En mentideros y cantinas del siglo XVI era bien conocida la historia. Pocos sabían si era verdad o no; algunos incluso afirmaban conocerlo. A día de hoy nadie ha podido demostrar su existencia, pero tampoco lo contrario. Nos referimos al conocido como “prenauta”, un supuesto navegante español que habría viajado al Nuevo Mundo y cuyo viaje habría servido a Colón para elaborar su plan de navegación a través del Mar Océano.
En 1756, el Padre Fr. José Torrubia escribía:
«El desgraciado Alonso Sánchez quedó en la región del olvido en una común sepultura de que no hay memoria después de habernos dado un mundo entero.
Yo admiro y no puedo olvidar en su invención (aunque casual), una notable especie de heroicidad que se refunde en sus fieles observaciones.
Aquel derrotero que hizo del primer viage de la América, ese fué el que la descubrió á Colón, y este almirante el que con ánimo intrépido, sublime espíritu, pecho generoso y corazón magnánimo, salió, navegó, buscó, halló y dió á León y Castilla el Nuevo Mundo que será lustre eterno de su memoria y blasón distinguido de su familia.
Quien supiere que Bulkeldio, porque inventó la preparación de los arenques, tuvo un sepulcro tan magnífico que lo visitó Carlos V, disculpará el exceso que yo haya cometido en hacer esta visita á las cenizas de Alonso Sánchez.»
¿Quién era Alonso Sánchez?
Según los relatos, era un comerciante nacido en Huelva a mediados del siglo XV. Su leyenda comenzó a forjarse tras el descubrimiento de América, como sabemos, en octubre de 1492. Al poco tiempo comenzaron a extenderse rumores, especialmente entre los propios conquistadores y navegantes, que afirmaban que América no había sido descubierta por Colón, sino que su existencia era conocida al menos 20 años antes de 1492.
Bartolomé de las Casas (1484-1566) había oído varias de esas afirmaciones, pero se limitó a registrarlas en la década de 1540 en su Historia de las Indias (1540), que no se publicó hasta después de su muerte. El Inca Garcilaso de la Vega (1539-1616) fue el primero en nombrar, en 1609, a este misterioso supuesto primer descubridor de América: Alonso Sánchez de Huelva.
Según la leyenda, Alonso Sánchez realizó un viaje transatlántico entre los años 1476 y 1484, partiendo del puerto de Huelva y llegando a la isla de La Española o a las costas de la actual Venezuela. Algunas versiones indican que en este viaje lo acompañaba otro marino llamado Diego de Teives.
Tras regresar a España, Alonso Sánchez habría informado de su descubrimiento a los Reyes Católicos, Isabel y Fernando, quienes lo mantuvieron en secreto para no perjudicar las negociaciones con Portugal sobre las rutas atlánticas. Otros detalles legendarios son que Sánchez comerció con los indígenas, trajo de vuelta algunos nativos americanos y organizó una segunda expedición en 1484, esta vez acompañado por Pinzón, que más tarde navegaría con Colón. Es posible que Colón escuchara estos rumores antes de su primer viaje en 1492.
Algunos historiadores afirman que la leyenda podría estar basada en un viaje real del tal Alonso Sánchez, del que no quedaron registros, y que pudo alcanzar accidentalmente las costas de América antes que Colón. Otros creen que la historia es completamente ficticia, creada posteriormente para restar mérito a Colón.
Sea cierto o no, lo que es evidente es que Alonso Sánchez se convirtió en una figura ligada a la tradición marinera onubense y pasó, aunque de soslayo, como uno de los supuestos descubridores europeos de América previos a Colón, alimentando historias y mitos en torno a los orígenes del Nuevo Mundo. A pesar de la falta de pruebas definitivas sobre los supuestos viajes de Alonso Sánchez, su figura perduró en la memoria colectiva y la tradición oral de Huelva durante siglos.
La leyenda a través del tiempo
Con el paso del tiempo, la leyenda de Alonso Sánchez fue adquiriendo más detalles e ilusiones. Se decía que había partido con apenas dos barcos desde el puerto de Palos, llevando consigo a un joven grumete llamado Cristóbal Colón. Incluso se especulaba con la posibilidad de que hubiera fundado asentamientos en la isla de Santo Domingo.
Gonzalo Fernández de Oviedo, uno de los primeros y más grandes cronistas de Indias, tenía por falsa la historia del marino de Huelva, y afirmaba en sus escritos que no existía ningún documento que contuviese el nombre de Alonso Sánchez en ningún libro de la propia ciudad andaluza, a sabiendas de que los pilotos con pericia suficiente para cruzar el Océano Atlántico eran bien cotizados y no les faltaban trabajos ni contratos. Fue este cronista el que sentenció que era una fábula para disminuir la gloria de Cristobal Colón.
Bartolomé de las Casas, López de Gómara, el P. José de Acosta, el inca Garcilaso de la Vega, Bernardo de Alderete, Rodrigo Caro y otros cronistas que sucedieron a Fernández de Oviedo no consideraron su sentencia, y más de uno añadió intencionadamente particularidades a la historia de Sánchez para hacerla más creíble, convirtiendo la historia en toda una novela, incluyendo enfrentamientos de los hombres de Sánchez con los marinos de Colón.
Pedro Mártir de Anglería, amigo de Colón, viajero infatigable, diplomático, historiador y erudito de la corte de los Reyes Católicos, ignoró en sus obras cualquier referencia a este supuesto “prenauta”, lo que indicaría el nivel de credibilidad en el que se encontraba la historia ya a mediados del siglo XVI.
En el siglo XVIII, durante el reinado de Felipe V, la figura de Sánchez cobró nuevo impulso como símbolo de los descubrimientos españoles previos a Colón. El rey ordenó buscar en los archivos cualquier registro sobre los viajes del onubense. También se erigió un monumento en Huelva en su honor, aunque no se conserva en la actualidad (el que hay ahora no sería el original).
Ya en el siglo XIX, con el auge de los nacionalismos, la leyenda de Alonso Sánchez volvió a utilizarse para reivindicar que el auténtico descubridor de América había sido un español y no un extranjero como Colón. Esta visión perdura hoy en ciertos sectores, que ven en Sánchez un héroe olvidado por la Historia.
Baldomero de Lorenzo y Leal, miembro de la Real Academia de la Historia, publicará en 1892 su libro “Cirstobal Colón y Alonso Sánchez, o el primer descubrimiento del Nuevo Mundo” recuperando, a partir de la referencia de Fernández de Oviedo, la figura del prenauta defendiendo numerosas razones para afirmar que el personaje es real y habría que tratarlo como una figura histórica.
Las investigaciones de Lorenzo y Leal le llevaron a la conclusión de que el marinero, aunque sin propósito ni voluntad, habría llegado a las costas de Haití. Allí determinó su ubicación geográfica, se hizo una idea de las condiciones de los naturales y de los recursos que la naturaleza les había provisto. Proveyó su nave, regresó penosamente y, por un contacto casual con Cristóbal Colón, le comunicó los resultados de sus observaciones antes de morir, agotado por los sufrimientos del viaje.
Según sus registros históricos, la noticia del avistamiento accidental de tierras en el Caribe por parte de un marinero habría comenzado a difundirse entre la comunidad marina de la época. Cristóbal Colón, que pasaba horas estudiando mapas, realizando cálculos astronómicos y anotando cualquier indicio que encontrara, no habría sido ajeno a estas conversaciones entre los hombres de mar. No obstante, habría sido el único capaz de interpretar correctamente la información y atar todos los cabos.
Fue gracias a esta pieza final del rompecabezas que al almirante genovés se le habrían despejado todas las dudas sobre la posibilidad de llegar a Asia (esa era la intención, no lo olvidemos) navegando hacia occidente. Lorenzo y Leal sentencia en su libro que de no haber contado con este último estímulo, es probable que Colón nunca se hubiera arriesgado a emprender un viaje tan audaz que terminó por revolucionar la geografía mundial. Su determinación de poner proa al desconocido Océano resultó en uno de los mayores descubrimientos de la historia, que maravilló al Viejo Mundo y dejó boquiabierta a la posteridad.
Pocos años después, el gran historiador naval Cesáreo Fernández Duró le dedicó también un ensayo, posiblemente el mejor y más completo sobre el prenauta hasta la fecha: La tradición de Alonso Sánchez de Huelva, descubridor de tierras incógnitas. Duró analizó, además de la tradición oral, lo publicado hasta la fecha, incluyendo las tesis recuperadas por Lorenzo y Leal. Fernández Duró deja entrever en su obra un hilo de verdad en la historia del mareante de Huelva, y agrega al final de su escrito que, si en la ciudad de Boston hay una estatua erigida en honor a Leif Erikson, porque presumiblemente habría llegado allí en el siglo XI, ¿por qué no habría de tener Alonso Sánchez su merecido reconocimiento? Todo sea por la gloria de España y de su marina, ya vendrán otros a negar las glorias nacionales.
En la actualidad
En nuestros días, la polémica en torno a los viajes de Alonso Sánchez continúa abierta entre algunos historiadores. No existen pruebas definitivas de que realmente llegara a América antes que Colón, pero algunos expertos no descartan completamente que pudiera haber realizado una expedición a finales del siglo XV, probablemente por accidente, y que esto diera origen a la leyenda posterior.
No obstante, hoy cuenta ya con su estatua, creada por el famoso escultor e imaginero Antonio León Ortega en 1970 y erigida en el parque que lleva su nombre, en su ciudad, Huelva.