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El 26 de noviembre de 1504, Isabel de Castilla moría en Medina del Campo. Hoy, 514 años después, podemos afirmar que con ella empezó todo. Porque ella «sentó las bases del primer Estado moderno de Europa, lo que pasaba por la unificación política, territorial y religiosa», pero porque, además, «las fuerzas sociales, especialmente la nobleza, se pusieron al servicio de los intereses del Estado, no de particulares o de grupos». En definitiva, porque hubo un antes y un después de Isabel la Católica.

Ésta fue la principal conclusión de una mesa redonda organizada por Milenio en Granada coincidiendo con el 514 aniversario de la muerte de la monarca bajo el título, precisamente, de ‘Isabel la Católica, con ella empezó todo’. Una mesa en la que participaron María Saavedra, profesora de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Comunicación de la Universidad CEU-San Pablo de Madrid y a quien pertenecen las comillas anteriores; César Cervera, periodista del diario ABC especializado en temas de Historia; e Iván Vélez, autor, entre otros, de Sobre la Leyenda Negra y El mito de Cortés.

«Durante su reinado ocurrieron hechos trascendentales: se unificaron los reinos hispanos, se tomó Granada, se instauró la Inquisición, se expulsó a los judíos y se descubrió América», enumeró Iván Vélez. Acontecimientos todos ellos que, en su opinión, «fortalecieron el Imperio español y le dieron escala universal». Pero el gran aporte de Isabel la Católica, de acuerdo con este estudioso, fue «haber culminado la expulsión de los musulmanes, algo que fue celebrado en toda Europa pues suponía una suerte de contragolpe a la toma de Constantinopla medio siglo antes por los turcos».

Así que por un lado tenemos a una monarca que fija las bases de la España moderna y que culmina un hecho trascendental como es el de la expulsión de los musulmanes de Europa. Pero, además, a una mujer que revolucionó un mundo de hombres. «Cuando la mayoría de las mujeres carecía de autoridad, Isabel se coló en un mundo reservado a los hombres, a la cabeza de una civilización que dio a luz al mayor mestizaje en la historia de la Humanidad«, como ha resaltado César Cervera.

Un mestizaje en el que el hecho de América resultó capital, no sólo porque se propiciase su descubrimiento, que también, sino por cómo se abordó dicha empresa. «Al decidir que los habitantes de las tierras descubiertas sean súbditos libres de la monarquía, sienta las bases políticas, jurídicas y culturales de un Nuevo Mundo que vive un proceso de transformación espectacular a lo largo de tres siglos, y que va configurando la identidad de América tal y como la conocemos hoy», destacó María Saavedra.

En opinión de César Cervera, se pusieron entonces los cimientos de «un imperio generador, cuyas cifras en creación de puentes, universidades, caminos, ciudades y aportaciones culturales no encuentra comparación desde tiempos de Roma». Algo en lo que Isabel resultó clave, toda vez que «exigió en todo momento respeto por el trato a los indígenas (claves para levantar y defender el imperio) y al pedir que la labor evangelizadora fuera el motor del avance español, no una simple empresa económica«, y eso que «ella apenas conoció la envergadura del proyecto americano».

La verdad histórica

Cabe entonces preguntarse por qué no se valora la figura de Isabel la Católica de acuerdo con estos logros. «En parte, porque no se conoce lo suficiente y se han difundido muchos tópicos sobre la reina que no responden a la verdad histórica«, remarcó María Saavedra. Tópicos como los de «una Isabel antisemita e intolerante que han prendido con fuerza en un relato alimentado por los enemigos de España». «Es necesario contar la Historia como fue y elaborar un marco político, social y religioso en el que se tomaron unas decisiones que no podemos valorar desde nuestra óptica y los valores del siglo XXI», reclamó esta historiadora.

Algo en lo que también ahondó Iván Vélez, para quien «Isabel la Católica es denostada por los cultivadores de la Leyenda Negra, incapaces de entender las razones, plenamente  coherentes con la ideología de la época, de decisiones como la de expulsar a los judíos». Un hecho que César Cervera generaliza a todo lo español: «Alguien, parte de Europa y de los grandes movimientos intelectuales del continente (Humanismo, Ilustración…), nos ha convencido de que todo lo que suena a español es sinónimo de atraso, fanatismo e intolerancia».

Un hecho paradigmático, como reflexionó este periodista, pues «Isabel, que está en la raíz de España y cuya figura fue desfigurada por el Franquismo, es de las más discutidas de una nación que, como proclamó un presidente reciente, ‘es un concepto discutido y discutible'».