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Los años que militó en política —15 en total— fue asesor, jefe de gabinete, director general, consejero autonómico, concejal… Y, de haber querido, podría haber continuado su irresistible ascensión o, al menos, pedir refugio —político, claro— en alguna partida presupuestaria.

Ya se sabe, el típico carguito, a la espera de tiempos mejores. Pero no. A sus 46 años, Percival Manglano hizo lo que casi nadie; desde luego, lo que casi ningún político: empezar —voluntariamente— de cero. Todo dando las gracias y sin pegar portazo alguno. Con su flamante grado en Derecho, empezó a llamar a puertas de despachos, hasta que uno se las abrió de par en par. Hoy es becario allí. Y, por lo que cuenta, encantado de la vida, ilusionado con lo que pueda traer el día de mañana y con el apoyo entusiasta de su mujer.