Liturgia tradicional y boxeo; sotanas y camisetas que llaman a revolverse contra el mundo moderno; tocados florales sobre melenas rubias y tatuajes de motivación sagrada. Canto gregoriano y rock identitario; horas de formación espiritual y política que se rematan al caer la noche en torno a un buen fuego, sin que falten la cerveza de abadía, las conversaciones sobre las mil batallas libradas y las canciones coreadas a una sola voz. Caras jóvenes, antiguos valores y la permanente alegría de los que sirven y combaten por el bien común.
Corren los últimos días de agosto cuando estas escenas se suceden en una casona solariega engalanada con banderas de las regiones históricas de Francia. Entre ellas la local, la del País del Loira, en cuyo centro figuran lustrosos los sagrados corazones vandeanos. Este es el escenario escogido por Academia Christiana para su universidad de verano anual, un evento que desde hace casi una década reúne durante una semana a cientos de jóvenes —algunos de ellos procedentes de otras partes de Europa o del lejano Quebec— ávidos de formación intelectual y política. Y, todo esto, en un marco cristiano que dota de armazón a su compromiso diario con la supervivencia de un Occidente en estado de sitio.
Academia Christiana nació en 2013 en el contexto de la Manif pour Tous, la gran movilización de las familias y los jóvenes franceses contra el matrimonio homosexual y la ideología de género. Un movimiento que durante meses llenó las grandes avenidas de París y que muchos aún hoy recordamos como un golpe de efecto de la Francia insurrecta al rodillo progresista.
Desde entonces, sus precursores han logrado forjar una verdadera comunidad con incesante actividad, una encrucijada militante identitaria, católica tradicional, pro-vida, ecologista integral y conservadora. Pensamiento y acción para reconstruir una Europa despojada de sus propias raíces y de una espiritualidad cristiana que habitaba en el corazón y en la memoria de sus pueblos. Mientras el viejo continente languidece, víctima de una sociedad abierta compuesta por individuos nómadas, moldeables y entregados al consumo, los jóvenes de Academia Christiana se han propuesto tejer una red de talentos complementarios para reconstruir la Cristiandad desde abajo, como los benedictinos del siglo VII, cuyos monasterios no habrían podido sobrevivir sin la espada del caballero, la pluma de los juristas y la corona de los reyes.
Católicos y arraigados
En un momento como el actual, en el que predominan los movimientos juveniles católicos que proclaman el cambio, la ruptura con la tradición y que aspiran a toda costa a la popularidad mediática, los jóvenes que acuden a Academia Christiana lo hacen «sedientos de la pureza y la belleza del rito, movidos por su vocación militante al servicio de la comunidad y de nuestra Civilización», tal y como explica a Centinela Julien Langella, uno de sus coordinadores.
Jóvenes patriotas de entre 15 y 35 años cuyo punto en común es la vitalidad, la alegría y la necesidad de actuar “aquí y ahora”. Algunos de ellos, provenientes de la clase trabajadora nativa francesa, muestran un interés más persistente y un mayor compromiso en las actividades programadas, tal vez por padecer de manera directa en su entorno el olvido sistémico, el vacío espiritual y las nefastas consecuencias de la experiencia multicultural.
Conscientes del papel crucial del cristianismo en la construcción de Europa y en el alumbramiento de sus patrias y sus comunidades nacionales, que son sustento de la fe, en Academia Christiana son partícipes de una militancia que, por patriota, siempre aspira a alcanzar la justicia social. Católicos y, como tal, arraigados, apegados a las tradiciones y a lo local, en las fiestas que la comunidad celebra a lo largo del año nunca faltan los símbolos y la expresión de las identidades regionales como fuentes vivas de una Francia que es latina, celta, germánica y vascuence al mismo tiempo.
Reconstruir la ciudadela
Pero Academia Christiana es mucho más que una universidad de verano. Durante todo el año organizan conferencias tanto sobre temas de actualidad (como el transhumanismo o el colapso de las sociedades modernas), como sobre asuntos de fondo y atemporales (desde el realismo de Aristóteles a Santo Tomás o la crisis de la Iglesia), disponibles en su página web y en su podcast. Y no sólo eso. También ponen en marcha talleres, concursos y actividades formativas que van desde la redacción de artículos a la enseñanza de bailes tradicionales o las lecciones de Thai Boxing. Una formación completa destinada, por encima de todo, a forjar corazones.
Interrogado por el futuro de Europa, Langella compara el momento actual con la caída de Roma. «Los bárbaros están entre nosotros y nuestros líderes perpetran una vil traición». Añade que «a partir de este momento, corresponde a quienes resisten reconstruir su ciudadela interior y comunitaria, y desde allí, reconquistar. Donde hay muerte, la vida renace».
Escribía en su tiempo Bernanos que la fiebre de la juventud es la que pone temperatura al mundo. Hay en Francia y en toda Europa almas jóvenes que todavía arden, inasequibles al desánimo, dispuestas a construir desde las raíces cuando todo se derrumba. Alzamos las pintas por todos ellos.