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A finales de enero de 1925 la prensa se hacía eco de la gran operación destinada a pacificar el Protectorado español en Marruecos. Los Estados Mayores eran conscientes de que Alhucemas, una bahía situada entre los cabos de Morro Viejo y Morro Nuevo, era la clave de la resistencia rifeña. Desde ahí entraba la ayuda del exterior (armas, municiones, dinero…) y controlaban las comunicaciones de Fez, capital donde se encontraba el gobierno del sultán (el Majzén). Controlar aquella costa era la clave para terminar un conflicto que ya duraba demasiado.

El “Desastre de Annual” había tirado por tierra ante la opinión pública al ejército y al gobierno de la nación. Pero todo quedó en un paréntesis, aunque no olvidado, cuando el general Primo de Rivera se hizo con el control de España tras un golpe iniciado en Cataluña (el 13 septiembre de 1923). Después de esto, Alfonso XIII, le nombró jefe del Gobierno y “Presidente del directorio militar” oficializando la situación.

Mientras esto sucedía, tropas españolas y francesas hostigaban a las harkas de Abd el-Krim por gran parte del territorio de Marruecos. Parte del cual que se había autoproclamado independiente como “La República del Rif”, tratando de separarse del Imperio marroquí. No obstante, los avances españoles habían sido notables desde 1921; así, en 1925 la Zona española estaba prácticamente controlada, levantando el Estado de Guerra el 16 de mayo de ese mismo año.

No obstante, la victoria total no se había conseguido, el territorio no estaba totalmente pacificado puesto que seguían los ataques contra las poblaciones aliadas y las posiciones militares. El desembarco de Alhucemas cambiará radicalmente la situación.

La situación en la zona francesa

Tras la masacre de 1921 en la zona española, los rifeños quisieron repetir el éxito en la zona francesa. El hermano menor de Abd el-Krim, Mhamed, atacó con todas sus fuerzas para tratar de alcanzar Fez, capital del Imperio de Marruecos; objetivo que casi logra, llegando apenas a 30 km de la misma.

Allí, los generales Hubert Lyautey y Bernard Serrigny, se encargaron de resistir los envites en el valle del Uarga (Ouergha en las fuentes francesas), lugar donde se produjo el “Annual francés”, un desastre militar muy similar al español, diferenciándose básicamente en que los franceses sí pudieron realizar una retirada organizada de las posiciones dejándoles aproximadamente 6000 bajas.

Es por esto que el general Petain asume el mando de la campaña en julio de 1925 cambiando radicalmente de estrategia. Del repliegue a la ofensiva. Es él quien decide apoyar a España, tras reunirse en Algeciras el 21 de agosto con el directorio, para acabar con Abd el-Krim. Por cierto, es por esas fechas de 1925 cuando, para asegurar la seguridad del sultán, Muley Yusuf por entonces, la capital del Imperio se traslada a Rabat, manteniéndose hasta la actualidad.

El primer desembarco aero-naval de la historia

Tras varios días realizando vuelos y navegaciones de reconocimiento en la zona y de tirar en los poblados octavillas propagandísticas desde los aviones en las que se invitaba a deponer las armas, entre el 7 y el 8 de septiembre de 1925, desde el acorazado “Alfonso XIII”, el general Primo de Rivera en persona zarpa de Ceuta para dirigir las operaciones en la bahía de Alhucemas. Abd el-Krim conocía sus planes, esperaba un desembarco, pero no tenía claro el lugar del mismo, ni tampoco el día.

Aunque la operación debería haberse producido en la 7 de septiembre, la mala mar impidió el correcto aproamiento de las embarcaciones. Sin embargo, sí se inició el bombardeo de la zona desde la escuadra para impedir el posicionamiento enemigo.

Así, el 8 de septiembre pasadas las 08:20 de la mañana, se inició el lanzamiento de las barcazas tipo K. Eran 24 unidades que España había comprado a los ingleses en Gibraltar tras sus fracasadas operaciones en Galípoli en 1915; en ellas fletaron a gran parte de las unidades a desembarcar organizadas en 2 Brigadas, una procedente de Ceuta, mandada por el general de brigada Leopoldo Saro Marín y otra de Melilla a cargo del general de brigada Emilio Fernández Pérez.

La vanguardia, que pertenecía a la Brigada Saro, estaría compuesta por tres columnas: La primera a mando del coronel Francisco Franco (con las banderas 6 y 7 de la Legión, varias harkas aliadas como la que mandaba Muñoz Grandes o “El Gato” Asmani, unidades sanitarias y la Mehala Jalifiana, haciendo un total de 4500 efectivos), la segunda la del coronel Martín (con 2800 efectivos) y la tercera por el Tcol. Campins (con 2000). En cuanto a la segunda ola, que sería realizada por la Brigada de Fernández Pérez, estaría compuesta de dos columnas, la de Manuel Goded (con 6141 soldados) y la de Vera (con 3037).

En cuanto a la maquinaria, las fuerzas contaban con un total de 154 aviones (más 8 aparatos franceses) y 67 buques de guerra. Se trataba pues de la primera operación de desembarco aero-naval de toda la historia, además, actuaba bajo un mando único y conjunto.

La ruda y rocosa playa de Ixdain fue la elegida para las primeras barcazas, desembarcando las tropas de Franco y el harka de Muñoz Grandes en primer lugar. La otra zona de desembarco fue la playa de la Cebadilla, mucho menos accidentada, pero con la mala suerte de que había sido minada por el enemigo el día anterior, algo de lo que supo ocuparse bastante bien la brigada de zapadores.

A lo complicado de la orografía y las bombas hubo que sumarle que, los primeros hombres en desembarcar, tuvieron que hacerlo con el agua al cuello y con el armamento por encima de su cabeza. No se habían calculado bien los fondos y en las primeras olas tampoco pudieron tomar tierra los carros Renault FT-17 ni los Schneider CA1, traídos para proteger el avance de la infantería y que, al haber tocado playa más tarde, apenas fueron efectivos.

Miguel Primo de Rivera y Alfonso XIII

4 horas más tarde, a las 12:35h, Primo de Rivera informaba al rey desde la radio del “Alfonso XIII”:

A las doce las tropas han puesto el pie en la Bahía de Cebadilla. A las doce y media han coronado la posición, tras breve preparación de fuego y sin gran resistencia.

Y a la prensa, al día siguiente, remitía:

Desembarcada totalmente columna Saro y firmemente establecida. Bajas no llegaban a cincuenta, más de la mitad de la jarca. Se han cogido al enemigo dos cañones, siete ametralladoras, bastante material y prisioneros.

Todo el mundo ha cumplido su deber; pero debo señalar la eficaz colaboración de la escuadra francesa, que ha tirado mucho y bien.

La Brigada de Saro concluyó su desembarco casi al término del día 8 bajo un nutrido fuego enemigo, quedando el resto a la espera. El avance de la Legión y demás fuerzas era muy efectivo, aunque lento, mayormente a bayoneta calada y debiendo enfrentarse a varios nidos de ametralladora. Además, la acumulación de 9000 hombres sobre la misma zona obligó a replantear el lanzamiento de las K del general Fernández Pérez que cambió su sitio de asalto a la playa de los Frailes, muy cerca de Morro Nuevo.

Será Goded, al mando de la Mehala Jalifiana de Melilla, tras desembarcar el 9, quien logrará hacerse con ese enclave, para lo cual contó con el inestimable apoyo del harka de Varela (encabezada por el comandante del mismo nombre), la infantería de Marina, Regulares, ingenieros y artilleros. Así, la brigada procedente de Melilla, tras dos días de intensos combates, colocaba su cabeza de playa el día 11 de septiembre en los Frailes desplegando 15.000 hombres en la zona, la mayoría pertenecientes a las fuerzas de choque del ejército español y a las fuerzas marroquíes “amigas”, fieles al sultán.

Junto a ellos, sus ángeles de la guarda: la aviación. Que mayormente efectuaron labores de reconocimiento y bajo el mando del Ejército de Tierra y la Armada (no existía todavía el Ejército del Aire), que mandaba su escuadrón desde el portahidros “Dédalo” (con 18 aparatos y 1 dirigible).

El avance posterior

El día 23 de septiembre, establecidas las posiciones en la costa, se dio la orden de continuar el avance ocupándose las alturas de Yebel Malmusi, que domina la bahía de Alhucemas, el día 26 del mismo mes.

Esta conquista se había logrado, en parte, gracias a las actuaciones en la zona francesa que desviaron al enemigo hacia el sur. El mariscal Petain con 48 batallones, 2 compañías de carros, 12 escuadrones, 17 baterías, 5 compañías de ingenieros y 3 escuadrillas de aeronaves llevaba desde el 10 de septiembre avanzaba también imparable destrozando las fuerzas de Abd el-Krim.

El plan conjunto franco-español era estrechar el cerco en torno de Abd el-Krim por estos dos principales frentes, cosa que se completó cuando, el 2 día de octubre la Legión penetraban en Axdir, capital de la República del Rif, donde los legionarios saquearon la casa de Abd el-Krim.

El Status Quo en Marruecos

El 5 de noviembre Primo de Rivera viajó a Marruecos desde Ceuta para asistir a la proclamación del nuevo Jalifa, Muley el Hassan, e imponerle el collar de la Orden de Carlos III.

En marzo de 1926 se tomó Beni-Hosmar, y un mes después se celebró la Conferencia de Uxda (17 de abril al 6 de mayo de 1926)  donde Francia y España trataron de negociar con los representantes de Abd el-Krim para que aceptase la sumisión al Sultán y el desarme de las kabilas. Pero no se llegó a un acuerdo, se rompieron las negociaciones y comenzó una nueva ofensiva franco-española.

Abd el-Krim

El fin de Abd el-Krim

El 26 de mayo de 1926, Abd el-Krim se entregó a las autoridades francesas. En aquella entrega, el corresponsal español López, único periodista español presente, narró con gran detalle para el periódico “El Sol” la entrega del rebelde en Taza, su casa, y los cerca de 300 cautivos, de los que más de un centenar eran españoles (mujeres y niños mayormente).

Abd el-Krim fue juzgado por los franceses y condenado al destierro en la isla de Reunión (Archipiélago de las Mascareñas) donde llegó el 15 de octubre. Pese a su rendición, los combates no cesaron produciéndose escaramuzas en diferentes zonas durante, al menos, un año, debiendo de realizarse una complicada campaña en 1927 para completar el desarme y poner fin a la sublevación en el Rif.

El domingo 10 de julio de 1927 el Alto Comisario de España en Marruecos, general Sanjurjo, declaró pacificada toda la zona lanzando, desde la Oficina de Información y Censura, un parte que finalizaba así:

“Terminado el plan de operaciones proyectado, el Alto Comisario ha regresado a Tetuán. Sin novedad en la zona del Protectorado.”

La Guerra en el Rif había terminado.

*Foto de portada: José Moreno Carbonero (1860-1942)*