Hace meses que las redes sociales, en particular TikTok, promueven la tendencia «DINK», siglas en inglés que podría traducirse por «doble sueldo sin hijos».
En plena crisis demográfica de Occidente, la mano invisible del algoritmo loco bombardea a los más jóvenes con las bondades de una vida sin niños, emotivo homenaje digital a Herodes, exponiendo miles de casos de éxito de novios o matrimonios que aseguran ser inmensamente felices porque, al no tener vástagos, pueden dedicar todos sus ingresos a viajar, ir de compras, salir con los amigos, reformar la casa, y otras actividades intrascendentes. Y, sobre todo, pueden dedicar su tiempo libre a sí mismos, ya que están liberados de la terrible carga –ellos hablan así- de llevar al niño a actividades extraescolares, revisiones médicas, o asistir a las odiosas reuniones de padres, único aspecto en el que les doy la razón.
Si TikTok no fuera un mecanismo de control social manejado por el alma negra del Partido Comunista Chino, todavía podríamos creer que la proliferación de la cultura «DINK» refleja una realidad social del momento, y que se ha convertido en tendencia indiscutible de manera natural, aupada por la cantidad de seguidores de esa forma de vida que sienten de pronto, y al mismo tiempo, la necesidad de compartir con otros usuarios su inmensa felicidad sin hijos. Pero entonces tendríamos que creer también que la desproporcionada invasión de contenidos de promoción trans en Instagram y TikTok también es una consecuencia natural de extrapolar lo que hay en la calle a las redes sociales. Pero nunca los medios de comunicación y entretenimiento –y las redes de algún modo lo son- se han empleado así: siempre se han utilizado para modelar la sociedad, para desfigurarla y cambiarla, más que para reflejarla. Piensa si no en la industria del cine, la literatura, las series, o la música. Las cuotas de personajes «diversos» en los actuales productos de Disney, por ejemplo, no pretenden ser un reflejo, sino una política de transformación social, como han reconocido los propios empleados de la compañía, inmersos en su particular carrera go woke go broke. Si el Pato Donald levantara la cabeza sería la Pata Donald y estaría liada con Goofy, que siempre fue un poco perro.
Otro plan antinatural
Quizá lo más característico del hombre del siglo XXI es su empeño en luchar contra la naturaleza. Creen que quiebran anticuadas normas morales, y que de este modo revientan las viejas cadenas de valores occidentales, pero lo cierto es que solo están peleando contra su propio orden natural. Tanto en los animales como en los humanos, la pulsión sexual de juntarse y reproducirse tiene como principal objetivo el mantenimiento de la especie. Si por los DINKS fuera, el ser humano se extinguiría como en aquella maravillosa canción de Siniestro Total: «Sonríe cuando te vayas a fosilizar / que no piensen luego que lo has pasado mal. / Procura extinguirte con clase y dignidad / Piensa en el museo de Historia Natural».
Por supuesto, no todo el mundo ha nacido para ser padre, pero la renuncia a la paternidad es algo excepcional, coyuntural, personal, y de un entusiasmo neutro. Suele haber una buena razón detrás, o incluso una circunstancia inevitable que uno ni siquiera ha elegido, y en todo caso no hay ningún motivo de orgullo ahí, ni por supuesto de vergüenza. Pero el cosmos DINK no apuesta por nada en positivo, no persigue un objetivo noble: el hedonismo puede resultar a veces divertido, pero no es un fin en la vida, salvo que tengas una vida orgullosamente triste y miserable.
@engelthang Hi welcome to the DINK vlog we have snacks 🥨🥯🍿🍕#newlyweds #justmarried #dinks #dinkvlog #doubleincomenokids #costcorun #newlywedlife ♬ original sound – Kate
Al carecer de una meta que perseguir de la que puedan presumir, los DINK centran su proselitismo en el odio a la forma de vida de los padres. La eficacia de su mensaje, y la popularidad del fenómeno, se explica por el público de Tik Tok. A fin de cuentas, el mensaje DINK cala a la perfección en gente que todavía no está preparada para la paternidad. Esa llamada de la naturaleza no suele aparecer a los 18 años, sino andando la veintena, que es cuando uno empieza a pensar por primera vez que puede morir cualquier día y que todo lo que se va a llevar a la tumba es una inmensa sucesión de resacas vacías. Esto desde el punto de vista masculino, desde el femenino nace también un cierto anhelo de maternidad que está escrito en el propio instinto de la mujer, precisamente para que, cuando el hombre intente huir enfermizamente del compromiso de la paternidad, la chica pueda poner un poco de sentido común y trazar los mimbres de un hogar familiar con descendencia. Sin ese instinto maternal, y si toda reproducción dependiera de nosotros, tal vez nos habríamos extinguido ya en la Edad de Piedra.
Sea como sea, luchar contra la naturaleza es una pésima idea, porque igual que ocurre cuando las obras humanas le comen terreno al mar o a un río, más o más temprano las aguas recuperan su cauce, y a menudo de manera bastante dolorosa. Si lo que buscan es la felicidad, tal vez no lo sepan, pero priorizando su egoísmo sobre la naturaleza humana y sus necesidades más elementales, están trabajando duro para obtener un maravilloso fracaso vital. Un diagnóstico de futuro inmediato: DINK, date unos años, y tendrás ahí todo lo que no buscabas, la infelicidad, el hastío, la trampa nihilista, la depresión, y la sensación de haber tirado tu vida por la borda. Y lo peor: a menudo, cuando te des cuenta, ya no habrá vuelta atrás.
Y, predico en el desierto DINK con esto, lo sé, pero: no hay absolutamente nada en esta tierra comparable a la paternidad, no sabes lo que es hasta que no lo vives. Las opiniones al respecto de los que no son padres sencillamente carecen de toda ciencia, se parecen a las mías sobre lo que siente la almeja cuando borbotea en el arroz y termina por abrirse.
Son muy felices
No es ningún secreto. Si quieres encontrar a alguien infeliz, busca siempre entre aquellos que presumen de ser muy felices en las redes sociales. Igual que, si quieres encontrar a alguien con problemas de pareja, busca siempre entre aquellos que presumen constantemente de amor infinito en las redes. Tampoco es un hallazgo de la era digital, está en el lejanísimo refranero español: dime de qué presumes y te diré de qué careces.
En todo caso, obviando la hojarasca, e incluso tratando de creer en la sinceridad y el convencimiento de esos usuarios DINK, habría que traducir su expresión de felicidad al español más simple: esos chicos son felices porque viven en un constante homenaje a su propio yo, a su egoísmo. Paradoja: ahí tienes ya una fuente segura de infelicidad. Lo que el cristianismo vino a traer al mundo es un camino de salvación para el alma en la eternidad, pero también una fórmula magistral de felicidad secular: piensa un poco más en los demás y un poco menos en ti.
Uno de los principales influencers DINKS, John Eringman, dice a sus millones de seguidores en TikTok: «Somos DINKS, dormimos 8 horas completas y a veces más. Somos DINKS, comemos postres y aperitivos en los restaurantes. Somos DINKS, podemos jugar con otros niños. Somos DINKS, todavía lo hacemos 3 veces por semana». Todo está mal en su declaración. Primero, los padres también duermen ocho horas completas y a veces más. Pero, sobre todo: ¿qué clase de vida feliz tienes si dormir es un objetivo? Dormir es una necesidad, a veces un placer, pero nunca un objetivo. La gente normal sueña con pasárselo tan bien a todas horas que no haya ni tiempo para dormir.
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Lo de los postres y aperitivos en los restaurantes me ha dejado atónito. ¿Qué demonios se cree el señor Eringman que hacen los padres? ¿Renunciar al postre? ¿Sabes que cualquier hijo podría comerse vivo a su propio padre delante de todo el restaurante si decide que no hay postre?
En la ilusión por jugar con otros niños se descubre el meollo de esta farsa: en la cima del egoísmo y la sordidez de este planteamiento, el señor Eringman utiliza a los niños que eventualmente le caigan cerca para tratar de calmar sus necesidades emocionales más básicas, del mismo modo que otros cubren esa necesidad con un perro o un gato.
Pero, concluyo, la cumbre está en su heroica confesión de que, gracias a no tener hijos, todavía puede acostarse con su chica tres veces por semana. ¿Cómo te lo explico, Eringman? ¿De dónde coño crees que vienen los niños de las parejas que han decidido ser padres? ¿Crees que los matrimonios se reproducen por esporas? No, la mayoría lo hace a diario hasta que logran quedarse embarazados. Y, a propósito, sin ánimo de quitarte el subidón de Orgullo DINK: tres veces por semana es una media de mierda.