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La serie The Chosen (dirigida por Dallas Jenkins) sobre la vida de Jesús y sus discípulos es una maravilla en sus tres aciertos verdaderos. Como fenómeno mediático, como alarde narrativo y, sobre todo, como sacramental 2.0, algo así como un icono siglo XXI. No hace falta que les anime a verla. Bastará con explicar cada una de esas tres dimensiones.

Orgullosa independencia

Como fenómeno mediático, sus circunstancias son peculiares y sus números, insólitos. La serie ha querido salirse de las grandes plataformas de cine en internet. Ha creado su propia app para verla y ha tenido cientos de millones de visualizaciones. Otro récord es económico, lo que resulta indicativo incluso para los que no confundimos valor y precio. Su financiación es voluntaria, por crowdfunding y ningún proyecto ha recibido jamás tanto dinero. Confían conseguir más, porque han previsto que la serie tenga siete temporadas. Han realizado dos, están haciendo la tercera, y quedan cuatro. De ambición tampoco van cortos.

Narrativamente, es un acierto. Dallas Jenkins ha sabido enfocar las historias evangélicas y aprovechar muy bien para sus propósitos una de sus características más llamativas: el minimalismo. En el Evangelio (y en toda la Biblia), de las historias sólo se cuentan los elementos esenciales. Este esquematismo facilita que el lector se meta en la historia, pues no hay detalles circunstanciales que le impidan identificarse con uno u otro personaje. De san Ignacio de Loyola a San Josemaría Escrivá de Balaguer, los maestros de oración han propuesto introducirse en la escena, aprovechado la inconcreción, para imaginar detalles que la hagan más viva y nos conmuevan más. Dallas Jenkins se introduce exactamente así, pero con una cámara.

Y con una manera de rodar y de concebir los guiones que adapta la historia a la agilidad, el dinamismo, la tensión, las historias entrecruzadas y la intriga de las más ágiles series actuales. A veces la actualización narrativa es demasiado evidente, con algún tic holliwoodense, actores atractivos, una excelente entrada y una banda sonora espectacular; pero jamás hasta el extremo de sacarnos de la escena evangélica y su contexto judío. El uso del humor también es, por momentos, muy contemporáneo. La fórmula, en términos cinematográficos, ha sido un éxito. En IMDB, la popular plataforma de cine, los espetadores le han puesto a The Chosen todo un 9,7 sobre 10.

Imaginación y ortodoxia

La dimensión fundamental es la religiosa. La astucia técnica se transmuta con naturalidad en candidez teológica. Los guiones inventan una cobertura anecdótica completa a las escenas sueltas del Evangelio, pero lo hacen con fundamento doctrinal. La serie ha contado con el asesoramiento de un rabí judío, de un sacerdote católico y de un pastor protestante para cuidar sin resquicios todos los matices de la narración. El resultado asombra tanto por su poderosa imaginación como por su profunda ortodoxia. Una cosa no impide la otra, se potencian.

Por los evangelios sabemos que a la primera persona a la que Jesús se aparece tras la resurrección es María Magdalena, y en la serie es la primera a la que se aparece en la vida pública. Tiene su coherencia. Con los caracteres de los discípulos y sus circunstancias hace suposiciones parecidas, siempre con amplio vuelo imaginativo y mucha intención apostólica. Para un devoto de Santiago como yo, los hijos del Trueno están muy bien trazados. Hay una escena en la que Juan impetuosamente quiere seguir a Jesús sin permiso de su padre, y la mano recia de Jacobo sobre su hombro, deteniéndole, es un homenaje a la piedad filial. El padre, naturalmente, da su permiso. Un último ejemplo, Mateo es un maniático de la exactitud y un gran observador. Lo que, indirectamente, fortalece la fe en su Evangelio. Su falta de humor por exceso de literalidad es un guiño prodigioso.

La dimensión humana de Jesús

El humor, precisamente, es uno de los puntos fuertes de la serie, sobre todo en lo que respecta a Jesús, cuyo retrato adquiere dimensiones de icono, como ya se ha dicho. Jenkins ha filmado, como si nada, la hipóstasis. Jamás se rebaja a la payasada, pero nunca peca de solemnidad impostada. La doble naturaleza divina y humana de Cristo está retratada con perfiles nítidos. Sus milagros tienen un aura sagrada, como su dominio del tiempo y el espacio, sus profecías íntimas. Pero como hombre se cansa, come y, sobre todo, se ríe. La serie ha sabido extraer el sentido del humor que se esconde en muchas escenas de la vida de Jesús, no sólo inventar otras situaciones graciosas, y eso es un gran mérito por el que tenemos que estar más agradecidos de lo que a primera vista pueda parecernos.

Aunque todavía me ha emocionado más cuánto trabaja sus discursos. Como un escritor. Jesús hace borradores, los sopesa, cambia el orden de la frase y busca los adjetivos más acertados, sin darse fácilmente por satisfecho. Quizá yo esté dejándome arrastrar por el corporativismo, pero me parece uno de los hallazgos de Jenkins, que también tiene que haber trabajado sus guiones con esa meticulosidad. Al aforismo de la sal de la tierra le da Jesús muchas vueltas durante mucho tiempo hasta que le coge el punto exacto.

Pequeñas debilidades

¿Algún pero o crítica para dar credibilidad a esta reseña? Al principio me chocó la representación de la Virgen María, a la que yo imagino más guapa, pero dos o tres capítulos después ya me había ganado el corazón también esa representación de la Virgen como una Annunciata di Palermo de Antonello de Messina con algunos años más. Es una pena, quizá, aunque menor, esa pizca de extrañeza que añade el acento hispanoamericano en el único doblaje disponible en español, cuando todo fluye con tanta naturalidad.

Los escogidos por Jesús

Hemos dividido los tres planos a efectos expositivos, pero al espectador todo se le presenta como la unidad que es. La humilde independencia orgullosa del proyecto económico permite la libertad creativa y la identificación con el público que la serie requiere. Su agilidad fílmica y su ambiciosa modernidad sirven para expandir la base del público potencial y para llevar más lejos su mensaje. Me ha admirado su eficacia con el público infantil, que entiende muy bien su lenguaje fílmico. El cristianismo firme, alegre, profundo y esperanzado sostiene y justifica tanto esfuerzo de producción y tanto talento creativo. Y tanto se funden los planos de la serie que la vemos rezando y la rezamos viéndola. The Chosen son los escogidos por Jesús, entre los que nos contamos nosotros, que elegimos The Chosen.