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La carrera de Juan y Junior fue explosiva, conmovedora, brillante y demasiado fugaz. Un poco como los fuegos artificiales. Su abrupta separación, cuando no llevaban ni dos años funcionando como dúo, dejó atónito a su numeroso público, un público entregado desde los acordes iniciales de ‘La Caza’, su primer sencillo, convertido en inolvidable banda sonora del verano de 1967. La historia de Juan y Junior está plagada de detalles y anécdotas que dan buena cuenta del vertiginoso ritmo de actividad que el dúo desarrolló en estos escasos dos años.

Juan Pardo y Antonio Morales «Junior» no eran unos recién llegados. Ambos habían formado parte de Los Pekenikes a comienzos de la década para, posteriormente, fundar Los Brincos junto al excelente batería y compositor Fernando Arbex. Con Los Brincos sonaron en radio y televisión, se convirtieron en el conjunto más importante del país, vieron sus discos editados en Francia e Italia y conocieron los entresijos del negocio musical. La música beat en España era cada vez más relevante y experimentaba, al igual que en otros países europeos, una transformación que iba a convertir la escena pop en una auténtica industria cultural. Para cuando Juan y Junior deciden abandonar Los Brincos y dar luz verde a su nueva aventura, en nuestro país ya existe un entramado de radios, publicaciones, salas de fiestas, productores, festivales y promotores con conexiones en sellos y departamentos de promoción extranjeros que hacen posible plantearse el lanzamiento internacional de nuestros mejores artistas.

Hay una foto que me resulta especialmente reveladora. Juan y Junior descansan en el suelo de su apartamento, rodeados de muebles de diseño y discos para su equipo portátil. Podemos distinguir ‘Younger Than Yesterday’ de The Byrds, el ‘Aftermath’ de los Rolling Stones, algún Lp de soul americano junto a otro de Nina Simone y hasta perlas escondidas de sunshine pop como el álbum de unos desconocidos The Cyrkle. Nuestros protagonistas estaban a la última, de eso no cabe duda. Viajan a Milán para grabar los primeros temas. Montan su banda de directo con la ayuda de Miguel Morales, hermano de Junior, a la guitarra, del bajista inglés Bill Robinson y del estupendo batería José María Moll (años después en Barrabás, otro conjunto español de proyección internacional). Y se presentan en la sala Paraninfo de Madrid en la primavera del 67, con ‘La Caza’ bajo el brazo y cosechando un éxito absoluto. Poco después entraría en el grupo de acompañamiento el teclista David Waterston. Cuentan las crónicas que David llegó a Madrid en el año 66 conduciendo la furgoneta de The Yardbirds. Waterston se enamoró del país cuando descubrió la burbujeante escena madrileña, el vino de las tabernas y la ausencia de horario de cierre. Así que entregó las llaves de la furgo y se quedó para engrosar las filas de la «legión extranjera» de músicos ingleses que eligieron España como hogar para disfrutar de su juventud y a la vez desarrollar una carrera artística dentro del mundillo pop local.

LA BANDA CRECE 

Juan y Junior viajan a Londres para registrar nuevas canciones a las órdenes de Mike Smith, uno de los productores más importantes del país. El grupo que toca en estudio no es otro que The Marmalade, una banda escocesa que poco después se haría famosísima con sus canciones propias. El sonido conseguido en estas grabaciones es insuperable, es potente y ultramoderno. La pareja se pasea por Westminster y Carnaby Street acompañados por el locutor José María Íñigo, que envía crónicas del viaje a las revistas españolas para alimentar la leyenda de nuestros dos protagonistas. Para rizar el rizo, transciende que Juan anda enamoriscado de Rocío Dúrcal mientras que Junior sale con Marisol y que han grabado en Londres una canción dedicada a sus parejas, un tema titulado ‘A dos niñas’ que también se publicará en inglés porque Mr. Smith cree que puede llegar al número uno.

De vuelta en España, Miguel Morales se incorpora al conjunto de Fernando Arbex y es sustituido por otro guitarrista, Chimo González. Juan y Junior añaden sección de metal a sus directos y se convierten en la gran sensación pop, copando portadas en todas las revistas de actualidad. Juegan en la misma liga que Los Bravos, los nuevos Brincos o los recién llegados Canarios de Teddy Bautista. Son tan populares que el empresario de la nueva discoteca J&J, sita en la plaza de Callao de la capital, les ofrece un ventajoso acuerdo a cambio de utilizar sus iniciales como gancho comercial. Publican ‘A dos niñas’ en catalán, el mismo idioma en el que Serrat edita su versión de ‘En San Juan’, otro precioso tema del dúo. ´

Son invitados a participar en el Midem, el principal evento de la industria musical europea que se celebra en la Costa Azul; un espacio donde se cierran acuerdos, se promocionan nuevos talentos y se compran futuros éxitos internacionales a compositores de todo el mundo. Allí, el tema ‘Anduriña’ enamora a un Pablo Picasso que ofrece uno de sus dibujos a Juan y Junior para un próximo lanzamiento discográfico (una incomprensible decisión de la compañía relega la imagen a la contraportada del single).

Editan sus canciones en inglés en Francia, Alemania y el Reino Unido y hasta protagonizan el delirante largometraje de Pedro Olea ‘En Un Mundo Diferente’, paseando sus guitarras eléctricas y sus ropas extravagantes por las calles mojadas de Santiago de Compostela. En la banda sonora de esta cinta se encuentra la joya escondida de su producción, ‘Another Day’, una canción inmensa, un perfecto ejercicio de powerpop sesentero que permanecería inédita. Los conciertos se suceden, alimentando el mito de gran conjunto internacional, con órgano Hammond, pedales de fuzz distorsionado, doble bombo en la batería, guitarras de doce cuerdas y unas armonías vocales de quitar el hipo.

EL DIVORCIO Y EL LEGADO

Pero a comienzos del año de 1969 llegan las primeras desavenencias. Junior inicia una relación sentimental con Rocío Dúrcal, la antigua compañera de Juan. Algunas fuentes señalan este hecho como el detonante de la separación, aunque hay otros periodistas que inciden en la falta de entendimiento en el estudio entre los dos músicos y las aspiraciones de ambos por desarrollar carreras en solitario. Lo cierto es que para cuando su compañía decide recopilar en un álbum los seis singles que hasta entonces habían publicado, la pareja ya había roto sus relaciones profesionales.

El Lp recopilatorio es una auténtica joya del pop español, un disco imprescindible que desde Revista Centinela recomendamos encarecidamente. El repertorio es imbatible: ‘Tres días’, ‘La Caza’, ‘Nada’, ‘Nos falta fe’… Un brillante muestrario de orfebrería pop, repleto de sonidos excitantes y una cuidada producción que lo convierten en una obra homologable a los mejores trabajos de cualquier banda inglesa de aquellos años. Y especialmente valioso si tenemos en cuenta la carga lírica de unos textos evocadores y de gran originalidad para su tiempo.

Pocas veces se habían utilizado en la música moderna recursos poéticos como los que despliegan Juan y Junior en sus canciones: manantiales, jardines, campanas y pórticos de iglesias, golondrinas y claveles marchitados que crean un microcosmos de viajes en tren, aldeas gallegas y besos bajo el sol que nos acercan al mundo rural y la cultura popular de un modo sorprendente y personal. Un catálogo de imágenes bucólicas que funcionan en perfecta armonía con el sonido eléctrico y urbano del grupo.

Inolvidables. Se fueron demasiado pronto. Qué pena que nos dejaran con la miel en los labios.