Nunca un error de cálculo tuvo tan enormes resultados. Su experiencia marinera, dar por verdades reveladas una serie de curiosas profecías y, sobre todo, su determinada determinación convencieron a Cristóbal Colón de la existencia de tierras ignotas, pobladas y muy extensas, las cuales era posible alcanzar navegando a poniente.
Su error fue creer que tales tierras estaban ligadas al Asia entonces conocida. Su tragedia, morir sin tener noticia de que había descubierto un nuevo mundo: América.
De la biografía de Colón, lo que más estimula nuestra imaginación no es lo que conocemos, si no lo que no. ¿Cómo sabía de la existencia de esas tierras? ¿Había estado antes allí? ¿Trabó conocimiento en algún punto del Atlántico con navegantes extraviados procedentes de aquellas latitudes? ¿Existió el piloto anónimo o protonauta, misterioso navegante portugués que en trance de muerte confió a Colón su secreto? De responder a estos interrogantes, mejor que se ocupen los novelistas.
Porque la figura del almirante no es patrimonio exclusivo de historiadores. Las escuelas de negocios, por ejemplo, podrían dedicarle una sesión o dos, si bien a los alumnos se les harían cortas. La empresa de las Indias, más que una startup, fue una de las más altas ocasiones que vieron los siglos, a los Reyes Católicos el título de business angels les viene pequeño y Colón, antes que modelo de emprendedores, es uno de los grandes personajes de la historia.
Por todo esto y por más, el 12 de octubre tenemos mucho que celebrar.