En agosto del año 1330, el Rey Alfonso XI de Castilla reemprendió su campaña reconquistadora contra los musulmanes del Reino de Granada con firmeza y contundencia. La empresa no fue fácil, pues los nazaríes contaban con el apoyo del sultanato benimerín norteafricano. Sin embargo, la llamada a la Cruzada peninsular llegó hasta Escocia y Sir James Douglas, cuyo padre, William el Bravo, había luchado junto a William Wallace, acudió a luchar por Dios y por Castilla, llevando consigo a la batalla el corazón embalsamado de Roberto I The Bruce, Rey de Escocia, en una pequeña urna de plata.
Alfonso XI y la Cruzada castellana
Las disputas entre los nobles, capitaneados por don Juan Manuel -autor de la famosa obra El conde Lucanor-, y el joven monarca Alfonso XI entre 1327 y 1329, se habían resuelto gracias a la mediación desde Aviñón del pontífice Juan XXII. Pese a que parecía que el Rey castellano había perdido poder frente a la nobleza, este había consolidado su posición y había dado una demostración de autoridad consiguiendo la pacificación de su reino.
El Rey también había desplegado una hábil política internacional que dotaba de una mayor estabilidad su mandato. Mediante enlaces matrimoniales, había conseguido las alianzas de Alfonso IV de Portugal y Alfonso IV de Aragón. Por otro lado, el Sumo Pontífice, Juan XXII, concedió en 1329 a la Corona castellana las tercias, las décimas y la bula de Cruzada durante tres años más, tal y como ya hizo en 1317 a petición del infante don Pedro. Fue en ese contexto en el que Alfonso XI logró reunir un gran ejército en la primavera de 1330 y, envolviéndolo bajo el manto de la Guerra Santa, retomó la empresa de su padre, Fernando IV de Castilla, y se dirigió a la frontera en el sur para someter al enemigo musulmán.
Sir James Douglas y los cruzados escoceses en la Batalla de Teba (agosto de 1330)
Los ecos del impulso reconquistador de Alfonso XI y la llamada papal a la Cruzada habían resonado en Europa. Portugal envió para dicha empresa a 500 jinetes con el maestre de la Orden de Cristo y Aragón comenzó a hostigar al Reino Nazarí con sus mesnadas. A ellos, se sumó un llamativo contingente de escoceses comandados por Sir James Douglas, quienes acudieron a Castilla como respuesta al reclamo que Alfonso XI había hecho para combatir al infiel.
Sir James Douglas era un veterano caballero escocés que había luchado por la independencia de Escocia contra los ingleses entre 1306 y 1329. De hecho, combatió y venció a Inglaterra junto a Roberto I de Escocia en la famosa batalla de Bannockburn (1314). Tal fue la confianza que The Bruce depositó en Sir James Douglas que, en su lecho de muerte, le encomendó la misión de que llevase su corazón a Tierra Santa y lo enterrase en el Santo Sepulcro de Jerusalén. Así, a principios de 1330 marchó hacia el más santo de los lugares junto a una treintena de guerreros escoceses y portando el corazón embalsamado de Roberto I en una urna de plata. Cuando se encontraba en Esclusa (Flandes), Sir James Douglas decidió cambiar su itinerario ante la noticia de que Alfonso XI iba a emprender una nueva Cruzada contra los musulmanes en el sur peninsular.
Cumpliendo el deseo que Roberto I tuvo de combatir contra el infiel y alentado por el espíritu cristiano y las indulgencias concedidas por Juan XXII a aquellos que fueran a luchar en nombre de Dios, los escoceses se reunieron en Córdoba a principios de agosto con Alfonso XI. Desde allí, partieron junto a las huestes del monarca castellano para tomar la plaza de Teba. La misión no iba a ser fácil, pues la ciudad estaba guarnecida con un doble recinto defensivo.
«Ahora muéstranos el camino, ya que venciste, y yo te seguiré o moriré»
Una vez iniciado el cerco, los escoceses, según cuentan el poema The Bruce y la Crónica de Froissart -designación que no aparece en las fuentes castellanas-, se encargaron de controlar el punto de aguada de la ciudad en el río Guadalteba, mientras el resto de las tropas comenzaron el sitio de Teba. En ese momento, el caudillo musulmán Ozmín comenzó a hostigar, desde su campamento en Turón, a los soldados de Alfonso XI. Los escoceses lucharon con honor y con un arrojo formidable, pero, en una de las escaramuzas, los nazaríes utilizaron la táctica de tornafluye -consistente en una falsa huida para, después, envolver al enemigo cuando sale en persecución-. Desconocedores de los métodos de guerra utilizados por los granadinos, los hombres de Sir James Douglas persiguieron a los musulmanes, quienes les rodearon con rapidez.
Consciente de una muerte segura y haciendo alarde de valor, Sir James Douglas se encomendó al corazón de Roberto I, lanzó la urna de plata con la reliquia fuera del alcance de los musulmanes y se arrojó al enemigo al grito de «Ahora muéstranos el camino, ya que venciste, y yo te seguiré o moriré». Así, Sir James Douglas y la práctica totalidad de caballeros escoceses murieron el 25 de agosto de 1330 en la cruzada hispana, por Dios y la expiación de los pecados de su Rey.
Días después, Alfonso XI logró abrir brecha en la muralla de la ciudad y obtuvo la rendición de Teba. El sultán Muhammad IV se había hecho con el relicario, el cual devolvió al soberano castellano. En tributo a Sir James Douglas y sus hombres, el Rey envió el corazón de Roberto I a Escocia, acompañado por una guardia de honor, al igual que los restos del comandante escocés y sus hombres. El corazón de The Bruce se depositó bajo el altar de la abadía de Melrose y el cuerpo de Sir James Douglas en el panteón familiar de la iglesia de St. Bride. En España ha quedado el legado de su historia y una conmemoración al valor mostrado en combate en forma de un monolito en la Plaza de España de Teba.