Cuando la postmodernidad aprieta. Y medio siglo de retorsión de las palabras hasta que digan lo contrario de lo que significan es apretar. Ahora que son catedráticos jubilados los niños de papás funcionarios y empresarios que en Mayo del 68 lanzaban adoquines a la policía parisina en nombre de unos trabajadores que solo conocían de oídas, la condición humana acaba fluyendo por caminos de menor resistencia: el arte, los medios de comunicación libres o la educación.
Entre las infinitas vías, Prager University, la organización de carácter conservador y sin ánimo de lucro líder en el mundo, dedicada a remover las conciencias de sus millones de seguidores, a salvo del pensamiento único.
Precisamente, en escapar del adoctrinamiento y ayudar a hacerlo andaba Dennis Prager (Brooklyn, Nueva York, 1948) hace una docena de años en su programa de radio en Los Ángeles cuando comenzó a dar forma a la idea de combatir el desastre provocado cada día por el sistema educativo de los Estados Unidos. “Deshacer el daño”, como le gusta decir, causado por un entramado estatal y federal que, como en el resto de Occidente, enseña a los estudiantes que su país es una tierra de desigualdad y racismo. Un lugar del que avergonzarse.
Mientras le daba vueltas a su ocurrencia, se cruzó con Allen Estrin (Chicago, 1954), el guionista, productor y director que terminó de materializar el concepto inicial de su socio. Así nació PragerU en 2009. Para poner razón donde ya solo iba quedando sentimentalismo. En otras palabras, para difundir lo que siempre fue normal: el sentido común. La verdad. Es decir, todo lo que vive en peligro de extinción en la universidad de hoy que, aun con 500 años de historia, no educa. No forma: uniforma conciencias a base de una estructurada transmisión académica de prejuicios.
DIVULGAR LAS IDEAS DE OCCIDENTE
Desde el primer momento, el desafío era crear un formato sencillo de digerir y compartir. Un producto interesante para los jóvenes expuestos a la educación reglada, mediante el que divulgar las ideas sobre las que se cimenta Occidente: los conceptos de libertad e igualdad, la defensa de la vida, el respeto por la propiedad privada, la familia, la tradición, el cuidado de lo que funciona, la fe, el reconocimiento y la búsqueda de la Verdad.
La propuesta principal, tan sencilla como definitiva, en palabras de Prager y Estrin: “Danos cinco minutos y te daremos un semestre”. Temas perennes, títulos con gancho y vídeos breves. Como “Why I Left the Left” (“Por qué dejé la izquierda”), en el que Dave Rubin cuenta su transformación de progre estadounidense estereotípico (urbanita de Nueva York, gay, periodista, escritor…) a liberal clásico, a fuer de comprender que aquello que un día consideró progresista era realmente “regresista”, y que “en lo que queda a la izquierda” (“in what lefts at the left”) ya no hay sitio para nadie que crea, como Martin Luther King, que a las personas hay que juzgarlas por sus hechos y no según la minoría en la que se etiqueten.
Como la asignatura de Rubin, cientos de piezas con la misma lógica: “A los hechos no les importan tus sentimientos”, “Negra, millennial, mujer y… conservadora” o “¿Por qué el comunismo no es tan odiado como el nazismo?”. Todas cuidadas al detalle, con una estética uniforme y guiones sencillos. Producciones de alrededor de 30.000 dólares cada una para llegar a millones de ciudadanos en todo el mundo a través de la web de PragerU, de su página en Youtube y del resto de sus perfiles en redes sociales, donde se encuentra cada día con el reto de esquivar la censura gastando millones de dólares en publicidad y manteniendo un perfil discreto sobre posicionamientos partidistas literales, por evidentes y conocidas que puedan ser las opiniones políticas de sus narradores o de los medios en los que trabajan en su día a día.
PROFESORES INFLUYENTES
Más allá de lo técnico y lo estético, a lo largo de los años, el principal activo de Prager University han sido sus presentadores. Es decir, su claustro, en el que destacan, Tucker Carlson, locutor estrella de Fox News y principal azote televisivo de las élites de Washington; Jordan Peterson, profesor de psicología, psicólogo clínico y uno de los autores que más libros venden en todo el mundo; Ben Shapiro, fundador y editor emérito de The Daily Wire; Candace Owens, escritora, recientemente fichada por Shapiro y fundadora del movimiento Blexit, que promueve la emancipación de los negros de la izquierda política y sociológica; o Charlie Kirk, fundador y director ejecutivo de Turning Point USA, la principal asociación juvenil de los Estados Unidos dedicada a dar la batalla de las ideas en los campus universitarios y de secundaria de todo el país.
En conjunto, una selección de los intelectuales, comunicadores, autores y divulgadores más influyentes en los Estados Unidos fuera del pensamiento único. Unos profesores que, junto con la temática, la estética y la financiación, hacen de PragerU poco menos que una universidad tanto como las tradicionales, con una oferta en la que la razón y los hechos priman sobre los sentimientos y los dogmas, más sofisticada y libre que buena parte de las facultades de Ciencias Sociales occidentales. Y gratuita.