El universo del pop español es uno de los lugares de encuentro más acogedores de nuestra cultura. Hace veintidós años nació la revista musical Popes80, dedicada al pop español ochentero. Nunca imaginamos que la marca terminaría convertida en un icono, ni que seríamos testigos de tantas historias musicales, ni mucho menos que en 2022 estaríamos buscando la manera de reinventar Popes80, y que el punto de partida sería una de esas sesiones DJ Popes80 que celebrábamos en los bares de moda de aquel Madrid nocturno, que diez años después ya no se parece en nada al actual, salvo en las ganas de tomar la penúltima. El jueves 1 de diciembre lo celebraremos con una fiesta en Madrid en la que volveré a ponerme a los mandos de la cabina del pinchadiscos por primera vez en más de diez años. Los Secretos, Nacha Pop, Mamá, Loquillo, Danza Invisible, Duncan Dhu, y así hasta llegar a Dorian o Taburete.
Año 2000. Aburridas discusiones sobre el cambio de siglo. Los coches seguían sin volar y, afortunadamente, nadie había encontrado la fórmula de la eterna juventud. No hubo efecto 2000. Tampoco apocalipsis o, al menos, no más que cualquier otro día. Acababa de morir Enrique Urquijo y los días se me iban en volver una y otra vez sobre sus canciones, intercambiar discos e historias en el bar Ópera Prima de La Coruña, y montar allí una banda con Óscar Quintáns y Julio Suárez, que se llamó Los Elegidos, con la que hicimos el gamberro por los escenarios durante ocho años. Internet estaba en pañales. No había apenas referencias a la música española de los años 80, casi nadie pinchaba esos grupos en las radiofórmulas, y la mayoría de los artistas habían cambiado ya los escenarios por una oposición a funcionario de Correos, por el mundo de la publicidad, por la hostelería, o por el periodismo, que es otra forma de perder dinero pasándoselo bien, como la música.
Popes80: una hija de su tiempo
Dedicándole muchas horas, tal vez podías conseguir alguna canción perdida en ese homenaje a la desesperación tecnológica que se llamó Napster, la mayoría de los discos de la Edad de Oro del Pop Español estaban descatalogados por discográficas que ya ni existían, los mercadillos de cedés y vinilos de segunda mano pasaban un par de veces al año por cada ciudad, y todavía nadie había empezado a subirlos a Ebay. Pero incluso más allá de la música, no había nada de los 80 en la red: nadie hablaba de Nacha Pop, era misión imposible encontrar algo escrito sobre Radio Futura, Mamá, Pistones, o Modestia Aparte, y tan solo alguna escueta noticia en la web de los grandes diarios mencionaba que Enrique Urquijo había muerto. Y entonces, fruto del tedio cultural del momento, se nos ocurrió Popes80.
Con los humildes rudimentos tecnológicos del momento, fundamos la revista digital del pop español, Popes80, dedicada entonces en exclusiva a los 80. En menos de un año, la web se convirtió en el punto de reunión para los amantes del pop español: allí se reunían y conversaban artistas, miembros de grupos ya escindidos, viejos periodistas y críticos, y un montón de fans con un cierto sentimiento de orfandad. Algo que nunca pudimos prever es que Popes80.com no llegaría a ser solo en un medio de comunicación sobre los grupos que nos gustaban, sino que se alzaría como un icono de resistencia frente a la invasión musical que entonces representaba el reggaetton y la música de usar y tirar, obsesionada con el éxito, que encarnaban programas como Operación Triunfo.
Tras algunas fiestas de Popes80 en el mismo Ópera Prima en el que había surgido la idea, organizamos en La Botellita del centro comercial de Equinocio, en Majadahonda, nuestra primera presentación oficial, reuniendo para la ocasión a una veintena de artistas que ofrecerían un par de canciones, acompañados por dos bandas base, a veces Los Elegidos, a veces los madrileños Mala Suerte. Fue una producción de Alberto García Valdegrama, que en adelante se ha encargado de la totalidad de los eventos de Popes80 y que cogerá de nuevo la batuta el próximo 1 de diciembre. Allí en La Botellita de Majadahonda estaban Nacho García Vega de Nacha Pop, La Guardia, Teo Cardalda de Cómplices, Doctor Livingstone, El Norte, los Totem, Javier Urquijo —el mayor de Los Secretos—, Los Limones, El Zurdo de La Mode y Paraíso, Alberto Comesaña, Portu de Modestia Aparte, y muchos otros. Era la primera vez que bajábamos el proyecto del mundo virtual al real y la sorpresa fue mayúscula al ver a cientos de personas haciendo cola para entrar en la fiesta una hora antes de la apertura de puertas. Primera sensación de que algo nuevo estaba pasando.
Al término de una de aquellas fiestas, Los Elegidos salimos a tomar algo con Javier Urquijo, el mayor de Los Secretos, que nos descubrió por primera vez el Lady Pepa, aquel clandestino de la calle San Lorenzo de Madrid que ya lo era antes de que se inventaran los bares secretos con ese maldito código QR, y donde se reunían artistas e improvisaban para los amigos con un piano y un par de guitarras. Javier, de quien no conocíamos sus dotes para el dibujo, mientras compartíamos copas e historias impagables de su hermano Enrique, trazó entonces en una servilleta un maravilloso retrato de Los Elegidos que, por desgracia, perdimos, mientras Josu y Pablo, de La Tercera República, ofrecían un show improvisado en el escenario. Allí conocí no mucho después a César Pop —teclista y mano derecha de Leiva— y Quique González, entre otros.
No había dudas: con la entrada en el nuevo siglo, cuando muchas bandas extintas cumplían su vigésimo aniversario, una nueva ola de fans quería reencontrarse con sus ídolos de juventud. Popes80.com tuvo la suerte y el privilegio de estar allí y poder contar en directo, y a menudo en exclusiva, el regreso a la actividad de un sinfín de grupos: desde Los Ronaldos hasta Nacha Pop, desde Modestia Aparte hasta La Guardia, desde Hombres G hasta Héroes del Silencio.
El regreso del pop español de los 80
Los diez primeros años de vida de la revista fueron una sucesión de regresos a los escenarios de grupos ochenteros: había semanas en que anunciábamos la vuelta de hasta tres o cuatro grupos —algunos muy recordados y otros nada en absoluto—, mientras nuestros correos amanecían cada día repletos de mensajes de lectores que pedían que influyéramos para que volviera a la música tal o cual artista.
Como sabíamos que la principal carencia de Popes80.com era, paradójicamente, no ofrecer música en la web, decidimos lanzar el programa de radio Popes80 FM, comandado por Arancha Moreno, entonces subdirectora de Popes80 y hoy en Efe Eme, y en colaboración con lo que entonces se llamaba City FM.
Los proyectos empresariales nacen con cierto orden; los sentimentales no. Popes80 era un proyecto sentimental, un tanto enloquecido. Creamos una red de colaboradores que cubría conciertos por toda España, contábamos con la mejor base de datos de biografías de grupos, teníamos la agenda de conciertos de pop más completa, alojábamos foros para la compra-venta de discos, y multitud de secciones que permitían a nuestra ya crecida audiencia diaria poder pasearse durante horas por allí.
La inmediatez de internet permitía cosas que entonces eran impensables. La mañana del 11-M, cuando las informaciones eran confusas y llegaban con cuentagotas, y los principales periódicos tenían sus webs caídas por el aluvión de lectores buscando información, vestimos de luto Popes80, escondimos todos los contenidos musicales, e improvisamos una web que funcionó durante 48 horas como un punto de información permanente de servicio de emergencias replicando al minuto noticias, datos de interés, teléfonos para afectados, horarios y alternativas de transportes, y noticias de la radio.
Por aquellos días, lo que triunfaba en la prensa generalista eran las exclusivas. Los diarios, ya sean de papel o digitales, se vendían o visitaban en función de cuál fuera la exclusiva de portada del día. Y nosotros pensamos que no había ninguna razón para que el periodismo musical escrito fuera poco menos que un divertimento para adolescentes, redactado en un deplorable español, y lleno de informaciones irrelevantes y notas de prensa de las discográficas copiadas y pegadas. Por eso nos marcamos el reto de ofrecer noticias en primicia: durante años, todas las grandes noticias de grupos vinculados al pop español se podían leer en Popes80 antes que en ningún otro lugar, ese fue nuestro distintivo: desde la gira de regreso de Nacha Pop en 2007 o la reunión de Los Ronaldos, hasta la sonada salida de Amaia Montero de La Oreja de Van Gogh.
Todavía la prensa generalista despreciaba a los digitales y eso nos dio algunos quebraderos de cabeza: los periódicos y algunas grandes radios musicales se apropiaban con desfachatez de las informaciones de los medios de Internet, casi siempre sin cita, y a menudo como si fueran exclusivas propias, como ocurrió a Popes80 con uno de los diarios más famosos de España con la primicia de Amaia Montero.
Guerreamos con ellos, nos aliamos para algunas cosas con Cadena 100, donde entonces estaban muchos periodistas amigos que mimaban el pop español —El Pulpo, Javi Nieves, José Antonio Abellán— y seguimos expandiéndonos sin medida: creamos El Confidencial Musical para desvelar secretos de la industria de la música, Music As Follows para dar a conocer lo mejor del pop español al público anglosajón, y Pideunconcierto, una iniciativa que arrasó, que permitía a los fans demandar conciertos de sus artistas favoritos en su ciudad, y recabar adhesiones; muchos artistas conocidos de la música española consultaban los archivos de esta web para saber dónde eran más deseadas sus galas; algunos, como Loquillo, incluso lo hicieron público, anunciando varios de los conciertos que le pedían masivamente sus fans a través de esta plataforma de Popes80.
Uno de los momentos más emocionantes ocurrió en la fiesta de séptimo aniversario de Popes80, que se celebró en 2007 con dos días de actuaciones de grupos en La Botellita de la calle Serrano de Madrid. Además de los artistas anunciados en el cartel, en ambos días contábamos con invitados sorpresa. Al juego se prestó nuestro querido Antonio Vega. Lo he contado en detalle en el libro Nos vimos en los bares. Cuando el maestro se subió al escenario, ocurrió algo que no he visto jamás en un concierto: los cientos de asistentes pasaron de la bulla de una gran fiesta a un silencio sepulcral, y espontáneamente, todos los presentes nos sentamos en corro en el suelo de la discoteca para escuchar a Antonio Vega insuflando magia a los primeros versos de El elixir de juventud.
Loquillo: “ni se te ocurra dejarlo morir”
Al cabo de los años, ya en 2012, había otras muchas revistas de pop español en Internet, cientos de páginas con información de pop español de los 80, y las viejas bandas que habían regresado volvían a sonar en las radiofórmulas y a ocupar espacio en los periódicos. La crisis económica del 2008 había minado gravemente los ingresos publicitarios de Popes80, y quienes habíamos liderado el proyecto nos dispersamos poco a poco.
Enzarzado en aquellos días en hacer radio y televisión, comenté a algunos artistas amigos que estábamos sopesando el cierre definitivo de Popes80.com. Loquillo fue tajante: «Ni se te ocurra dejarlo morir después de todo lo que habéis hecho y de lo que significa Popes80 para la música española». Con esa estatura no es fácil llevarle la contraria. Le hicimos caso.
Mantuvimos la revista viva, abierta a nuestros artistas amigos, a medio gas hasta la edición de Nos vimos en los bares. Historia sentimental del pop español, libro en el que tuve ocasión de plasmar algunas de las mejores anécdotas de mis días de exclusividad con el periodismo musical. La buena acogida del libro fue la chispa que nos llevó a preparar una reinvención de Popes80 para el 20 aniversario, pero la pandemia se encargó de que esperáramos a diciembre del 2022 para resurgir, volviendo a llevar la música de Popes80 por pubs de toda España con sesiones DJ exclusivas, abriendo un apartado de management, e inaugurando un podcast semanal repleto de pop español, sorpresas e historias originales.
No me resulta fácil saber si la aportación de Popes80 al resurgir del pop español —y de tantas bandas de los 80— ha sido tan grande como creen algunos artistas o no, pero de lo que no hay duda es de que la revista fue testigo de excepción de la segunda juventud de los grandes grupos de los 80 y comienzos de los 90, y que está en inmejorables condiciones para seguir siendo una referencia diaria para los amantes de la música pop en español de ayer y de hoy.
Lo justo, en fin, es decir que no ha sido un mérito sino un privilegio.