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El 30 de junio de 1969, España ponía punto final a treinta y cinco años de presencia en el territorio y abandonaba la provincia de Ifni. En ese momento, la zona llevaba diez años en una calma tensa, pues entre noviembre de 1957 y abril de 1958 el Ejército de Liberación Nacional o Yeicht Taharir atacó las posiciones españolas, desencadenando una guerra que pasó desapercibida en los medios de comunicación de la época y que muchos desconocen en la actualidad: la guerra de Ifni-Sáhara.

Fuente: Cassowary Colorizations-CC

La provincia de Ifni se situaba entre el norte del Sáhara Occidental y el sur de Marruecos, en la costa occidental de África y al este de las Islas Canarias. La presencia española allí se remonta a 1476, cuando la Corona de Castilla ocupa el territorio y Diego de Herrera funda el asentamiento de Santa Cruz de la Mar Pequeña. Los ataques bereberes sobre la plaza, y la falta de interés de Castilla, causaron que el lugar fuera abandonado en 1524.

En 1765, durante el reinado de Carlos III, se llegó a una serie de acuerdos con el sultán Muley Mohammed para que los pescadores canarios pudieran desarrollar su labor en las aguas próximas al territorio. El asunto volvió a aparecer de nuevo con el Tratado de Paz y Amistad del 26 de abril 1860, cuando España ya había firmado su victoria sobre Marruecos. Leopoldo O’Donnell volvía a ver necesario el establecimiento de una factoría en la costa que apoyara los barcos pesqueros y garantizara la seguridad de las Canarias.

A principios del siglo XIX, un pacto tripartito entre Francia, Gran Bretaña y España consolidó la posición en la zona y dio pie al nacimiento de un protectorado español en Marruecos, llegando el acuerdo definitivo de reparto del 27 de noviembre de 1912.

El asentamiento definitivo en Ifni no se dio hasta 1934, cuando el gobierno de la República envió a Tafaya al coronel Fernando Capaz Montes, quien tomó posesión efectiva del territorio el 6 de abril.

Como curiosidad, cabe añadir que a través del Decreto del 9 de junio de 1934 se crea el famoso “Batallón de Tiradores de Ifni”, organizado en tres tabores. Una vez iniciada la Guerra Civil, se reorganiza la unidad en siete tabores, seis yendo a participar en el conflicto en suelo peninsular y uno quedándose a defender el territorio.

La independencia de Marruecos

Francia estaba teniendo una serie de problemas con Marruecos a causa del desterramiento en 1953 del sultán Mohamed V, que se tradujeron en revueltas reprimidas militarmente. Estos hechos, como un lento goteo, comenzaron a afectar poco a poco en territorio español a través de pequeños enfrentamientos entre la policía y militares con marroquíes independentistas, algunos del Istiqlal. No obstante, la zona gozó de una notoria estabilidad hasta el inicio de la guerra.

Fuente: Guerras posmodernas

Entre el 2 y el 7 de abril de 1956, Francia y España concedían la independencia a sus protectorados de Marruecos. Un retornado Mohamed V se apresuró a crear unas Fuerzas Armadas Reales, en las que integró a varios miles de hombres del Ejército de Liberación. Bajo control español habían quedado el Sáhara Occidental, el Cabo Juby, donde se encontraba Tafaya, y el enclave de Sidi-Ifni.

Las pretensiones expansionistas de Mohamed V le hicieron reclamar el “Gran Marruecos” nada más independizarse. Reclamaba para sí estos territorios, algunos correspondientes a Argelia como Tinduf, y parte de Mauritania y Mali.

Así, recién obtenida la independencia, y con el apoyo de Estados Unidos, Marruecos comenzó a materializar sus planes expansionistas a través del Yeicht Taharir, que había estado incorporando a sus filas otros movimientos guerrilleros. A comienzos de 1956, este Ejército de Liberación disponía de 2.000 hombres uniformados y una cantidad ingente de armamento y material bélico.

La “guerrita” de Sidi-Ifni

En verano de 1956, el líder de estas bandas rebeldes, Ben Hammu, intentaba que las tribus del territorio español se unieran a su causa. El comandante Álvarez-Chás llegó a entrevistarse con él, siendo consciente de que esta gente se había infiltrado de forma profunda entre las líneas españolas. Ante esta situación y los asaltos armados de las guerrillas en territorio francés, se reforzó la zona con tropas de la Legión y con la constante vigilancia del general Pardo de Santaya. De hecho, en julio, la I y II Bandera Paracaidista del Ejército de Tierra fueron trasladadas a Sidi-Ifni.

Tras unos meses de tensión en los que hubo varios muertos y la sustitución de Pardo de Santaya por Gómez Zamalloa, España creó un sistema defensivo en El Aaiún, Villa Bens, Villa Cisneros y Güera, y también planteó acciones conjuntas con Francia para intentar acabar con este Ejército de Liberación.

En verano se iniciaron una serie de maniobras militares conocidas como “Guerra de Agosto” para demostrar que España estaba dispuesta a defender su territorio.

El primer gran ataque del Ejército de Liberación tuvo lugar en la madrugada del 23 de noviembre sobre varias posiciones españolas en Ifni y Sáhara. El objetivo principal fue tomar el depósito de armas de Sidi-Ifni y, pese a tomar algunas posiciones, fueron repelidos por efectivos del Ejército y la policía. La plaza de Sidi-Ifni no preocupaba en demasía, pues se encontraba bien abastecida por aire y por mar y, en su momento álgido, llegó a alojar a unos 7.500 soldados.

Destaca en estos primeros compases las acciones del sargento José Osorio, quien defendió junto a un pelotón de tiradores la plaza de Hameiduch durante 5 días, teniendo que rendirse cuando carecían de comida y municiones. Los testigos cuentan cómo el sargento fue asesinado en su presencia. Otro episodio notable fue el rescate de 60 tiradores en Tiluin, sitiados junto a 75 paracaidistas y rescatados por la Sexta Bandera de la Legión el 3 de diciembre.

En este punto había dos problemas muy graves que azotaban a las fuerzas españolas. El primero era la falta de municiones y el segundo la obsolescencia de su armamento. Además, España se encontraba todavía en la posguerra y no pudo destinar a la modernización del Ejército todos los recursos que precisaba. Aunque también es cierto que, según avanzaba el conflicto, fue incrementándose el envío de material militar.

Los enfrentamientos armados continuaron y tuvieron su punto de inflexión en la batalla de Edchera. El 13 de enero, 500 efectivos marroquíes, aprovechando que dos unidades de la XIII Bandera de la Legión se encontraban en retirada y que ocupaban una posición que les daba protección en el borde de la Saguia, emboscaron a los legionarios con todo el armamento que tenían disponible. El enfrentamiento fue durísimo y el resultado peor de lo esperado: 48 muertos y 64 heridos, casi todos de la Legión. Sin embargo, ante la brava resistencia española, los marroquíes se vieron obligados a retirarse.

La colaboración franco-española y el final de la guerra

El fin de la guerra llegaría con las operaciones “Teide” y “Ecouvillon”, hechas de forma conjunta con los franceses. Estos aportaban 5.000 efectivos al conflicto que, junto a los 9.000 que tenía España desplegados, emprendieron una ofensiva en febrero para recuperar las plazas perdidas frente al Ejército de Liberación. Se atacaron las posiciones entre Tan Tan y Saguia el Hamra, recuperándose Edchera, Tafurdat y Smara. Los franceses avanzaron desde Fort Gouraud.

Barrido el Ejército de Liberación, el 1 de abril se firmaba el Acuerdo de Angra Cintra con Marruecos en el que, de forma inexplicable, España cedía la soberanía de Cabo Juby, Villa Bens y todo el territorio de Ifni, a excepción de la capital, a Marruecos.

Ifni quedó constituida como provincia española desde 1958 y comenzaron a invertirse una notoria cantidad de recursos para mejorar las infraestructuras del territorio, al igual que sucedió en el Sáhara, siendo en la práctica una ciudad española más.

Pese a las limitaciones materiales, hay que destacar la labor y el valor de los soldados españoles que lucharon allí con un destacable heroísmo. El factor humano, por lo tanto, supuso un aspecto clave para ganar en esta guerra que fue censurada en la Península, pero a la que llegaron a enviar a Carmen Sevilla o a Gila para entretener y motivar a las tropas. El saldo en vidas fue, según los datos del general Casas de la Vega, de 574 heridos, 198 muertos y 80 desaparecidos, mientras que se estiman en más de 800 las bajas de los marroquíes.