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Réplica de la nao ‘Victoria’, en la que Juan Sebastián Elcano y otros 18 hombres completaron la primera vuelta al mundo.

Ha solicitado el Gobierno portugués a la UNESCO el registro de la primera circunnavegación del globo como Patrimonio de la Humanidad… portugués. Ha desatado esto una pequeña polémica, pequeña y sorprendente porque la primera vuelta al mundo no fue una correría pirática ni se hizo a espaldas del mundo, al contrario, quedó muy bien documentada. Tanto desde el punto de vista administrativo como del literario.

De la parte literaria se encargó el veneciano Antonio Pigafetta, uno de los tripulantes de la expedición que confeccionó un bello y minucioso relato que dio en titular Relación del primer viaje alrededor del mundo. La Relación de Pigafetta se entregó a la imprenta en 1524 y aún hoy se sigue publicando. En español hay lo menos dos ediciones disponibles en las librerías porque, como con todos los clásicos, este es un libro cuyos derechos de autor vencieron hace ya siglos.

En la parte administrativa se capitularon las condiciones en Valladolid y quedó constancia en la Casa de Contratación de Sevilla. El viaje fue financiado de su propio bolsillo por el rey de España, a la sazón un jovencísimo Carlos I recién proclamado como tal. Se armaron cinco naves a expensas de la Corona, cuatro naos y una carabela: la ‘Trinidad’, la ‘San Antonio’, la ‘Concepción’, la ‘Santiago’ y la ‘Victoria’. Todas se perderían salvo la última, que regresó a Sevilla tres años después de su partida.

De las islas de las especias a la circunnavegación

Retrato de Fernando de Magallanes.

La tripulación era multinacional, algo muy común en las expediciones de la época, y estaba compuesta por 239 hombres que se enrolaron en Sevilla. Los capitanes de las naves eran todos españoles, empezando por el propio Magallanes que se había naturalizado español a su llegada a España años antes. El rey le nombró comendador de la Orden de Santiago y le concedió privilegios tales como ser gobernador de las tierras e islas que encontrase. Este tipo de mercedes no se concedían a los extranjeros.

Eso si conseguía descubrir algo porque las expediciones eran realmente arriesgadas. Cuando pensemos en gente como Magallanes, Elcano, Díaz de Solís, Jofre de Loaísa, Váez de Torres, Mendaña, Fernández de Quirós o Urdaneta hay que hacerlo con respeto. Se jugaban la vida y en muchos casos la perdieron. El propio Elcano murió en el Pacífico años después de su gesta, a Díaz de Solís se lo comieron los indios en las costas del actual Uruguay, Mendaña murió de malaria en las islas Salomón… La de descubridor era la profesión con la tasa de mortalidad más alta del mundo, más incluso que la de los soldados. Gracias a ellos se pudo cartografiar el mundo y conocer sus verdaderas dimensiones.

En el caso de la expedición que culminaría con la vuelta al mundo lo que se buscaba era llegar a las islas de las especias navegando hacia el oeste, de ahí que se le conociese como Armada de la Especiería. ¿Por qué querían navegar hacia el oeste pudiendo hacerlo hacia el este, una ruta segura que ya habían descubierto los portugueses? Porque no podían, el tratado de Tordesillas de 1494 había partido el mundo en dos áreas de influencia. Se trazó una línea a 370 leguas al oeste de Cabo Verde. A partir de ese punto podían adentrarse las expediciones españolas. Años más tarde, en 1529, España y Portugal suscribieron otro tratado en Zaragoza para fijar el contrameridiano del Pacífico que dejó todo aquel inmenso océano en la zona española. Se hizo una excepción con Filipinas, que ya habían sido reclamadas en 1521 para el rey de España por el propio Magallanes donde, por cierto, encontraría la muerte.

Una expedición española

Magallanes había nacido en Portugal, en un pequeño pueblo de Trás-os-Montes, al norte del país, pero, aparte de navegar bajo pabellón español, ni siquiera concluyó la circunnavegación. Se quedó muy lejos de hecho, a mitad de camino, en la isla de Cebú, que está en el meridiano 123 este, es decir casi medio mundo habida cuenta que Sevilla, lugar del que había partido, está en el meridiano 5 oeste.

El resto del viaje lo capitaneó el guipuzcoano Juan Sebastián Elcano. Lo hizo, además, de una manera heroica porque no podía detenerse. Si lo hacía los portugueses le incautarían la carga de especias que había adquirido en Tidore, en las islas Molucas. Sólo hizo una breve escala en Cabo Verde porque no les quedaban ni agua ni provisiones. Engañó a los portugueses asegurándoles que venía de América y se había desviado del rumbo. De ahí navegó hasta España completando la vuelta al mundo.

Es por ello que se habla de la expedición Magallanes-Elcano. Aquí vendría la pregunta, ¿fue una expedición portuguesa? No, fue española con un capitán nacido en Portugal durante la primera parte del viaje. El que hizo la segunda mitad era español, los navíos eran españoles, la financiación era española y los capitanes de todas las naves eran españoles.

La participación de Portugal fue nula

Desembarco en Sevilla. | E. SALAVERRÍA

En cuanto a la tripulación había un poco de todo pero la mayor parte eran españoles. Los 18 que regresaron junto a Elcano era un grupo compuesto por 10 españoles (cuatro vascos, dos andaluces, dos gallegos, un montañés y un extremeño). Entre los ocho restantes había cuatro griegos, dos italianos, un portugués y un alemán. Hubo algunos supervivientes más. En Cabo Verde los portugueses retuvieron a 12: 10 españoles, un griego y un francés. En las Molucas, Elcano dividió la expedición con los dos navíos que le quedaban: la Victoria y la Trinidad. El segundo regresaría por el Pacífico. De la Trinidad sobrevivieron cinco: tres españoles, un italiano y un alemán.

Por lo demás se trataba de una flota organizada al modo español. El supervisor general (conocido entonces como veedor) era Juan de Cartagena, el alguacil mayor era Gonzalo Gómez de Espinosa y el tesorero general Luis de Mendoza. La participación de Portugal fue nula aunque hubo, eso sí, portugueses a bordo, pero también se embarcaron italianos, alemanes o griegos.

Me parece bien que en Portugal recuerden la figura de Magallanes porque es digna de ser recordada, pero de ahí a que el Estado portugués se adueñe de la expedición en sí me parece un despropósito. Me temo que con este tema habremos de hacer pedagogía con nuestros entrañables hermanos del otro lado de la raya.