«A las 7 de la mañana empezó la artillería. Aquello era un diluvio de proyectiles. Los rusos se creían que con toda la artillería que nos habían mandado, allí no había vivo nadie, porque eso era para que hubiéramos muerto todos».
Con estas palabras, Ángel Salamanca, sargento de Infantería en la División Azul, narraba lo sucedido el 10 de febrero de 1943 en una aldea en las proximidades de Leningrado: Krasny Bor. Allí, cerca de 3.000 divisionarios causaron baja. Pero, ese día, una división se enfrentó a un ejército con más de 100 carros. Combatieron con el arrojo y pundonor del que habían hecho gala los españoles en Rusia e hicieron pagar con dureza su avance a los soviéticos.
Enero de 1943: La Batalla del Ladoga
A comienzos de febrero de 1943, el Ejército Rojo dio inicio a la Operación Estrella Polar, tras la Segunda Batalla del Ládoga, con el objetivo de liberar del asedio alemán a su emblemática ciudad de Leningrado y el Vóljov. Para ello, el 55º Ejército soviético se lanzaría sobre el L Cuerpo de Ejército alemán sobre Krasny Bor, donde chocaría de lleno con la División Española de Voluntarios, que se encontraba allí desplegada.
La División Azul operaba desde enero de 1943, bajo órdenes de Emilio Esteban-Infantes desde el 12 de diciembre de 1942, entre Alexandrowka y la ribera del Ishora. Su zona de acción fue ampliándose para poder cubrir el ferrocarril que iba de Leningrado a Moscú. Al tener que ocuparse de más de 30 kilómetros, los tres regimientos divisionarios, más el Batallón de Reserva 250, tuvieron que desplegarse en primera línea de fuego.
Ese mes de enero había sido duro para la División Española de Voluntarios, pues efectivos de esta fueron destinados a los Altos de Sinyavino y Mga, en el sur del Ládoga, para detener el avance soviético en las citada Operación Iskra. La noche del 20 al 21 de enero, con nieve hasta las rodillas y ateridos de frío, se encomendó a los españoles la misión de cerrar la brecha que los germanos habían sufrido en el flanco oriental en Sinyavino. Allí, se cercioraron de que el 366º Regimiento Alemán con el que tenían que contactar había sido casi borrado en su totalidad y se prepararon para resistir una nueva embestida de los comunistas.
El día 22, los divisionarios fueron atacados con un intenso fuego de mortero y los soviéticos enviaron una nueva unidad al sector. Los españoles hicieron una defensa digna de sus ancestros numantinos, y, después de llevar 48 horas de combate sin descanso alguno, el día 23 los miembros del batallón divisionario contraatacaron llegando a rebasar las líneas soviéticas. Después de esta muestra de valor, el mando alemán decidió relevar de esa posición al II/269º Regimiento de la División que, pese a que había luchado con pundonor, había visto como, en dos días de combate, de 550 hombres ahora solo quedaban 60. En proporción, la acción de guerra al sur del Ládoga fue la más mortífera en la historia de la División, dentro de un mes de enero que había dejado 1.157 bajas entre las filas españolas. No obstante, esto sirvió para comprobar lo temible que era el Ejército Rojo y para que los alemanes ratificaran su fe en los españoles.
La Batalla de Krasny Bor
El 2 de febrero de 1943, los soviéticos habían liberado Stalingrado tras más de 200 días de asedio. Embriagados por este éxito, emprendieron la Operación Estrella Polar con el fin de liberar también la emblemática Leningrado a través de varios ataques combinados. El primero de ellos fue el que se lanzó el 10 de febrero sobre las posiciones de la División Azul en Krasny Bor, que se encontraba defendiendo las vías de ferrocarril y la carretera que por allí pasaban y que unían Leningrado y Moscú.
En aquel momento, una diezmada División que había sufrido inmensas bajas en los combates al sur del Ládoga, se encontraba sola defendiendo Krasny Bor, pues la 4ª División SS, estaba tan debilitada que se tuvo que desplegar más al este. Por otro lado, no se conocía bien el sector sobre el que el Ejército Rojo haría el empuje inicial, por lo que la orden era esperar a ver por donde y cuando atacaba.
El 10 de febrero de 1943, más de 44.000 soldados rusos del 55º Ejército soviético, apoyados por una enorme masa artillera y más de 100 carros de combate, se lanzaron sobre las posiciones de la División Azul en Krasny Bor, que contaba con apenas 5.000 hombres (la tercera parte de la fuerza combatiente de la División Azul). Los hombres del general Esteban-Infantes, que había establecido su puesto de combate al suroeste de Krasny Bor, tenían severas limitaciones de armamento antitanque y de baterías, por lo que iban a tener que resistir la embestida teniendo en cuenta estas carencias.
A las 6:45 de esa mañana, comenzó entonces el asedio artillero soviético, con más de 1.000 cañones disparando sobre las posiciones españolas, acompañados por el ataque de la Aviación soviética. Tras dos horas de intenso bombardeo, en el que se habían disparado 36.000 proyectiles, la infantería enemiga, anulada de temor por las grandes cantidades de vodka que había consumido, se lanzó en hilera sobre las posiciones españolas acompañada de 50 tanques T-34, KV-1 y T-26. Los divisionarios, que en ese momento habían perdido entre el 50% y el 80% de sus efectivos, respondieron a los soviéticos con el fuego de sus ametralladoras MG 34 y con los morteros, haciendo pagar a las hordas comunistas caro su avance.
Es importante destacar cómo los españoles fueron capaces de destruir en ese punto una importante cantidad de carros soviéticos que, debido a la intensidad del bombardeo y al barrizal que se había formado entre ellos y las posiciones españolas, tenían dificultades para avanzar. Los divisionarios aprovecharon esa situación para destruir uno a uno los blindados con cócteles molotov y con cañones anticarro.
La aviación alemana se puso en marcha hasta mucho más tarde del inicio del asedio y la División Azul no fue relevada del combate hasta casi la medianoche. Los españoles hicieron gala ese día de un valor digno del Regimiento de Caballería «Alcántara», cuya heroica acción en Annual fue otra de las muestras del pundonor patrio en combate. Los españoles que cayeron en combate allí lo hicieron en una situación crítica, pero dieron auténticas muestras de valor y sacrificio personal. Un ejemplo de ello es el del voluntario falangista gallego Antonio Ponte Anido, quien se arrojó con una mina magnética sobre un KV-1 que apuntaba con su torreta hacia un polvorín cercano a un hospital de campaña de heridos. Cuando se lanzó sobre el tanque, la mina no quedó adherida a su superficie debido a la resbaladiza pintura del vehículo, por lo que, sabiendo que si no actuaba sus camaradas morirían, se inmoló junto al carro, destruyéndolo. Por esta acción, fue condecorado a título póstumo con la Cruz Laureada de San Fernando.
El combate se alargó durante todo el día, llegando a darse la lucha casa por casa y llegando a producirse enfrentamiento a cuchillo y bayoneta. No fue hasta mediodía cuando la Luftwaffe hizo su aparición y la División no fue relevada de la batalla hasta cuando empezaba a anochecer. De hecho, por la noche, el frente del Río Ishora había quedado estabilizado y, aunque el general Esteban-Infantes planeó una contraofensiva fallida junto con los otros integrantes del Heer esa madrugada, el Ejército Rojo sufrió tantas pérdidas que Stalin tuvo que considerar la operación Estrella Polar Fallida.
El historiador Carlos Caballero Jurado, nos cuenta en su obra La División Azul: de 1941 a la actualidad (La Esfera de los Libros, 2019, que las bajas españolas ascendieron ese día a 2.870. Eso quiere decir que 1 de cada 5 españoles que causó baja en la guerra, lo había hecho en Krasny Bor. Sin embargo, los soviéticos sufrieron más de 22.000, además de importantes pérdidas materiales.
Al contrario de lo que había pasado en Stalingrado con rumanos e italianos, los españoles que lucharon en Krasny Bor lo hicieron mostrando un loable arrojo y una valentía digna de la que sus antepasados hicieron gala y dieron a España sus más gloriosas gestas. Los que en Rusia lucharon podían haberse retirado, pero prefirieron morir en combate antes de dejar que la horda comunista, considerada por muchos la culpable de los males de la Guerra Civil, continuara con su avance.