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Su primer libro, ‘El despertar de la señorita Prim’, vendió decenas de miles de ejemplares, lo editaron los principales sellos del mundo y se tradujo a casi todos los idiomas. ¿Alguien piensa que el éxito cambió a su autora? Sospecharlo es no conocer a Natalia Sanmartin Fenollera. Quitando los bolos a los que le obligaba la promoción, Natalia siguió siendo… Natalia. Es decir, una muchachita encantadora, jefa de opinión de un diario color salmón, con la sana costumbre de desayunar fuera de casa, asidua a cenas donde arman ruido los cosacos, oidora de misas en latín, amiga de Gandalf y conocedora de senderos que llevan a Rivendel.

Donde Natalia no ha estado todo este tiempo, y no porque no se le haya esperado, es en el mundillo literario madrileño, esa sociedad de bombos mutuos. No acometió ella la escritura de ‘El despertar de la señorita Prim’, sacando tiempo de donde no lo tenía, para que la fotografiaran mona en tal o cual suplemento, la nombrasen comisaria de no sé qué exposición o le diesen una beca en la Residencia de Estudiantes: un año pensando en las musarañas a costa del sufrido y honrado contribuyente español.

No. Natalia escribió su novela para declararle la guerra al mundo moderno. Lo que sucede es que su prosa y ella son tan educadas, tan cuidadosas, tan dulces, que muchos lectores se quedaron en la primera capa de lectura: la de la crema. Bajo esa capa había otras. Para llegar a la más profunda, donde habitan las hadas y suceden cosas asombrosas, solo se precisaba dejar en la mesilla de noche los anteojos ideológicos, daba igual el signo.

Fotografía: Fernando Díaz Villanueva

Quien no lo hizo, quien se empeñó en que la lectura de la novela le confirmase sus sesgos, llegó a las conclusiones equivocadas. Unas pensaron que Natalia era una de las suyas, una empoderada de la liberación de la mujer. Y otros, una Juana de Arco de la batalla cultural. Ni una cosa ni otra.

La prueba de que Natalia no pretendía cambiar un mundo que no tiene enmienda posible es que no se sentó enseguida a escribir la segunda parte de Prim o una nueva narración, con el convencimiento entre fanático y pueril de que la salvación de la humanidad dependía de su rapidez al teclado. Tampoco pudo con ella la presión de que aquel era su momento y, si no lo aprovechaba, quién sabe, quizás lo perdería para siempre. Como si le importara. ¡Pero si a Natalia hay que explicarle qué es un trending topic!

Por supuesto, hubo lectores que de buena fe le pidieron algo suyo nuevo que llevarse al rincón favorito de lectura y ella respondió sí… cuando llegara el momento. Este llegó una Navidad, en la abadía benedictina tradicional de Notre-Dame de l’Annonciation du Barroux, Francia, cuando la abadesa le pidió que escribiera un cuento: Un cuento de Navidad para Le Barroux, que así se titula el nuevo libro de Sanmartin Fenollera. En él Natalia narra la historia de un niño sin madre que durante tres largos años le pregunta a Dios si todo lo que ella le enseñó sobre él es verdad. Día tras día espera sin descanso una señal del Cielo. Hasta que llega la tercera Navidad.

Y hasta aquí podemos escribir. El desenlace habrá que pedírselo a los Reyes Magos.