En los camerinos del Wizink Center, antiguo Palacio de los Deportes, se ha vivido de todo. Rockeros internacionales han esnifado droga y uno se pregunta cuántos embarazos se deberán a la euforia de artistas entre aquellas paredes. Sexo, drogas y alcohol protagonizan el trasiego entre bambalinas de cualquier concierto en la mayor sala de España. El día de Reyes Magos, sin embargo, un grupo de jóvenes católicos inundó los camerinos de rosarios, cojines, libros de oración y papeles con frases. Hakuna llenó el backstage del Wizink de Dios.
CRISTO ENTRE BAMBALINAS
Los trabajadores del Wizink, decía, ya lo han visto todo. Todo, salvo lo que pudieron vivir el pasado 6 de enero. Aunque el concierto comenzó a las nueve de la noche, Hakuna Group Music aterrizó a las tres y lo primero fue la celebración de la Santa Misa. Con el nerviosismo de ignorar qué hace un grupo como este en un sitio como aquel, los jóvenes cantantes comenzaron su jornada rezando. Y así continuaron. Después del ensayo general, que se prolongó durante casi dos horas, el grupo se juntó para escuchar las palabras de Don José Pedro Manglano —sacerdote que acompaña al movimiento—. Y justo después, el grupo se reunió frente al Santísimo en una de sus Horas Santas.
Fue así porque yo estuve entre aquellos camerinos y salones, que otrora sirvieran para ensayar y aquella tarde fueron habilitados para rezar. Uno de los camerinos —y me gusta imaginarme a los Summers de Hombres G o a Willy de Taburete— fue decorado con telas, cojines, velas y alguna imagen, que tímidamente acompañaban la custodia con la Hostia Santa. Allí uno de los músicos leía tranquilamente, mientras otro cantante terminaba por repasar la letra de su canción —«delante de su verdadero autor». «Nos queda poco para salir al escenario, pero estas horas son para recogernos», reconoce una de las cantantes.
Cualquiera podría pensar que batir récords es antesala del nerviosismo pero no es así. Aunque Hakuna se ha convertido oficialmente en el grupo más numeroso que jamás haya cantado sobre el escenario del Wizink y también en el primer grupo católico en reventar la taquilla, en las tripas del auditorio se respira tranquilidad. El propio Josepe me lo dice, con una mirada afable. Hugo, uno de los solitas, me explicaba justo después del concierto: «Cantar en el Wizink es flipante. Había 17.000 personas gritando nuestra música en la pista. Pero al sentir que Dios estaba conmigo y que era Él quien cantaba, pues no hay nervios ni presión. Yo canté desde el corazón, sabiendo que estaba cantando Dios».
VOCES AL CIELO
Con todo aún oscuro y el telón levantado, se escuchó una voz grave: «Hace miles de años un niño fue adorado por los Reyes Magos». A capela comenzó a sonar «Todo», cuya letra invoca al Espíritu Santo. Invocar a lo alto es lo primero en cualquier oración, claro. Y todo el concierto fue Adoración. Desde el comienzo hasta el final, los 17.000 fans corearon canción por canción, hasta arrodillarse abrazados al sonar «Noche». «Por aquellas que trabajan en la prostitución y se ven obligadas a vender su amor», sonaba. El Wizink aún no lo había visto todo.
Otro momento especial se dio con «Pluma de escribano». Desde el escenario uno de los jóvenes de Hakuna reconocía: «Es nuestra mejor canción porque la ha escrito directamente Dios», en referencia al Salmo 45, al que el grupo de música se ha limitado a poner una melodía. «Es algo que la Iglesia lleva escuchando milenios. Los salmos son Tradición que pasa de generación en generación. Y que la gente pueda rezarlo gracias a nuestra música, me deja alucinando. Es bellísima», me reconoce Teresita.
Con las mismas palabras del comienzo culminó el concierto: «Hace miles de años un niño fue adorado por los Reyes Magos. ¿No es ya hora de que lo adoremos nosotros?». Con esta reflexión, se fueron sucediendo hasta 23 canciones, con el cameo de un cuadro flamenco que amenizó con villancicos populares y otras reflexiones que animaron a todos los presentes: «Queremos admirar ese atardecer que a tu perro se la suda». Porque «el alma tiene sed».
Sobre esta sed pregunté en uno de los camerinos a Agus, otro de los cantantes, que me reconoció: «Yo no doy por hecho que cantemos en el Wizink. Esto es una locura. Nosotros teníamos deseos pero el Señor los ha superado con creces. Es una oportunidad única que tenemos para reunirnos en familia y cantar a Dios». Una oportunidad que, sin embargo, justifica: «La clave de todo esto es el ambiente de oración que tenemos montado en el backstage».
LA VIRTUD DEL CAPRICHO
Todo el fenómeno Hakuna se entiende, en gran medida, con su discografía. Estos jóvenes, cuya amistad nació en una Jornada Mundial de la Juventud, comenzaron escribiendo sobre su vida interior y poco tiempo después estrenaron varios discos haciendo referencia a La Pasión, primero, y a la sensación caótica y alegre de saberse Hijos de Dios. Así, su último álbum lleva por nombre «Capricho» y en él vienen a reivindicar la virtud (y no el defecto) de ser caprichosos.
«El nombre tiene su sentido. Todo lo que ha ocurrido ha sido capricho de Dios. Es la única forma que hemos encontrado para explicar lo que está pasando. Nosotros hemos puesto buena disposición para recibir este don y para hacerlo fructífero», reconoce minutos antes del concierto Teresita. Y otra de sus compañeras añade: «Capricho es ese deseo de un niño pequeño que no tiene lógica. Yo siento que todo lo que está pasando no estaba en ningún plan. Es vida de lo alto, es capricho de Dios. No sé explicarlo de otra forma».
Precisamente la mejor forma para explicar esta virtud pasa por escuchar algunas canciones como «Ojalá», uno de los grandes temazos del concierto: «Ojalá explica los deseos que Dios ha puesto en nuestro corazón y que nos va a conceder en abundancia. Los caprichos de Dios están conectados con nuestros ojalás». Y también Agus hace referencia a «Exulte mi alma»: «Yo me adentro en el Misterio de una forma única. Me vuela la cabeza porque con los primeros acordes yo pienso en María y en su gozo después de encontrarse con su prima Isabel».
EL FENÓMENO HAKUNA
¿Qué será lo próximo? El fenómeno Hakuna cada día está presente en más ciudades y todo parece indicar que éste será el primero de muchos Wizinks. Las colas de niñas y adolescentes, todas ellas con carteles, apuntan a un éxito creciente del grupo. Precisamente la cantera católica se agolpaba a las puertas del antiguo Palacio de los Deportes para comprar el merchandising del grupo, con camisetas, sudaderas y pulseras decoradas con frases de las canciones.
El futuro es prometedor, pero en Hakuna no dudan en decir que «no tenemos ni idea». «No es lógico nada de lo que está pasando. No hay planes. No por una cuestión de desorganización, no somos hippies. Sino porque nuestras expectativas se quedan cortas». Y esto es cierto porque hasta Warner Music ha quedado sorprendida por el éxito del grupo católico: «¿Has visto el frío que hace y la gente esperando? ¿Un 6 de enero que la gente está con su familia? Es que no tiene sentido venderlo todo».
Aunque algo sobrepasados, se quieren mostrar tranquilos. Se nota en sus ojos la alegría de dejarse llevar por algo que sin duda les supera. Agus, uno de los solistas, me termina por reconocer: «Es el Espíritu el que va marcando todo y nosotros vamos detrás. Esto demuestra que lo que viene es de Él. Está tramando locuras muy grandes». Y ellos están encantados de ser los locos de Dios.