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Hay vida inteligente en el Espacio Encuentro

Un momento del evento con Gregorio Luri, autor de ‘La imaginación conservadora’, en Espacio Encuentro. | FERNANDO DÍAZ VILLANUEVA

Imaginen un miércoles, a las ocho de la tarde. Tarde de fútbol; más aún, de clásico, ya que el partido lo disputan el Real Madrid y el Barça. ¿Se imaginan que, en una calle de la capital en la que, a la misma altura, coexisten un respetado bar y un espacio cultural, ese día gane por goleada el aforo del segundo?

Pues, aunque sea impensable, sucedió. El pensamiento ganó al pasatiempo, damos fe. Los competidores fueron el citado bar y Espacio Encuentro, y si echábamos una ojeada a ambos locales, éramos más los que escuchábamos filosofar a Gregorio Luri mientras saboreábamos una copa de vino que los que echaban pestes del VAR y de Piqué con una cerveza en la mano. Sí, las comparaciones son odiosas, pero siempre hubo grados en la perfección y nos traicionaríamos si lo obviáramos.

Y cabe preguntarse, ¿qué tendrá ese Espacio Encuentro para engañar a tanto insensato y conseguir que falten a la cita más importante del fútbol nacional? Los ingredientes de su receta son pocos, pero inmejorables. Tan sólo un piso céntrico de Madrid, libros (muchos libros), unas sillas y una propuesta interesante sobre la que dialogar. Ya está. Bueno, y unas cuantas botellas de buen vino, fundamental para una animada conversación y cierta elevación del espíritu.

Un gimnasio para el alma

A fuego lento, sin prisa, respetando los ritmos de la sociabilidad, va cociéndose un ambiente delicioso. Despegándose las lenguas del paladar y desengrasándose las maquinarias de los cerebros, la conversación tarda poco en desplegarse. Y ya se sabe, una vez comenzada, es difícil ponerle fin, sobre todo cuando es interesante. Dan las doce de la noche y seguimos charlando y poniendo cara a nuestros conocidos de las redes sociales, tejiendo relaciones y amistades, algo tan complicado por la vertiginosa vorágine en la que vivimos.

Por eso, hay quien compara Espacio Encuentro con un gimnasio para el alma, una rutina de entrenamiento, cinta espiritual, operación bikini de las ideas que pululan en la cabeza. Cosa meritoria, ya que es una criatura recién nacida: la iniciativa no lleva ni tres meses funcionando (su primer acto fue el 10 de diciembre), pero ya se ha ganado un respetado hueco en la estima de los aficionados a pensar por sí mismos.

Comparte sede, a dos minutos del Parque del Retiro, con la editorial Encuentro, de la que toma nombre. Conocida es la inquietud y la vocación de promover el pensamiento de sus directivos, con lo que era de esperar que el Espacio fuera un lugar donde frenar la demasiado intensa actividad profesional, pararse a escuchar y comenzar a hacerse preguntas.

Una silla donde tomar asiento

Por el momento, aunque lleva muy poco tiempo de vida, ya han pasado por Espacio Encuentro el autor de La opción benedictinaRod Dreher y el citado Gregorio Luri. Ya se han dejado ver por el lugar intelectuales como Armando Zerolo o Juan Claudio de Ramón. Los universitarios que aún creen en la Academia lo tienen como lugar común donde charlar hasta terminar agotados.

Porque Espacio Encuentro hace gala de su nombre: nació para promover las relaciones humanas, el diálogo, el compartir ideas a través de la cultura, y lo cierto es que cumple con ese objetivo. No al estilo de otros centros culturales, de acuerdo; uno no se encuentra con un Buda de yeso en la entrada ni se le ofrece un cojín en el suelo, sino una silla donde tomar asiento. El ávido de transgresiones se tendrá que conformar con la decoración, rompedora, con fuerte presencia del amarillo, ladrillo visto y madera, además del objeto estrella, una mesa que puede elevarse hasta el techo mediante un sistema de poleas, permitiendo multiplicar el aforo en menos de un minuto.

Pero sin duda, lo más recomendable para el que le gusten las provocaciones será dejarse llevar por el ambiente de los visitantes del Espacio: una suma de curiosidad e inconformismo con el pensamiento líquido y blandito que domina la cultura. Déjense impregnar por esta corriente de pensadores que frecuentan el Espacio Encuentro. Vayan por allí, echen un vistazo sin demasiada prisa, paladeen los buenos libros que tendrán a su alcance, pregunten cualquier tontería con la excusa de iniciar una conversación… Y enseguida se verán envueltos en ese ambientillo de jubilosa inquietud. Cuidado, porque casi con total seguridad, en pocos minutos les ficharán para organizar un acto en el propio Espacio, les habrán presentado a personas y personajes que les complicarán la existencia y les comprometerán con la difusión de la cultura, se verán partícipes de una comunidad de locos (algunos les tacharán, con miradas por encima del hombro, de frikis) y harán amigos para toda la vida. Y todo eso, se lo aseguramos, sí que es una emoción fuerte.