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1950. El Consejo de Europa saca a concurso el diseño de la bandera común europea. El ganador es Arsène Heitz, un artista de Estrasburgo. Su boceto consiste en un círculo de 12 estrellas sobre un fondo azul. Siendo entonces sólo seis los Estados miembros. Heitz argumenta que el 12 simbolizaba en la antigüedad la plenitud, por eso el número de estrellas. Pero no es ésa la única razón de su inspiración.

Católico practicante, Arsène llevaba al cuello la medalla de la Virgen Milagrosa, a la que veneraba. La devoción popular ha querido ver en la Milagrosa a la misteriosa mujer del Apocalipsis: vestida de sol, con la luna bajo sus pies y una corona de 12 estrellas sobre su cabeza. O sea, que la bandera de la Unión Europea, la misma que ondea en tantísimos edificios públicos, la misma que adorna las matrículas de los vehículos, está inspirada en la corona de la Virgen.

Pero todavía hay más. Por motivos de agenda de los jefes de Estado de la época, la sesión solemne en la que oficialmente se adoptó la bandera diseñada por Heitz tuvo lugar el 8 de diciembre de 1955. Repetimos: 8 de diciembre, festividad de la Inmaculada Concepción. ¿Casualidad? ¿Astucias de la historia, como diría Hegel?  ¿O un guiño a sus súbditos de la que durante siglos fue considerada la Reina de Europa?