El pasado 8 de junio los telediarios del mediodía abrieron con una impactante noticia: un islamista había atacado, cuchillo en mano, a un buen número de niños que jugaban en el parque. Eran las 9:45 de la mañana en los Jardines de Europa del barrio de Annecy de Saboya, y el agresor se topó con un joven que trataba de impedir aquella tragedia. Parapetado con poco más que su mochila, Henri no dudó en ir a por el atacante, logrando así que huyera de la escena. Corrió tras él y pocos minutos después la policía francesa lo detuvo.
UN HÉROE DISCRETO
A Henri entonces lo llamaron «el héroe de la mochila». Poco tardó en hacerse público el rostro y el nombre de aquel joven valiente que evitó una desgracia mayor a la de seis niños gravemente heridos. Henri d’Anselme, nacido en París, fue entonces contactado por todos los medios de comunicación, sorprendidos por su arrojo. Quisieron llevarle a las televisiones y homenajear su heroicidad, pero él se negó y arropado por su mochila continuó su viaje. Aquel día se conformó con agradecer por redes sociales los mensajes de apoyo: «Os agradezco mucho todos vuestros mensajes. Estoy pensando particularmente en las víctimas y sus padres. Espero que salgan de esta».
De la misma forma, Henri trató de justificar su acto escuetamente: «He actuado instintivamente, como deberían hacer todos los franceses. Era impensable quedarse sin hacer nada. He tenido miedo por mi vida pero sobre todo por la de los otros». Emmanuel Macron lo recibió al día siguiente en el Palacio del Elíseo y con el mandatario francés continuó su discreción: «Uno hace lo que puede», le dijo al presidente de la República.
Un mes después Macron le premió con la Legión de Honor, máxima distinción en Francia, y Henri lo comunicó a sus seguidores con un vídeo de tiktok: «He pedido recibirla en privado, seguramente cuando regrese con mi familia al final de mi peregrinación. Estoy encantado de aceptar este honor del país, en nombre de todos vosotros, que lucháis cada día en vuestras profesiones por mantener viva a Francia. ¡Vivan nuestras catedrales!».
UNA MISIÓN: REDESCUBRIR LA BELLEZA
Guiado por la máxima que un medio de comunicación recogió aquellos días –«me dejo guiar por la providencia y la Virgen María»−, Henri d’Anselme lleva años recorriendo Francia. En su camino, una misión: redescubrir la belleza de las catedrales desconocidas y transmitir el patrimonio de la arquitectura francesa a todos sus seguidores. El 8 de junio, el joven licenciado en filosofía y gestión internacional ya llevaba más de 9 meses recorriendo Francia. Sus amigos cuentan que es un apasionado del patrimonio religioso y por aquel entonces ya había visitado una veintena de catedrales tras recorrer 1300 kilómetros a pie.
Toda su peregrinación está documentada en la cuenta de Instagram «Le Chant des Cathédrales» −el canto de las catedrales−. Tras su acto heroico sus seguidores se dispararon, de apenas cinco mil a los ciento treinta mil que tiene hoy. Y en su reunión con Emmanuel Macron Henri no dudó en pedir algo a cambio: no quería reconocimientos ni homenajes, sino ser invitado a la reinauguración de la Catedral de Notre Dame de París, que se prevé para 2024.
Así, este joven francés sigue transmitiendo al mundo la belleza de fe, en forma de catedrales. Una de las últimas que descubrió fue la de Reims: «¡La catedral de Clodoveo y Juana de Arco! Es, sin duda, una de mis favoritas», reconocía a sus seguidores. También ha mostrado especial sensibilidad por la catedral de Estrasburgo. Henri enseña, con vídeos y fotografías, los detalles más curiosos de los templos que visita: «La catedral de Estrasburgo debe su color característico a la piedra utilizada para construirla: arenisca rosa de los Vosgos −una cordillera montañosa al suroeste de Francia−. ¡Su aspecto es casi irreal!», explicó entonces. «¿Sabíais que fue durante mucho tiempo el edificio más alto de Europa antes de ser destronado por la Torre Eiffel?».
Convencido por tanto de su misión, Henri d’Anselme continúa su peregrinaje, que terminará con la vuelta a casa por Navidad. Recorriendo a pie su Francia querida, da testimonio de que los héroes no llevan más que pequeñas cosas: un monopatín, un crucifijo o una mochila. Será esta belleza la que salve al mundo.