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Agustín Berrutti y Emanuel Parga, actores de La sociedad de la nieve: «Ha sido la primera vez que hemos montado en avión y hemos visto la nieve»

Agustín Berrutti y Emanuel Parga son dos de los muchos actores de La sociedad de la nieve. Ambos de origen humilde, fueron elegidos por Juan Antonio Bayona para interpretar a los jóvenes Bobby François y Carlos Roque, respectivamente. Su viaje del campo a la ciudad y del anonimato al éxito ha cambiado sus vidas, pero ellos viven con normalidad y agradecimiento su participación en la película. Con la resaca de los Goya y una ilusión intacta por los Óscars, nos desvelan algunos de los secretos de la cinta más taquillera del año.

Agustín, no eres actor y tu primer proyecto cinematográfico ha sido premiado mundialmente. ¿Estrenarse por la puerta grande no da un poco de vértigo?

A: Bueno, la verdad es que es algo increíble. Nunca en mi vida me imaginé estar en un proyecto tan grande. Pero estoy más que agradecido por esta gran oportunidad.

Oportunidad y reto, imagino…

A: Sí, fue un gran reto. Fue un auténtico desafío donde tuvimos que pasar por muchas, muchas cosas. Por ejemplo, una dieta muy estricta en la que tuve que bajar de peso. Veinte kilos, ¿eh? Eso, más todo lo que supone grabar una película, y grabarla en mitad de la nieve, con mucho frío.

E: Fueron duros porque los ensayos se alargaron todos los días durante dos meses. Eso es una locura. Muy lindo pero poco usual. Ensayamos en una maqueta a escala real del avión, en un plató. Y fue duro porque lo que venía después iba a ser más duro aún. Debíamos estar preparados para subir a la montaña.

Vayamos al principio. ¿Cómo llega un tipo de campo a un rodaje multimillonario?

A: El casting fue muy loco. Fue muy loco porque yo tengo una historia muy particular. Yo vivo en una ciudad en el interior de Uruguay que se llama Tacuarembó. Justo ese año dejé mis estudios porque me fui a cuidar a mi abuelo. El 14 de julio, día de mi cumpleaños, falleció, y tan solo unos días más tarde me llegó lo del casting de la película.

Yo sinceramente no tenía ni idea de lo que era un largometraje hasta aquel momento. En casa creíamos que era para una propaganda, un anuncio publicitario. Mandé un vídeo y a los pocos días me llaman porque les había gustado mucho mi presentación. Entonces me enviaron unas separatas. ¡Y yo no sabía tampoco lo que era una separata! Después de mandar otro vídeo, volvieron a quedar muy sorprendidos y así llegué hasta el casting presencial donde conocí a Jota. Y como me cogieron, pues empecé en una película sin saber actuar. No puedo creerlo, todavía no lo puedo creer.

El proceso del casting fue largo, como acabas de contar, pero más duros fueron los ensayos. ¿Cómo fue hasta llegar a la grabación?

A: Los ensayos fueron muy duros, y más para mí que no tenía ni idea de con qué me iba a enfrentar. Nunca en mi vida había ensayado para actuar. Además me estaba costando mucho bajar de peso. Los ensayos eran muy reales. Pero tengo el recuerdo de un aprendizaje muy lindo.

No sólo cruzasteis el charco hacia España, sino que la película se ha grabado en cuatro países. ¿Cómo ha sido esta experiencia internacional?

A: Yo nunca me había subido a un avión, por ejemplo. Cuando viajamos a España fue la primera vez en mi vida en a subir a un avión. He podido conocer lugares que nunca en mi vida creí que iba a conocer como Barcelona, Madrid o Sierra Nevada. Tampoco había visto nunca la nieve: en Uruguay no hay nieve y grabar entre las montañas ha sido muy bonito. Estoy muy agradecido por participar en la película, por la repercusión que está teniendo y por la experiencia que he vivido.

E: Yo soñaba que viajaría a Europa con una obra de teatro, pero nunca imaginé la experiencia de estar un año rodando fuera de Argentina, rodeado de españoles, ingleses, uruguayos… Yo había visto Lo imposible y El orfanato y de repente me vi trabajando con Jota. Eso fue una experiencia que atesoraré por siempre.

Agustín, interpretas a Bobby François, uno de los jóvenes supervivientes. Bobby sufrió un trauma psicológico y aún hoy difícilmente habla del episodio. ¿Cómo ha sido meterse en la piel de una persona aparentemente triste, melancólica y tan misteriosa?

A: Bobby sufrió una depresión muy grande en la montaña, sí. Era de la opinión de que allí no tenían nada que hacer, estaban abocados a la muerte. Bobby formaba parte de un grupo de cinco amigos con Coco, Nico, Diego, Carlitos Páez, Ray… Meterme en su papel fue muy lindo, aunque pasara momentos de tristeza.

Durante el rodaje yo estuve en la misma nebulosa que Bobby en la montaña. Quise parecerme a él y pienso que soy un poco parecido a Bobby. Hoy en día lo contamos y nos admiramos pero no creo que si yo cayera en la montaña estaría feliz. Yo sería como Bobby, pensaba durante la grabación que era imposible salir de ahí. Yo esperaba mi muerte cada diez minutos.

¿Has podido conocer a Bobby?

A: Sí, sí. Lo he visto sólo una vez, porque también a él no le gusta mucho hablar del tema y eso lo entiendo. Lo respeto muchísimo porque creo que a cada persona hay que respetarla tal y como es. Yo admiro su forma de ser porque tiene un corazón enorme. Así que hablar con él fue una oportunidad increíble.

Bobby sufre depresión pero en La sociedad de la nieve se ve cómo sus compañeros lo cuidan. Hasta Daniel Fernández te masajea los pies para que no se infecten. ¿Sobrevivieron gracias a su amistad?

A: Cuando hablé con Bobby me reconoció que si uno debía haber muerto era él. No lo digo yo, ¿eh? Él insiste en que debía haber muerto pero yo no lo veo así. Bobby hizo reír a todos los demás; fue un compañero humilde y sencillo que ayudó en lo que pudo. Durante sus días en la montaña Bobby se quemó la córnea por no cuidarse los ojos, y sus compañeros lo ayudaron para seguir adelante. Vivir fue un trabajo en equipo y sin el compañerismo no podrían haber sobrevivido.

Emanuel, tú interpretas a Carlos Roque, mecánico de la tripulación que falleció durante un alud. ¿Cómo ha sido interpretar a un personaje que de algún modo estaba fuera del ambiente del equipo?

E: Eso fue muy interesante, porque de alguna manera yo constantemente me sentía fuera de la situación. Es verdad que lo que constituía el vínculo fue el accidente, eso nos unía a todos. Pero yo no era del equipo de rugby, no tenía amigos allá dentro. Durante el rodaje estuve muy perdido, pero así estuvo Carlos en la montaña. Eso me ayudó a remover ese sentimiento que él tuvo arriba de la montaña, de no conocer a nadie, de sentirse por momentos muy solo.

En otros relatos Carlos Roque queda retratado como un loco. Para cubrir a un compañero, Carlos se subió a un avión en el que nunca debía haber subido. ¿Estaba loco o se vio sobrepasado por todo?

E: No, eso fue una idea de Jota y también para mí fue hermoso. Teníamos que tratar de romper con eso y que la familia de Roque quedara satisfecha con el resultado. En Viven se difundió una imagen distorsionada de Carlos, por eso yo tenía el reto de hacerlo bien. Su hermana me hizo saber que estaban muy contentos con mi actuación.

Meterte tanto en el papel os llevó a delirar con la carne. ¿Llegaste incluso a pensar que comíais carne humana?

E: Mirad, yo decidió que no me iba a preguntar nada. Y me parece eso mismo hicieron en la vida real, donde sí sabían con certeza que era carne humana. Aun así trataron de ignorar a quién pertenecía, qué amigo se estaban comiendo. Cuando empezamos a filmar toda esa parte, yo no me preguntaba qué me estaban dando. Ninguno nos cuestionamos nada. Poco a poco nos asemejamos a la historia real.

Mi parte favorita de la película es la escena de las rimas. Pocos minutos antes del alud, os cruzáis rimas, en un juego alegre. Es un momento de paz en medio de la tensión, de gran camaradería. ¿Se ha trasladado al equipo de la película ese sentimiento que unió a los supervivientes?

E: Es que el contacto que teníamos era al cien por cien. Estábamos todo el día juntos. Trabajábamos juntos y salíamos juntos, íbamos a tomar una cervecita a la calle juntos, hacíamos alguna que otra liada en una habitación todos juntos. Así empezó a rodar una hermandad que sigue hoy en día.

A: Fue exactamente así. Yo digo que Jota formó una nueva sociedad. Con su rodaje hizo otra sociedad de la nieve. Filmando esta película nos hemos hecho muy amigos, casi hermanos. Siempre estamos disponibles para cuando otro precisa algo. Y esa escena que mencionas es muy linda. Bobby solía repetir payadas, recitados para animar a sus compañeros. Jota nos pidió que pensáramos recitados y los improvisáramos, y así estuve todo el día. Son versos sencillos, de campo, y en Uruguay se suelen recitar mucho, por eso conecté mucho con Bobby y con todos los supervivientes gracias a esta escena.

E: Sobre la escena, es realmente hermosa. La recuerdo perfectamente. Yo no estaba seguro de cómo encajaría una licencia poética así. Pero aporta mucho y tiene todo el sentido en el lenguaje cinematográfico que ha logrado Jota. Creo que es todo un acierto del director que el alud caiga en un momento de respiro. Solucionado el debate de la comida y el problema del frío, parece que empezaban a tener cierta comodidad.

Y pudisteis aportar con vuestra improvisación…

E: ¡Claro! El día anterior a grabar esa escena Jota nos pidió que todos escribiéramos alguna rima. Nosotros en Argentina lo solemos hacer, es una disciplina antigua. Es típico de los rioplatenses, sirve para charlar y joder entre todos en un rincón, con la guitarra. Nos une a todos los argentinos y uruguayos. Al ritmo de la payada Jota ha logrado una de las escenas más bonitas de la película.

Otra escena muy emotiva es la muerte de Numa y cómo el pequeño trozo de papel va de mano en mano, mientras todos leéis: “Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos”. Con independencia de tus creencias, ¿hasta qué punto pudo ayudarles la fe a sobrevivir?

A: Yo soy católico y creo firmemente que Dios sí los ayudó. Los ayudó a todos porque los que creían rezaban por todos. Es verdad que algunos tenían más fe y otros menos, pero fue determinante para sobrevivir. Creo que en momentos como esos todos tuvieron un poquito de fe. Y sobre la frase, es la que mejor recoge lo que ellos vivieron en la montaña. El amor hizo que todos se unieran. El amor los salvó.

E: Mira, en ese avión había anarquistas, rebeldes, pibes de izquierda, ateos… Pero creo que sí, que la única forma de que esta gente pudiera sobrevivir fue teniendo un objetivo. Es una locura lo que hicieron, es verdaderamente milagroso. No sólo sobrevivir, sino dar la vida unos por otros. Esta idea de entregarse en cuerpo y alma les llevó a pensar que su muerte no fue en vano.

Después de esta película, habrás pensado en seguir actuando…

A: Bueno, yo vivo en el campo, acá en el Uruguay. Me gustaría seguir en el cine, ojalá, aunque de momento no me ha llegado nada. Gracias a Jota he descubierto que me gustaría dedicarme a la actuación. Así que si me llega una oportunidad, será bienvenida.