Skip to main content

El duelo ha sido algo común tanto en la literatura como en la cultura a lo largo de la Historia. En la época moderna se ha vinculado a conceptos como el honor y la venganza, elementos que cobraron especial importancia durante el Romanticismo de finales del siglo XVIII y principios del XIX.

Dicho movimiento cultural surgido en Alemania pone como eje la exaltación de los sentimientos y de las pasiones, por lo que una afrenta contra la honra era, para algunos de estos románticos, motivo suficiente para apostar su vida y ver el dolo resarcido.

El breve establecimiento del duelo en las Olimpiadas

Library of Congress

La refundación de los Juegos Olímpicos en 1894, gracias a la promoción de Pierre Freddy de Coubertin, acabó convirtiéndose en la primera olimpiada moderna dos años más tarde, celebrada, como no podía ser de otra manera, en Atenas. Los amantes del duelo aprovecharon la ocasión para postular la modalidad como candidata al catálogo del olimpismo.

El duelo en los Juegos Intercalados de 1906 —competición deportiva avalada por el COI y realizada cada dos años entre Juegos Olímpicos— fue reconocido como modalidad deportiva gracias, en parte, al apoyo del multimillonario, escultor y tirador, Walter Winans y del expresidente francés, Jean Casimir-Perier.

Lo primero que se tuvo que afrontar fue la modificación tanto de las pistolas como de la munición para que la vida de los duelistas no corriera peligro. El médico Paul DeVilliers fue el que inventó en 1901 unos proyectiles hechos de tuétano y sulfato de bario, dolorosos, pero no mortales. Sin embargo, el que acabaría utilizándose estaría fabricado de cera y disparado por un arma diseñada por la firma Piot LePage.

Como el objetivo inicial de estos duelos era batirse con un adversario, se idearon también unas protecciones para proteger a los participantes del impacto de las balas de cera. Este consistiría en una máscara protectora con gafas, guantes, un collarín y una chaqueta de cuero encerado. La empuñadura de la pistola monotiro llevaría un guardamanos metálico que cubriría los nudillos del tirador. Pese a implementar todo este equipamiento, se propuso disparar contra un maniquí con una diana en la garganta.

Estos “duelos sin sangre”, no pudieron formar parte de los Juegos Olímpicos de Londres de 1908, los países que pujaron por esta disciplina (Francia, Gran Bretaña y Estados Unidos) realizaron exhibiciones de forma paralela a las Olimpiadas. De hecho, el Carnegie Hall de Nueva York llegó a acoger este espectáculo en 1909.

Estocolmo 1912

No obstante, las armas de fuego tuvieron una notable presencia en los Juegos Olímpicos de Estocolmo de 1912, habiendo modalidades diferentes en pistola, revólver, rifle libre, rifle militar, carabina, revólver militar, tiro al ciervo y foso olímpico.

El duelo en la cultura

Pese a que los duelos no se asentaron en el catálogo olímpico, sí que ganaron popularidad en los años posteriores, siendo frecuentes las exhibiciones en países como los mencionados, a los que se sumaron otros como Alemania.

Por otro lado, la tradición literaria nos muestra que, desde la Antigüedad, había existido una cultura duelista. Una referencia clara sería el duelo entre campeones como medio de terminar con un conflicto sin un excesivo derramamiento de sangre. En la Iliada, Homero narra duelos como el de Paris y Menelao o Héctor y Aquiles. En los orígenes míticos de Roma también tenemos el que tuvieron Horacios y Curiacios, inmortalizado en el Juramento de los Horacios (1784) del pintor Jacques-Louis David. Incluso en la Biblia podemos encontrar referencias con la pugna en el Valle de Ela, donde David plantó cara al gigante Goliath.

Más allá de los lances a espada modernos, otras obras literarias abordaron el tema del duelo. El propio Joseph Conrad escribiría Los Duelistas (1907), llevada también al cine por Ridley Scott, en 1977 y Alejandro Dumas recurriría de forma constante a este recurso en El conde de Montecristo (1844).

Duelo de Carabanchel. La Vanguardia

Incluso existieron episodios famosos de duelos en los que se involucraron personajes importantes. La pugna entre los estadounidenses Hamilton y Burr del 11 de julio de 1804, el del poeta ruso Alexander Pushkin con Georges d’Anthés, o el famoso Duelo de Carabanchel entre el duque de Montpensier, Antonio de Orleans y Enrique de Borbón, duque de Sevilla, en el que el último perdió el lance y la vida. De hecho, Julio Urbina y Ceballos-Escalera, marqués de Cabriñana del Monte, arbitró multitud de duelos durante el siglo XIX, llegando a escribir Lances entre caballeros, calificado como una “Biblia para duelistas”.