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Little Women Atelier es una empresa interesante por varios motivos. Como se intuye en el nombre, se trata de una marca inspirada en la novela de Louisa May Alcott. No hace falta haber leído el libro ni haber visto la película para saber qué quiere decir una estética como Mujercitas.

El título evoca hogar y naturaleza, feminidad y mujer trabajadora. Al echar un vistazo a la página web de este atelier, se respira todo ello. Son prendas bonitas, de colores naturales que recuerdan la belleza y armonía de la naturaleza, cuidadas al detalle, independientes al dictado de la moda e ideadas para ser prácticas. La calidad tanto de los materiales utilizados como de la confección y la atemporalidad de los diseños hablan de la apuesta de la marca en contra del fast fashion y a favor de una producción sostenible y de un consumo moderado.

El propósito fundacional

Como explican sus fundadoras, no se trata solamente de prendas sino de perpetuar la tradición que ha ido pasando de madres a hijas de mantener la calidez en los hogares. Se trata de que las mujeres del mundo moderno sean capaces de crear con estos vestidos su pequeño refugio en el que encontrar, entre las prisas y el ajetreo diarios, una puerta para disfrutar de los placeres sencillos.

Julia y Luiza son dos hermanas rusas que desde pequeñas han llevado ropa hecha en casa. Crecieron viendo a su madre y a su abuela cosiendo vestidos y tejiendo jerséis de lana. De ellas aprendieron sobre repostería y a hacer punto de cruz. Los veranos en el campo, rodeadas de bosques, flores y animales también configuraron sin duda su percepción del mundo. Al convertirse en madres, Julia y Luiza quisieron cada una fomentar en su casa un ambiente hogareño, en el que la estética y lo manual tuvieran un papel relevante. Juguetes hechos a mano, costura, bordados, cocina tradicional, fotografías bonitas. La idea del proyecto de Little Women Atelier nace en el año 2018 de la ilusión de crear algo más grande de esta forma de vida.

De los bocetos que trazó Julia, su madre sacó los patrones y cosió con una máquina de coser ordinaria los primeros vestidos. Los enviaron a Francia, donde vive Luiza, que se encargó de buscar hermosos espacios naturales que sirvieran de marco para sacar fotografías. Así lanzaron la marca, que tuvo una gran acogida entre la creciente comunidad de su cuenta de Instagram. Ahora tienen un pequeño taller y, no obstante, aunque cuentan con algunos empleados externos, la empresa se apoya en miembros de la familia. Julia diseña y dirige, su marido se encarga de la administración y del funcionamiento de la web, Luiza crea contenido para las redes sociales, la madre es la jefa de producción, el padre forra uno a uno con pedazos de lino los botones para los vestidos, blusas y abrigos, el hermano pequeño es el responsable de los envíos.

Una visión contracultural

De acuerdo con su filosofía de slow fashion, Little Women Atelier no sigue tendencias y no saca colecciones cada temporada, sino que todo es diseñado mediante la inspiración y la oportunidad. El proceso de creación lleva tiempo y esfuerzo: no es una producción en serie, cada artículo se corta y se cose de forma individual después de recibir un pedido. La elaboración se lleva a cabo a mano, sin gastar energía ni recursos adicionales. Aquí no aplica, pues, la inmediatez, los productos toman de cuatro a seis semanas para tenerlos listos.

Es verdad que en occidente todavía impera el estilo de vida del “lo quiero y lo quiero ya”. Sin embargo, es motivo de esperanza y, sobre todo, de reflexión, que haya iniciativas como esta pequeña marca de ropa que aboguen por huir de la prisa y trabajen acomodándose al ritmo natural del ser humano y de la naturaleza, que logren que funcione una empresa fundamentada en la involucración de la familia, que crean en la belleza y apuesten por perpetuarla.