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A Joaquín Echeverría aún le tiembla la voz al hablar de su hijo Ignacio. Desde que fuera asesinado en Londres, hace ya seis años, su padre se ha ocupado de mantener vivo el legado del héroe del monopatín. Mientras las instituciones y la sociedad siguen reconociendo el valor de la vida ejemplar de Ignacio Echeverría, la familia ha iniciado el proceso de canonización, en el que ponen todas las esperanzas. Muchos destacan de su hijo la «valentía, que es propia de los héroes». Pero Joaquín siempre se fija en la generosidad de Ignacio. «Esa es la verdadera virtud de los santos».

¿Ignacio es santo?

Ignacio, un santo generoso

Sí, creo que Ignacio es santo como lo son tantas miles de personas. En el cielo hay millones de santos a los que podríamos canonizar en la tierra, pero es imposible. La Iglesia elige algunos modelos de entre todos ellos, pero estoy seguro de que en el cielo hay mucha gente con más méritos que muchos de los santos que hoy conocemos. Hoy Ignacio es sólo uno entre esos millones de santos en el cielo, y lo va a seguir siendo aunque la Iglesia nunca lo canonice.

Ignacio fue modélico, sin duda.

Lo fue, y por eso, cuando me comentaron la posibilidad de que iniciásemos una causa de canonización, no me lo pensé mucho. Tengo la certeza de que Ignacio está en el cielo así que pensé que sería interesante que lo canonicen. Al llevar la vida que llevó pues puede ser un gran modelo para muchos jóvenes.

Que lo reconozcan como santo no hace mejor a mi hijo, ni engrandece lo que hizo; simplemente da visibilidad a una vida ejemplar y a una muerte aún más ejemplar. Estoy contento porque su muerte ha sido útil y espero que lo siga siendo, por eso la canonización es una buena forma de mantener ese legado. Constantemente se publican artículos sobre Ignacio en España y en el extranjero, y hay unanimidad sobre su heroicidad. Pero esto le daría mayor presencia a su vida. Estoy convencido de que puede ayudar a mucha gente, no sólo creyentes.

Imagino que es un proceso largo…

Estamos ahora en la fase previa. Para iniciar una canonización hace falta que alguien lo promueva y, en este caso, mi familia y yo lo estamos haciendo a través de una asociación aprobada en el Arzobispado de Madrid. Estamos promoviendo la causa para que el postulador que la «instruye» constate dos elementos en Ignacio: una vida vertebrada por la fe (lo cumple con creces pues Ignacio era practicante y siempre vivió una vida de fe a través de los Sacramentos) y la fama de santidad. El obispo Martínez Camino me dijo hace tiempo que la fama de santidad no es la fama de un cantante de éxito. No hace falta que sea popular, sino que algunas personas encuentren en Ignacio un santo al que pedir favores, al que encomendarse, o al menos, a quien parecerse.

Por su tesón diría que no tardará mucho en concederlos…

Bueno, hay personas que aseguran que han recibido favores de Ignacio. Una persona me escribió al día siguiente de una operación y me dijo que Ignacio le había concedido un milagro, pues todos los órganos que tenía dañados estaban bien y todos los problemas de salud habían desaparecido. Yo no voy a decir que eso es un milagro, pero a los ojos de ese hombre sí lo es. Y esa es precisamente la fama de santidad.

Imagino que son muchos los testimonios recogidos.

Estamos en ese punto, sí. La causa está aún muy inicial porque estamos recabando testimonios de gente que lo conoció. Y de otros tantos que, sin conocerlo en vida, han experimentado la cercanía de Ignacio desde el cielo. Una señora me decía hace tiempo que le pidió a Ignacio un novio como él para su hija, que estaba metida en una relación dañina. Algunos meses después me escribió con buenas noticias y hoy esa chica está casada con un buen hombre. Hay personas que consideran que Ignacio les ha hecho favores.

¿Qué virtud destacas en tu hijo Ignacio?

Ignacio era una persona con mucha ilusión por la vida. Y eso se apoyaba en un gran tesón, en su empeño por mejorar cada día en todas las facetas de su vida. Se esforzaba, por ejemplo, en hacer deporte cuando no tenía ninguna habilidad especial. Ni siquiera creo que patinara muy bien. Pero él se empeñaba en hacer las cosas bien.

¿Tenía Ignacio devoción por algún santo?

Ignacio siempre tuvo mucho cariño por un tío abuelo suyo, hermano de su abuela materna, que vivió de misiones en la selva de Perú. Llegó a ser obispo de una zona muy remota y él hablaba mucho, con gran admiración, de ese tío abuelo suyo. Yo me enteré tras su fallecimiento, porque no hablaba con nosotros de eso. Pero muchos amigos nos contaron entonces el cariño que tenía por ese hombre, por su entrega y su bondad. No es santo reconocido pero, como decía al principio, eso es lo de menos.

De tal palo tal astilla. ¿Qué hay de vosotros en la educación de Ignacio?

Ignacio nació en un familia católica. Íbamos a misa todos los domingos, están todos mis hijos bautizados, confirmados, etc. Sin embargo, creo que Ignacio era el más devoto de todos nosotros. Incorporó lo mejor de todo lo que recibió. Era muy comprometido y, como todos mis hijos, fue una buena persona. Pero Ignacio no sólo era bueno, es que también era santo. Ignacio tuvo muchos fracasos a lo largo de su vida y a base de esforzarse, a base de confiar en Dios, remontó siempre. La devoción le ayudó a levantarse siempre, por muy grande que fuera el fracaso.

Hablemos de esta devoción. ¿Cómo le influyó el día del atentado?

Nunca se sabe exactamente porque todos somos el compendio de muchas cosas. Es verdad que muchos destacan en aquel acto su valentía, pero yo prefiero destacar la generosidad. Ignacio fue un hombre generoso, porque al ver el atentado decidió acudir y ayudar a las víctimas en vez de correr. Sabía que eso significaba la muerte y aún así fue. Es curioso porque apenas veinte días antes de su muerte, Ignacio estuvo con nosotros en Madrid. Y hablando con él sobre el atentado en Westminster en el que murió un policía acuchillado, Ignacio nos dijo que si él hubiera estado en ese puente no habría muerto el policía. Esa forma de entender la vida le comprometía a él consigo mismo. Por eso el día del atentado sabía lo que tenía que hacer sin pensarlo.

¿La generosidad pertenece al héroe o al santo?

Creo que es imposible ser santo sin ser valiente. Ahora bien, a pesar de su valentía, su acto fue de bondad. Además, fíjate, no hay precedentes en lo que Ignacio hizo: nunca nadie ha corrido hacia la muerte, yo no conozco ningún caso así en Occidente. Por eso más que valentía, que es propia de los héroes, destaco en Ignacio la generosidad, que es de los santos.

Gracias a los numerosos testimonios estarás conociendo nuevas cosas de Ignacio. ¿Qué has descubierto de tu hijo?

Monumento a la memoria de Ignacio en Cartagena

Bueno, empecé a conocer nuevas cosas de Ignacio desde que llegué al tanatorio. Una chica me comentó que Ignacio era el mejor compañero de clase, y que le había defendido muchas veces en el colegio. Otra amiga de la familia me dijo que Ignacio le defendió públicamente frente a una injusticia, y que siempre decía lo que pensaba cuando había que hacerlo. Además, nos impactó mucho saber que una conocida de Ignacio fue a Misa en Londres algunos días después de su muerte y estaban ofreciendo la misa por mi hijo. Y al preguntar en la sacristía le dijeron que Ignacio había sido catequista durante mucho tiempo en esa parroquia. Nosotros eso no lo sabíamos, nunca nos dijo que daba catequesis en Londres. Pero eso demuestra, claro, que hacía las cosas buenas sin necesidad de contarlo.

Y como estos testimonios, muchos más. Un emigrante marroquí consiguió el teléfono de Ignacio cuando fue a Londres, porque también patinaba y tenían algún amigo en común. Al tener un accidente mientras patinaba, fue hospitalizado, pero aquel chaval no tenía ni familia ni amigos. Así que Ignacio se pasó muchas tardes cuidando a una persona a la que no conocía, haciendo compañía a un extraño.

También me sorprendió mucho que apareciera un legionario en el tanatorio. Venía de trabajar así que iba uniformado. Yo aquel día no me enteré de nada porque estaba muy nervioso, apenas podía hablar. Pero sí vi cómo se quitó una medalla y la puso en la bandera sobre el féretro de mi hijo. Más tarde me contaron que Ignacio estuvo acompañando al hijo de aquel legionario durante muchas tardes porque tenía muchos problemas. Ignacio lo acompañó, lo llevó a buenos ambientes y el chico hoy lleva una vida ordenada.

¿Llegará pronto la beatificación?

No lo sé. Confío en que sí, por eso estamos aprovechando esta oportunidad. Ahora la memoria de Ignacio sigue más viva que nunca, pero quizás mañana nadie se acuerde de él. Ahora que muchos medios hablan de Ignacio, ahora que la sociedad española lo ve como un ejemplo, y ahora que las instituciones reconocen su ejemplaridad, sería estupendo afianzar el legado de Ignacio con la canonización.

Hace un rato he estado en la entrega de las Grandes Cruces de las Víctimas del Terrorismo de la Comunidad de Madrid y a mí me han dado la medalla de Ignacio, junto a otros doscientos familiares de otras víctimas del terrorismo. Durante el acto han proyectado un vídeo y puedo decir que más del cuarenta por ciento del vídeo han sido imágenes de Ignacio. Por eso, como Ignacio está presente, hay que aprovechar la oportunidad. Así que confío que la causa no sea lenta.