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Recientemente Europa se ha estremecido con motivo del terrible crimen que ha tenido lugar en Bois-Colombes a las afueras de París. Lola, una niña de 12 años, apareció muerta el pasado viernes en el patio de su casa en el distrito XIX de París. Su cuerpo estaba metido en el interior de un baúl. Según afirman fuentes policiales del país galo, en estos momentos hay seis detenidos, todos ellos de origen argelino, y algunas hipótesis apuntan a que el asesinato está relacionado con el tráfico de órganos.

La cruda y triste realidad es que este tipo de crímenes, y muchos otros, ocurren a diario por toda Europa, especialmente en Francia y en los «idílicos» países del norte de Europa. La inseguridad de sus barrios y la inacción de sus gobernantes están poniendo en grave riesgo la vida y convivencia de sus ciudadanos.

Sin embargo, este no es un fenómeno reciente. Se ha venido gestando durante más de medio siglo.

El multiculturalismo y la sociedad abierta

Occidente experimentó un terror inimaginable durante el periodo transcurrido entre 1914 y 1945. Millones de personas murieron como consecuencia de dos grandes guerras que supusieron un punto de inflexión en el mundo occidental.

Terminada la Segunda Guerra Mundial, surge el periodo de posguerra, encabezado por Estados Unidos y caracterizado por un afán antirracista, antiimperialista, antifascista y antitotalitario. Pero este afán, tal y como señala R. R. Reno en El retorno de los dioses fuertes, no fue sino una manera de justificar un objetivo a largo plazo: diluir las creencias sólidas y las lealtades firmes que, según se cree, fueron las causantes de poner patas arriba el siglo XX. Sólo diluyendo esas creencias y lealtades se conseguiría imponer una nueva forma de entender el mundo.

Karl Popper, filósofo y profesor de origen austriaco, fue quien daría forma a todas estas ideas con la creación del concepto de «sociedad abierta». Un nuevo modelo de sociedad multicultural en la que se acabarían diluyendo conceptos como Nación, Verdad o Tradición.

De esta manera, Occidente se ha visto permeado por el desencantamiento y el rechazo a todo lo que representa nuestra tradición, abriendo así la entrada a nuevas culturas y modelos de sociedad que atentan frontalmente contra todo lo que Occidente representa.

No-go Zones

El vertiginoso aumento de la inmigración hacia las naciones occidentales, proveniente en gran medida de sociedades islámicas, está generando un conflicto de oscuro porvenir. Lejos de integrarse, un gran número de inmigrantes islámicos optan por agruparse en comunidades cerradas, ajenas a las nacionales y, en muchos casos, agresivas.

De esta manera ciertos barrios, en su gran mayoría humildes, se han ido transformando en guetos donde estas nuevas comunidades buscan imponer sus normas. Guetos que han pasado a conocerse como «no-go zones» o zonas prohibidas para los occidentales. Pequeñas réplicas del Estado Islámico en las que se ha implantado la sharía. Zonas sin ley donde la policía y los ciudadanos temen entrar.

Ya en el año 2006 Daniel Pipes, historiador y politólogo norteamericano especializado en terrorismo e islam, acuñó el término «no-go zones» para referirse a ciertas zonas de Francia en las que se estaba adoctrinando en el islamismo radical y donde se estaban desatando graves altercados con los cuerpos y fuerzas de seguridad. Unos años después, en 2011, el Institut Montaigne de Francia publicó un informe en el que se aseguraba que Seine-Saint-Denis y otros tantos suburbios de París se estaban convirtiendo en «sociedades islámicas separadas».

REDUAN DRIS REGRAGU (EFE)

Sin embargo, a pesar de estas y otras advertencias, el número de «no-go zones» sigue creciendo a una velocidad de vértigo por toda Europa. Lugares como Malmö (Suecia), Molenbeek (Bélgica), Wuppertal (Alemania), Saint-Denis (Francia) o el barrio del Príncipe (España) en los que la policía carece de autoridad y donde reina una inseguridad inexplicable. Y mientras el problema crece a pasos agigantados, nadie se atreve hacerle frente.

Parece que Occidente transita los últimos estadios de la ya mencionada sociedad abierta. Un proyecto que pone en jaque la supervivencia de las naciones europeas.