Y dijo Jesús a sus discípulos: «Id y predicad el Evangelio». Les dijo también: «Seréis mis testigos hasta el confín del mundo». El confín del mundo entonces, el finis terrae, allá donde la tierra acaba, estaba en lo que hoy es Galicia. Por otro lado, la navegación entre Judea y la Península Ibérica, además de practicable, era frecuente.
¿Significa esto que el apóstol Santiago estuvo en España anunciando la Buena Nueva? No. Significa que pudo haber estado.
Por los Hechos de los Apóstoles, sabemos cómo, cuándo y dónde murió Santiago. Pero no dónde fue enterrado. Seguramente cerca de Jerusalén. Lo que no quita para que sus restos se llevasen con posterioridad a otro lugar, ya que el traslado de reliquias fue práctica común durante siglos.
Es en la primera mitad del IX cuando la cristiandad asume que el apóstol yace en un lugar perdido del fin del mundo, donde terminaría erigiéndose una imponente catedral. De entonces acá, peregrinos de todo el mundo han caminado hasta Santiago. «Europa se hizo peregrinando a Compostela», dijo Goethe. Y es verdad. Porque lo que no se puede negar es la fecundidad histórica de tamaña reliquia, corresponda o no al apóstol.
Queda, sin embargo, un argumento de tipo patriótico sentimental para defender la autenticidad de los restos. Como se adivina en algunos pasajes, Santiago, Pedro y Juan formaban el círculo íntimo de Cristo. Tendría sentido pues que este confiase a cada uno lo que más amaba: a Juan, su madre; a Pedro, su Iglesia; y a Santiago, España.