José Luis López-Linares (Madrid, 1955) pronuncia cada palabra con pausa, como si se supiese heredero de un lenguaje que comparten quinientos millones de personas. Tras el éxito de España, la primera globalización, el cineasta nos vuelve a convocar a las salas con Hispanoamérica, canto de vida y esperanza. Convencido de que uno no se reconoce como auténticamente español si nunca ha estado en Hispanoamérica, López-Linares ha grabado un documental sobre la belleza de nuestros hermanos del otro lado del charco. Una belleza que nos es propia y que «salta a la vista»: «Es lo único capaz de unirnos a todos», zanja.
¿Es Hispanoamérica tu mejor película?
Sí. No sé muy bien por qué. Ha salido como un guiso que te sale muy rico. Uno a veces no encuentra explicación. Nos hemos dado cuenta después del montaje, con el equipo. Es una película que tiene mucha emoción y por eso creo que es la mejor.
En tus últimas películas nunca ha faltado el rigor histórico. Pero en Hispanoamérica hay algo más: un mimo por la estética…
En todas mis películas siempre tengo la intención de comunicar belleza. Es algo que las baña a todas, aunque hablemos de vino o de música. Pero es verdad que en Hispanoamérica hay un cuidado especial porque es una película propiamente sobre la belleza. La belleza es lo único capaz de unirnos a todos. La verdad y la belleza nos unen, por eso hemos querido contar una historia sobre la belleza de la Hispanidad.
Muchos son los que mantienen las medias verdades, los rincones oscuros y el relato falso sobre la conquista de América. Tu documental, sin embargo, pretende reivindicar unas luces que parecen olvidadas…
Exactamente. Ese es el canto de la película. Yo sinceramente creo que la Leyenda Negra está superada. A estas alturas ningún historiador serio puede mantener el relato, las mentiras y las trampas de la Leyenda Negra. Quienes siguen ahí tienen un problema.
Por eso, aunque España, la primera globalización tenía una intención de abrir camino y batallar estas mentiras, ahora hemos buscado otro camino: contar la belleza y la hermosura de Hispanoamérica. Nos ha salido así y yo estoy muy contento con el resultado.
Aunque no queden, como dices, muchos historiadores así, todavía muchos políticos se creen este relato.
Sí, pero eso nos debería dar un poco igual. Lo que estamos haciendo con la película, pero también con las jornadas que organizamos hace algunas semanas, también con la publicación de libros, es ajeno a la política. Esta generación, que mi amigo Jorge Sánchez de Castro bautizó como «21-21», no depende de la política. Tenemos una autonomía brutal y eso es una ventaja. Nosotros hemos hecho la película gracias a la aportación de gente normal que ha aportado su dinero, casi cuatro mil mecenas.
No es cosa del Gobierno, entonces…
Es que no hemos recibido ni una sola subvención. Es una ventaja que haya camino fuera de la política. Esto nos da una autonomía que es un valor de Hispanoamérica. No depender de la política es un capital simbólico, y cada vez hay más gente que se reconoce ahí. Yo no me quejo de que no me hayan dado subvenciones. Al revés, lo agradezco, porque es una oportunidad de financiar las películas de otra manera, mucho más satisfactoria.
Imagino que durante la grabación habrás hecho algún descubrimiento. ¿Es Hispanoamérica la mina que expolió Occidente o una cuna de oportunidades?
Evidentemente Hispanoamérica no fue una explotación minera. Esto ya lo sabía, pero es verdad que durante el rodaje he descubierto muchas cosas. De hecho, te diré que no sabía casi nada de lo que sale en el documental, o al menos no de esa manera. Por ejemplo, decidí ir a Bolivia a grabar la orquesta que recupera las partituras de aquella época, pero no conocía de cerca esa realidad.
También por eso he querido que el 90% de los que salen en el documental sean españoles del otro lado del Atlántico, de Hispanoamérica. Ese conjunto de voces y acentos bajo el paraguas de una misma lengua le da mucha riqueza a la película. También hay sorpresas porque, por ejemplo, tuvimos la suerte de grabar en uno de los mayores tesoros barrocos del país y allí coincidimos con un organista y una mezzosoprano que cantaron el himno a la Virgen en quechua. El barroco andino es realmente impresionante y hemos tenido la suerte de recogerlo en Hispanoamérica.
Joselito dijo que quien no ha visto toros en El Puerto no ha visto nunca los toros. ¿Quién no ha estado en Hispanoamérica no conoce bien España?
¡Qué gran verdad! Esto lo dice en el documental Carmen Iglesias, la directora de la Real Academia de Historia, y es verdad. Cuando viajas a Hispanoamérica te reconoces como español, pero también les pasa a todos los hispanoamericanos. Un bonaerense no termina de reconocerse como argentino si nunca ha viajado a México, por ejemplo. En ese sentido, la película se plantea como una expedición para descubrir América. Pero no sólo los españoles peninsulares sino para todos los hispanoamericanos. E incluso más: yo en Estados Unidos, cuando viajé a Texas y Nuevo México, descubrí una zona con mucha potencia hispanoamericana.
Colón descubrió América pero ahora nos toca a nosotros…
Es un proceso de descubrimiento en el que te descubres a ti mismo. El otro día, después del estreno, se me acercó una mujer mexicana que por trabajo ha vivido en Europa y en Estados Unidos. Fue maravilloso porque después de la proyección me dijo: «Gracias, ahora sé quién soy».
España se volcó en Hispanoamérica pero también lo hizo la catolicidad. ¿Cuál fue el papel de la fe?
Como dice Adelaida Sagarra en el documental, España llevó a Hispanoamérica cosas propias, como el Derecho de la Escuela de Salamanca, la tecnología, costumbres de agricultura y ganadería… Pero también llevó algo que no era propiamente suyo: la fe. Eso es una hazaña increíble. La potencia de la evangelización de América es un milagro extraordinario.
Parte de este apostolado fue cultural. La fe se volcó en el arte y la música…
Los españoles dieron mucha importancia a la belleza. La cultura es belleza y eso se cuidó mucho. En el arte, pero también en la música y la arquitectura de los lugares de culto. Uno puede encontrar en pueblos humildes y pequeñajos grandes iglesias que son joyas deslumbrantes del barroco.
El barroco fue una forma de transmitir la verdad a través de la belleza, y en Hispanoamérica esta forma de transmitir la fe se vivió con más intensidad que en Europa. Es un arte mestizo que se impregnó de las culturas locales, que se sumaron a ese esplendor. La belleza está en las calles, salta a la vista. Por eso el barroco es una forma de vida, de vida hispánica. En la película hemos querido reflejar esta riqueza.
En Hispanoamérica hay un tríptico femenino: Isabel, Doña Marina y la Virgen de Guadalupe. ¿Qué perspectiva aportan estas tres mujeres?
Son tres figuras muy potentes y verdaderas que marcan el futuro de Hispanoamérica y la relación de la corona y la administración española con los nuevos territorios. La Isabel la Católica es una mujer fundamental para entender que los nativos nunca serían esclavos. Ella fue defensora de la libertad y del mestizaje cuando dijo «que se casen indas con españoles».
Doña Marina, la Malinche, fue la artífice de esta libertad y este mestizaje. Fue madre, junto a Hernán Cortés, del primer mestizo, y eso ayudó a que el proceso de conquista fuese más conciliador. Y la Virgen de Guadalupe es la gran fuerza evangelizadora de Hispanoamérica. No es sólo la madre de México sino de toda la Hispanidad. Por eso estas tres mujeres dieron a luz a Hispanoamérica.
España, la primera globalización batió todos los récords. ¿Esperas la misma acogida en los cines?
¡Espero mucho más! Es verdad que la acogida de la anterior película fue extraordinaria pero fue algo lento. Hasta que no se estrenó en cines nadie la conocía. La distribución fue algo casera, muy difícil, y la película se proyectó en pocos cines y a unas horas muy malas. Pese a todo, gracias al camino de España, la primera globalización al final la vieron más de 70.000 espectadores.
Pero con Hispanoamérica es distinto. Antes del estreno ya hay mucha expectación. Todavía no la ha visto nadie y ya hay muchos cines de España con las entradas vendidas. Este viernes vamos a estrenar en más de sesenta salas y todavía no la ha visto nadie. Y lo mismo al otro lado del charco: en septiembre y octubre vamos a estrenar en todo Hispanoamérica. Por eso espero que su recorrido sea mucho más importante.