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No es particularmente conocida ni cuenta con una legión de seguidores en Twitter. Pero desde el principio en Milenio nos interesó de nuestros entrevistados algo más que eso.

En concreto, la historia de la persona y lo que esta tuviera que contar. Sin ponerse de ejemplo de nada -lejos de Mariona esa funesta manía-, sí es verdad que su testimonio es de esos que alguno podría tener la tentación de apellidar «de superación». Pero la cosa va más allá de eso. Va de, a partir de una experiencia concreta, observar la realidad y extraer unas conclusiones muy de sentido común; todo con la voz muy queda y el gesto tranquilo, sin exabruptos ni aspavientos.