La Guerra de Vietnam (1955-1975) ha sido uno de los grandes temas del cine estadounidense durante el último tercio del siglo pasado. Entre los títulos más destacados se encontrarían películas tan icónicas como Apocalypse now (1979), La chaqueta metálica (1987), Good morning Vietnam (1988) o la trilogía de Oliver Stone: Platoon (1986), Nacido el 4 de julio (1989) y El cielo y la tierra (1993), con un marcado tono antibelicista.
No obstante, se gestó de forma paralela una serie de producciones pro-Vietnam que redefinirían la perspectiva que parte de la sociedad estadounidense tuvo de la guerra. La pionera fue Los Boinas Verdes (1968) dirigida y protagonizada por John Wayne durante la presidencia de Lyndon B. Johnson, para la que el propio Departamento de Defensa prestó medios como tanques y armas para su rodaje. Sin embargo, la mayor parte de este tipo de metrajes se gestó durante la presidencia de Ronald Reagan, destacando Más allá del valor (1983), Desaparecido en combate (1984), El Sargento de Hierro (1986) o Jardines de piedra (1987). Pero la que más destacó sobre todas estas fue First Blood (1982), que, pese a ser rodada antes de que Reagan llegara a la Casa Blanca y a que ha sido entendida como antibelicista, guarda una visión neoconservadora, patriótica y anticomunista, lo cual se vería con mayor claridad en la segunda entrega de la saga.
¿Por qué no nos dejaron ganar la guerra?
First Blood (1982) sería uno de los primeros títulos que adoptaría la ideología neoconservadora y patriótica promovida por el presidente Reagan. La cinta, dirigida por Ted Kotcheff y protagonizada por Sylvester Stallone como Rambo y Richard Crenna como Sam Trautman, se basaría en la novela homónima de David Morrell, publicada en 1972. Una de las principales inspiraciones para escribir esta novela fue la visualización en las noticias de enfrentamientos de veteranos de guerra con las fuerzas del orden estadounidenses. En la obra de Morrell, Rambo sufre estrés postraumático como consecuencia de sus vivencias en Vietnam y, al llegar a un pequeño pueblo del estado de Washington, será hostigado por el sheriff de la localidad, veterano de la Guerra de Corea.
En la adaptación cinematográfica, se aprecia el cambio ideológico de la era Reagan, con un Rambo que no mata directamente a sus perseguidores, un hombre que encarna todas las virtudes de los héroes, pero con el factor humano y que será, en definitiva, una víctima incomprendida de la guerra de Vietnam. De hecho, Rambo se entregará a las autoridades al final de la película, haciendo ver que no es, ni mucho menos, un delincuente.
La película no se plantearía de forma directa como una obra propagandística, tal y como fue Boinas Verdes, sino que se trataría como un filme de acción comercial, que tuviera una mayor facilidad para llegar al espectador y transmitir un mensaje velado de patriotismo y crítica a la actitud sociopolítica frente a Vietnam. Este método fue todo un éxito y Rambo acabó convertido en uno de los personajes más icónicos de la cultura estadounidense durante los años 80, que no encarnaba una personificación concreta, sino los ideales del Ejército y del Gobierno.
«Usted es la ley en la ciudad, pero aquí la ley soy yo. No insistan, márchense o se verán metidos en una guerra que no olvidarán»
Del filme podemos extraer varios aspectos característicos. En primer lugar, se hace una clara distinción entre la sociedad militar, representada por John Rambo y Sam Trautman, frente a la sociedad civil, es decir, los policías y la Guardia Nacional. Sin embargo, la preponderancia de esta sociedad militar será clara cuando Rambo se enfrenta y derrota a todos sus perseguidores, siendo el coronel Sam Trautman, con vínculos paternalistas y de camaradería con el veterano, el único capaz de frenar a Rambo y hacer que se entregue. Rambo además es un supersoldado, el superhombre americano, una máquina de matar, pero que no lo hace de forma indiscriminada, es decir, toda una política de «el fin justifica los medios».
Si en una de las escenas de Boinas Verdes, los militares manifestaban a los periodistas que la Guerra de Vietnam solo podía ser comprendida cuando se ha visto o vivido, First Blood lleva la brutalización de la guerra a suelo estadounidense, en concreto al idílico y bucólico pueblo de Hope, en el Estado de Washington. Este lugar boscoso sería idóneo para que Rambo practicase la guerrilla y la supervivencia para la que había sido entrenado.
«Aquí yace John Rambo, medalla de honor del Congreso. Le mataron por vagabundo»
Otro de los aspectos que se puede ver es la imagen de rechazo que la sociedad tenía frente al veterano, algo evidente en las dos primeras entregas de la saga. Reagan tomará esta imagen y lo mostrará como una víctima que solo busca reinsertarse en su país, mientras que el sheriff representa al resto de la sociedad que rechaza a esos veteranos.
No hace falta decir que el aspecto anticomunista está presente, aunque de forma menos evidente que en la segunda entrega, pues estos son los culpables de la personalidad trastocada de Rambo a causa de las continuas torturas que sufrió cuando fue capturado en Vietnam.
La película también supone una crítica a la sociedad política, civil y a los periodistas, quienes según el discurso revisionista de Reagan fueron quienes no dejaron ganar la guerra a Estados Unidos, algo que se ve claramente en el alegato final de John en su conversación con Trautman. Estos activistas y quintacolumnistas son acusados de cobardía por no participar en la guerra, por hacer que se perdiera y por no dejar a los veteranos que se reinsertaran. La crítica al periodismo es evidente, ya que, cuando se cubre la noticia de los sucesos en la película aluden que Rambo ha matado a un hombre y lo intentó con tres más que se salvaron gracias a su alto grado de preparación. Por lo tanto, se ve como una manipulación y desinformación de los medios a la hora de cubrir los hechos. Hay también críticas más sutiles como el uso del Agente Naranja en Vietnam que llevó a los veteranos a emprender acciones judiciales por su uso en el año 1984. En la película, el único compañero de Rambo que sobrevive muere a causa de un cáncer causado teóricamente por este agente.
«No se acabó. Yo también tengo algo que decir: no era mi guerra, me llamaron ustedes a mí, no yo a ustedes. Yo hice lo que tenía que hacer para ganar, pero no nos dejaron ganar. Y cuando regreso a mi país, me encuentro a esos gusanos en el aeropuerto gritándome, llamándome asesino de niños y otros horribles insultos. ¿Quiénes son ellos para insultarme? No estuvieron allí luchando como yo, no saben lo que dicen».
Por lo tanto, al igual que Boinas Verdes alegaba los motivos por los que se tenían que ir a la guerra y las películas de los años 70 se preguntaban por qué se fue a la guerra, la pregunta que se lanza con Rambo es: ¿Por qué no nos dejaron ganar la guerra?