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La Escuela de Nuevas Masculinidades de Ada Colau –el Ayuntamiento de Madrid (¿tu quoque, Almeida?) también ofrece este tipo de formación dirigida a reprogramar hombres para obtener su versión homeopática– tiene su contrapunto en Francia. Julien Rochedy (Guilherand-Granges, 1988) es el hombre detrás de École Major, un proyecto online en el que trata de ayudar a sus congéneres con esto de la virilidad, tan vapuleada en nuestros días.

En efecto, tras detectar que la deconstrucción por parte del sector feminista está dejando la masculinidad hecha unos zorros, y provisto de una sólida formación nietzscheana, el antiguo jefe de las juventudes del Frente Nacional ha creado, en 2018, una plataforma con el objetivo de  luchar contra la descomposición ideológica y antropológica que resulta de la posmodernidad y el nihilismo.

Pero, ¿quién es ese Chad?

Por partes. El carismático francés estudió Ciencias Políticas en la Universidad de Lyon. La memoria de su máster en Relaciones Internacionales es el reflejo de una pasión por Nietzsche que no ha abandonado. Su título fue Nietzsche y Europa y ha sido incluida en su primer libro, Nietzsche el actual. El filósofo alemán ya advirtió en su día que había que leerle cien años después de su muerte, pero no sólo es actual por eso, también porque predijo todo el siglo XX, con su decadencia y su nihilismo. A Rochedy le salvó en una juventud en la que vivía frustrado y lleno de resentimiento, al enseñarle a distinguir lo noble de lo mediocre, a rechazar imbecilidades moralistas, a transformarse “en luz y en llama”.

Entre 2006 y 2014 Julien Rochedy milita en el Frente Nacional, partido de ultra derecha francés (ahora RN), encargándose de la formación de jóvenes. Si bien él defiende una política que dé respuesta a la gran demanda patriótica, identitaria y conservadora del país, cree que el partido falla con una nefasta estrategia de comunicación y, en el orden ideológico, apostando por  un soberanismo integral, sin reparar en que no hay una transversalidad: el soberanista de izquierdas no vota a un partido de derechas. Y todo a pesar de que cuando la derecha no es liberal, sino popular, recoge el voto obrero.

Para reconstruir el pasado político -y aventurarnos en el futuro- de Rochedy es necesario recurrir a Guillermo Fernández (@guillefdz85), profesor de la Universidad Carlos III y autor del libro Qué hacer con la extrema derecha en Europa. El caso del Frente Nacional. Según nos cuenta amablemente: “Rochedy fue un valor en alza en el partido, muy apreciado por Phillipot (vicepresidente FN en aquel entonces). Después fue muy crítico con la familia Le Pen. Cree que el apellido Le Pen es un problema para las ideas que vehiculan”.

Pese a que Rochedy se presenta como un jubilado de la política, Fernández no lo tiene claro: ”Julien Rochedy está próximo a lo que Marion Maréchal aspira a hacer en Francia, que es una reunión de las derechas, a partir de un programa de principios políticos y éticos fuertes, pero diluyendo el protagonismo de la familia Le Pen. No sigue la lógica de clan que había hasta ahora”.

Sea como fuere, sus ocupaciones como ensayista, centinela de la civilización europea y pesadilla de las feministas le mantienen bien ocupado.

Masculinidad y psicología sexual

Tres citas es todo lo que necesito. Tres citas y estarás aquí, el puesto más alto en la ronda de medallas, donde 8 de cada 10 mujeres creen que el primer beso les dará todo lo que necesitan saber sobre una relación”.

¿La escuela de masculinidades de Rochedy tiene algo de Hitch, la escuela del especialista en seducción Will Smith? Rotundamente no. Se trata de algo más aseadito y sofisticado. De hecho, el francés no oculta su inspiración: The art of manliness. Se trata de la mayor publicación independiente sobre estilo de vida para hombres que celebra la vida y la masculinidad sin complejos, como nos contó en su día el diplomático y escritor Mario Crespo en un formidable artículo para Centinela.

Pero no solo eso: el curso “Mentalidad Superior” está apoyado en la lectura de obras de Evola, Nietzsche, Le Goff (Héroes y maravillas de la Edad Media) o Courtine (Historia de la virilidad).

Rochedy lo tiene claro: en esta sociedad nihilista e igualitaria vale más ser de carácter débil, inculto, pusilánime y carecer de objetivos, espiritualidad o familia. En definitiva, no tener virilidad. El propósito es convertir a los hombres en pacíficos consumidores, depresivos y fracasados. Las referencias que tenían hace 50 años los hombres de sus ancestros han sido demonizadas cuando no caricaturizadas. Compartiendo en su curso los elementos éticos, filosóficos y psicológicos detrás del comportamiento de los verdaderos hombres de éxito, Julien Rochedy pretende esbozar a qué debe parecerse un hombre hoy en día.

El otro curso de la plataforma se titula «Psicología Sexual» y tiene el siguiente leitmotif: nos cuentan historias y nos mienten. En él colabora su novia (o ex, este extremo no lo hemos confirmado, que no somos el Hola!). Una espectacular Eva Vlaar -periodista y filósofa holandesa- interviene en una formación que parece un poco más proclive al salseo, ya que resuelve preguntas como: ¿Qué es el eterno femenino? ¿Qué esperan las mujeres de los hombres? ¿Necesitan los hombres la prostitución? ¿Están los espermatozoides hechos para la guerra? ¿Por qué las feministas no pueden ser otra cosa que desgraciadas? ¿Por qué a las mujeres les gustan los bad boys?

Según Guillermo Fernández, quizá podamos encontrar, con muchísimos matices ,empezando porque éste viene de la izquierda, al homólogo patrio– por su lucha contra el feminismo de cuarta ola- de Rochedy en el YouTuber y escritor asturiano Roma Gallardo.

Haz el amor y la guerra

Su nuevo libro se llama El amor y la guerra -Responder a las feministas-. Rochedy pretende con él armar con argumentos a hombres y mujeres frente al feminismo ideológico, enemigo de la humanidad. Con la victoria de Biden en Estados Unidos, el fanatismo woke está desatado. En la mayoría de países campa a sus anchas en la propaganda de los grandes medios, pero también en la escuela, de modo que pronto alcanzará su objetivo de aniquilación de la masculinidad. Para el autor, la deconstrucción es sinónimo de destrucción, por lo que considera urgente abordar desde un punto de vista histórico, filosófico y  biológico el papel de la masculinidad en la sociedad y las relaciones entre ambos sexos. Julien Rochedy se define como el perfecto feminista, si esto fuera de mejorar la vida de las mujeres y defender sus derechos y protección. Pero se ve en la necesidad de acotar que su negociado es el feminismo ideológico, aquel sustentado en negaciones delirantes, que señala a un enemigo y que promete, como la serpiente a Eva, un paraíso perfecto de igualdad a cambio de la declaración de guerra a nuestro pasado, a la biología y a la naturaleza.

Afortunadamente, no se pierde en estadísticas de brechas de salario inexistentes y víctimas de violencias discutibles, sino que se centra en desmontar los cuatro puntos, sistemáticamente falsos, sobre los que el feminismo radical sustenta su discurso. A saber: Que las diferencias psicológicas entre hombres y mujeres son estereotipos sociales (a Julien le parece sospechoso que aquellos que quieren, a priori, salvar la naturaleza de nuestro entorno, quieran fulminar la del ser humano); la opresión de las mujeres por el patriarcado; que el amor entre “lo masculino y lo femenino”, en tanto que género y sexo, es una trampa para las mujeres y, finalmente, que el feminismo beneficia a las mujeres y que todo aquello que se oponga a sus enajenaciones es misoginia.

Información de servicio público. “Por la salud mental de la población”- asegura.

En 2006 el periodista francés de origen argelino, Éric Zemmour, escribía El Primer Sexo. La obra denuncia la feminización de la sociedad y sus consecuencias, prediciendo un escenario de humillación, desgracia y sumisión para los hombres. Ante ello sólo cabe la reacción. Julien Rochedy ha recogido el guante.

Uno de los carteles publicitarios del Grupo de Nuevas Masculinidades del ayuntamiento de Madrid muestra, si he entendido bien al ilustrador, a un joven “racializado” con un chándal y un collar de perlas negras. Rochedy es la viva imagen de un tipo seguro de sí mismo, cultivado, atractivo, masculino, educado y respirando allure.  Pocos tendríamos dudas sobre cuál es un modelo o nuestro sujeto de deseo. Y así será mientras la naturaleza siga imparable, arrolladora y sensual, su curso.

Palabra de Rochedy

En Centinela hemos tenido la oportunidad de charlar con Julien Rochedy sobre cuestiones de actualidad en las que es una voz a tener en cuenta:

Fuente: Valeurs Actuelles

Ya en 2006 Éric Zemmour advertía de los peligros de la inminente feminización de la sociedad. Usted, que ha estado tan vinculado a la política de su país, ¿qué opciones cree que tiene su eventual proyecto en las elecciones presidenciales de 2022?

Zemmour predijo una cierta feminización de la sociedad y ahora se lanza a la política. No sé si tiene opciones de llegar a ser Presidente de la República francesa pero, en todo caso, trae muchas ideas políticamente incorrectas al debate público, lo que convierte a las elecciones en un asunto más interesante. Cuando nos gusta la política verdadera, nos gustan las ideas y eso es lo que Zemmour, que no es un político, puede aportar. Su candidatura va a volver a dibujar la línea entre la izquierda y la derecha, ¡una verdadera guerra cultural!

Hablando de la batalla cultural, una parte de la derecha liberal española piensa que no hay que darla, contra el discurso, aún preponderante, de una izquierda cuyo origen hay que buscar en 1968. Consideran que el carácter civilizatorio de la derecha es un arma formidable que proporciona una superioridad moral y política sobre el pensamiento de izquierdas. Llegan a proclamar que dar la batalla cultural es “hacerle el juego a la izquierda”. ¿Qué piensa usted?

El desprecio a la guerra cultural es un problema recurrente en la derecha. Es extraño porque hace al menos doscientos años que sabemos que las ideas pueden cambiar el mundo: no habría habido Revolución Francesa, por ejemplo, sin los filósofos del Siglo de las Luces. En Francia, el General De Gaulle dejó las universidades en manos de la izquierda y los marxistas pensando que eso no tendría influencia. Algunos años después, llegó Mayo del 68 y triunfó sobre el gaullismo. Hoy, la derecha mira con superioridad el fenómeno del wokismo que viene de Estados Unidos y que se instala poco a poco en nuestras universidades, que acapara las producciones audiovisuales de Hollywood o Netflix y que gana un terreno ingente en redes sociales. Si la batalla cultural no se libra, dentro de diez o veinte años, todas las ideas woke serán mayoritarias y la derecha solo tendrá los ojos para llorar.

En su libro L’amour et la guerre, usted señala y desmonta los cuatro errores del feminismo ideológico, al que considera enemigo de la humanidad. Sin embargo, ¿alguna de las reivindicaciones del feminismo es válida para hacer autocrítica por parte de los hombres?

Mi libro contiene autocrítica masculina. En efecto, hablo mucho del siglo XIX, en el cual las mujeres eran infantilizadas y manipuladas. También hablo de los comienzos del sector terciario, en los que las mujeres quedaban marginadas en barrios de las afueras con unas vidas insignificantes mientras que sus maridos iban a la ciudad a trabajar. Pero yo demuestro que se trataba tan solo de circunstancias históricas desgraciadas, no de la voluntad de los hombres, culpables per se. Histórica y mayoritariamente, los hombres y las mujeres se han organizado siempre de acuerdo a intereses comunes y, contrariamente a lo que se cree, incluso las situaciones que hoy nos parecen odiosamente patriarcales, podían estar favorecidas por las propias mujeres, que encontraban en ellas beneficios. Poner todo en su contexto histórico y mostrar las estrategias sexuales femeninas que podían “galvanizar” la virilidad y el patriarcado permite relativizar el discurso dominante en estas cuestiones.

En España, tanto la derecha como la izquierda ofrecen cursos y talleres para formar en nuevas masculinidades allí donde gobiernan. ¿Queda ya muy poco margen de maniobra en el espacio público para oponerse a la corrección política?

Sobre el tema de la masculinidad y el feminismo existe un consenso occidental progresista sobre el que reflexionar. La Historia se resume en una opresión de las mujeres por parte de los hombres y la masculinidad “clásica”, a la que hoy se le llama “tóxica”,  no es más que una réplica de ese pasado detestable. Por tanto, creemos deshacernos de la violencia, las violaciones, y los comportamientos reprensibles al rechazar absolutamente todos los códigos masculinos y viriles. Sin embargo, los principios de la masculinidad clásica permiten justamente transformar comportamientos brutales en comportamientos de gentilhombres. Suprimiendo el traje del ideal viril y masculino no nos deshacemos de las peores tendencias masculinas; las desnudamos. Hoy día con el pretexto del progresismo, transformamos a los hombres en bárbaros y el remedio será, finalmente, peor que la enfermedad. Es necesario poder discutir libremente de estos asuntos.