El Instituto Iliade para la Larga Memoria Europea nació en 2014 con un objetivo: promover el patrimonio europeo entre las nuevas generaciones. Tras un diagnóstico sobre la situación de Occidente, estos franceses se lanzaron entonces a dotar de «una columna vertebral intelectual y espiritual» a la juventud europea. Una década después de su nacimiento, Iliade echa la mirada atrás para recordar el tríptico homérico que forjó su carácter: «La naturaleza como fundamento, la excelencia como meta, la belleza como horizonte».
En Iliade se centraron desde sus inicios en reivindicar la importancia de la historia. No en vano su análisis de la sociedad francesa y europea los llevó a un escándalo: la llama de Occidente se está apagando. Pese a todo, estos jóvenes no decidieron adorar unas cenizas sino reavivar ese fuego, «el espíritu de Occidente», mediante dos de sus mejores aliados: la historia y la literatura. Convencidos de que resulta imposible afrontar el hoy sin conocer el ayer, Iliade promueve una mirada atrás a las raíces de todos nosotros.
Este es el primero y casi el último de los objetivos. Así lo reconoce Philippe Conrad, presidente del Instituto: «Nada será posible si no recordamos lo que tenemos que defender: nuestra historia, nuestra cultura, nuestra civilización». Un recuerdo que parece adormecido, y que esta organización pretende «despertar» a través de una bulliciosa actividad: publicaciones escritas, ciclos de formación, estudios, acceso a bibliotecas, exposiciones, coloquios… Son algunas de las muchas iniciativas que los jóvenes de Iliade llevan a cabo cada semana para despertar este Occidente adormecido.
VUELTA A LA NACIÓN
En este empeño por recordar el pasado ha llevado a Iliade a plantear tres dicotomías, que no parecen todavía superadas. Frente a las instituciones de la Europa actual, esta organización revindica el papel de la sociedad civil: la memoria no puede ser inoculada desde altas esferas. Y, sobre todo, no debe serlo. Precisamente por eso la segunda de sus luchas lo es contra la burocracia, que atrapa la libertad de los jóvenes. Frente a unos gobiernos que parecen imponer una única visión, sesgada, de la historia, Iliade apuesta por la formación en comunidad.
La comunidad es otro de sus pilares, claro, pero Iliade no engaña: partiendo del convencimiento de que quien nomina, domina, estos jóvenes franceses han redoblado su apuesta por la nación, acaso la forma más sublime de comunidad. Su vuelta a la nación ha nacido precisamente de su acercamiento a la historia: «La integración europea, por su supranacionalidad, es antitética a la patria europea, la tierra de los padres», han concluido en uno de sus últimos foros.
APUESTA POR LA DIVERSIDAD
Otra de las conclusiones es la importancia de la diversidad europea. Una diversidad bien entendida que acoge las diferencias como síntoma de la «riqueza cultural» de Occidente. Que unifica pero no uniforma y que bebe −prestando, de nuevo, una especial atención a la historia− de la tradición artística de nuestra civilización. En Iliade han llamado a esta herencia «el universo estético de los europeos», confiados en que la vuelta a la estética supondrá también una vuelta a la ética: si Occidente olvida su belleza, olvida también su moral. Si somos capaces de recuperar nuestra riqueza, también lo seremos de recuperar los valores que forjaron nuestras sociedades.
A estos valores, sin embargo, se oponen numerosas amenazas. Poderosos son los enemigos, entre los que los jóvenes de Iliade señalan uno: «la iconoclastia del islam radicalizado». Una iconoclastia que no pasa por acabar con los atisbos de Belleza, sino especialmente con los de Bien y Verdad. Una amenaza que, tal y como denuncia esta organización, ha sido promovida y amparada desde muchas de nuestras instituciones. Por eso, porque poderosos son los adversarios, también lo son los aliados. Una década después de la creación de Iliade, y como complemento de la intensa actividad cultural, histórica y espiritual del instituto, ha nacido el Club de Amigos del Instituto Iliade. Los promotores saben que no hay amor más grande que el que da la vida por sus amigos, pero no piden eso: en Iliade se conforman con un pequeño donativo para seguir estimulando la memoria de los europeos, reavivando el fuego de Occidente y para continuar inflamando muchos corazones.