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El padre Osvaldo Lira (Santiago de Chile, 1904-1996) es un pensador que ha dejado una importante huella en el pensamiento conservador chileno e hispanoamericano. Nació en Santiago de Chile en 1904 y se educó en el Colegio de los Sagrados Corazones, donde cursó la enseñanza primaria y secundaria. Posteriormente, inició la carrera de Ingeniería en la Pontificia Universidad Católica de Chile, la que dejó rápidamente para incorporarse al seminario de los Padres Franceses. A lo largo de su vida, Lira desarrolló una visión conservadora y humanista que se centró en la defensa de la dignidad humana, la libertad y la responsabilidad individual.

El origen de las ideas del padre Osvaldo Lira se encuentra en la tradición filosófica y teológica tomista, la que enseñó y que constituye el quid de su discipulado. Es esta matriz filosófica la que convierte al padre Lira en un autor conservador y que lo lleva a defender en el plano teórico la importancia de la Tradición en el ámbito político; además de la noción de la dignidad humana y la importancia de la libertad y la responsabilidad individual. Posteriormente, ya en su etapa madura, estudió a fondo el pensamiento de Jacques Maritain, a quién consideró como uno de los pensadores católicos más importantes del siglo.

Su trabajo

La obra de Lira estuvo influenciada por el contexto histórico y político de su época. Vivió en una época de grandes cambios en Chile y en Hispanoamérica en general, y se preocupó por las consecuencias que estos cambios podrían tener para la sociedad y la cultura de la región. En particular, se preocupó por el impacto del marxismo y el materialismo en la vida política y cultural de Hispanoamérica y defendió la necesidad de una visión que pusiera en el centro a la persona humana y que valorara la libertad y la dignidad humana, frente al avance del colectivismo. En toda su obra se ve una especial preocupación por oponer una antropología personalista al marxismo. En su obra La Filosofía y su historia (1976): «El marxismo se basa en una concepción materialista e histórica de la realidad, que niega la existencia de Dios y la trascendencia del ser humano. Esta cosmovisión reduccionista y determinista no puede dar cuenta de la complejidad de la experiencia humana, que incluye la dimensión espiritual y la libertad de la voluntad».

En su visión política, argumentaba que la libertad individual era un valor fundamental, que debía ser protegido por el Estado y la sociedad en su conjunto, aunque ésta no era un valor absoluto, sino que estaba condicionada por la necesidad de proteger la comunidad y el bien común. En este sentido, defendía la necesidad de una sociedad fuerte y cohesionada, en la que el Estado juegue un papel limitado pero efectivo en la protección de los derechos y libertades individuales. Además, consideraba que la sociedad civil era esencial para la formación de una cultura cívica y moral que permitiera a los ciudadanos actuar con responsabilidad y compromiso con el bien común.

Un hispanista

La relación de Osvaldo Lira con España también fue significativa en su vida y obra. Lira mantuvo una estrecha relación con España y su obra refleja su admiración por la cultura y la tradición hispanas. De hecho, Lira se consideraba a sí mismo como un español adoptivo, y defendió la importancia de la conexión cultural entre España e Hispanoamérica.

Conocido es su ensayo Visión de España (1947) donde hace un recorrido histórico por la relación entre España e Hispanoamérica, destacando la importancia de España como el origen de la civilización hispana y su papel como la nación que dio a luz a la lengua española y a una cultura compartida por países de todo el continente. Desde ese punto de vista, Lira defendió la necesidad de una identidad cultural propia y diferenciada de otras regiones del mundo.

Veía a Hispanoamérica como una región con una historia, una cultura y una tradición propias, que debían ser valoradas y preservadas. De hecho, defendió la importancia de la conexión entre la cultura hispanoamericana y la tradición cristiana, y argumentó que la preservación de esta conexión era esencial para la supervivencia de la cultura hispanoamericana: «España, como cabeza de la cultura hispánica, debe ejercer una influencia en todo el mundo de habla española, con miras a la unidad y al fortalecimiento de las naciones hispanoamericanas».

Su pensamiento

El padre Lira formó grandes intelectuales que contribuyeron y contribuyen aún en la pedagogía de la tradición tomista, fundamentalmente en la Facultad de Derecho de la Pontificia Universidad Católica de Chile y en la Universidad Adolfo Ibáñez. Probablemente la formación desde la adolescencia de Jaime Guzmán Errázuriz, de quien fue profesor en el Colegio de los Padres Franceses, quien llegara a ser redactor de la Constitución de 1980, fundador del partido político de derechas Unión Demócrata Independiente (UDI) y senador por el mismo partido, sea uno de los frutos más notables de su discipulado, toda vez que en la Constitución de 1980 se encuentran elementos significativos de la tradición tomista de la que Lira fue pedagogo y divulgador. Conceptos de persona, Estado, sociedad civil, libertad, bien común, entre otro, vigentes hasta hoy, derivan precisamente de esa tradición. Guzmán resultó ser un destacado promotor y pedagogo de éstas ideas en lo político y, también, desde su cátedra de Derecho Constitucional en la P. Universidad Católica de Chile hasta el día de su asesinato por un comando de extrema izquierda, el 1 de abril de 1991.

El pensamiento de Osvaldo Lira constituye una densa e influyente –a ratos desconocida— vertiente del pensamiento conservador hispanoamericano, razón por la que el estudio de su legado intelectual se ha retomado los últimos años. Cabe destacar, en ese sentido, el trabajo de recopilación de su obra por la editorial Tanto Monta en Chile, que ha publicado dos volúmenes de sus Obras Completas, y que ha permitido volver a generar interés en este pensador chileno, gran difusor de la filosofía perenne y mentor de una generación de intelectuales conservadores.