a los conservadores en su crecimiento y avance electoral en las próximas elecciones europeas. El sueño, una vez alcanzado el poder en Italia, es claro: romper la alianza entre el Partido Popular Europeo y los socialistas, dando a Europa un gobierno entre populares y conservadores, imponiendo un cambio histórico en la Unión Europea de carácter cultural e identitario.
La determinación es la enseña de Gorgia Meloni; querida, pero sobre todo admirada por todos los miembros de su partido. No hay diputado o senador que no alabe su preparación, su dedicación al estudio, su capacidad de autoaprendizaje de idiomas y de materias complejas. Y, después, la fascinación de su capacidad de no decepcionar nunca, de sorprender siempre a partidarios y adversarios. Los opositores no lo admiten, pero la temen, la estiman, la envidian. Giorgia Meloni será la primera mujer Primer Ministro de Italia, es la primera mujer líder de un partido italiano y europeo (ECR), y es la derrota en vida de la izquierda, de su retórica y de sus batallas políticamente correctas. Giorgia Meloni ganó porque fue capaz de transmitir a los italianos la idea de que «se gobierna un país como se cría a un niño».